Violencia. Psicoanálisis y Sociedad

Volumen 72 – Nº 04, 2015.

INDICE

Editorial

Ana María Viñoly

Acerca de la mentira en su función protectora del psiquismo : Dominique, el incesto en los pliegues del nombre o la ig-nominia.

Juan Eduardo Tesone

Acerca de las crisis, las configuraciones defensivas y su trámite : el caso de las instituciones educativas y la violentación.

Lidia M. Fernández

Analizando en los límites : un encuadre para la añoranza : La realidad, el encuadre y la segunda tópica freudiana.

Luis Raúl Tebaldi

Avances en el tratamiento psicoanalítico de pacientes difíciles… y/o intratables?

Rafael Alberto Groisman; Gabriel Dobner, Emilio Vaschetto, Alejandra Vertzner Marucco, Máximo H. Kogan

Comentario al trabajo de Carlos Mario Aslan,

Abel Mario Fainstein

Comentario al trabajo «Metapsicología del duelo»

Ana Rozenbaum de Schvartzman

¿De cuáles herramientas disponemos los psicoanalistas para nuestra praxis hoy?

Adriana Sorrentini

Educación sexuada y curriculom escolar : debates acutales.

Graciela Morgade

El concepto de imaginación en psicoanálisis : aportes teóricos a partir de problemáticas clínicas en contexto.

Analía Wald

Elogio de la diferencia : nuevas parentalidades en la era de la ¿liberación? sexual.

Daniel Gil

Entrevista a la Dra. Silvia Schlemenson.

Jorge Eduardo Catelli

La muerte de la madre en la infancia.

Alejandra M. Doretti

Las variaciones de la técnica y la atemporalidad de lo iconsciente : «Hechos transferenciales» y nuevos recursos técnicos.

Juan José Falcone

La violencia de hoy y de siempre.

Leonardo Peskin

Metapsicología del duelo.

Carlos Mario Aslan

Psicoanálisis y Shoá : el paradigma del Mal, el silencio del pacto. La historia de Albert y Rosa : El silencio del pacto -poema-

Margarita Edit Szlak de Cederbojm

Violencia simbólica, violencia invisible.

María Cristina Rother de Hornstein

Revista de libros y Revistas

Comité Editor

Sumario

Comité Editor

Editorial

La historia del siglo pasado y de este siglo XXI está sembrada de rupturas y discontinuidades que nos llevan a repensar los dispositivos conceptuales y metodológicos en los que está cimentada la teoría y la clínica psicoanalítica, en la medida que las nuevas realidades sociales y culturales se encuentran sujetas a un torbellino de constantes modificaciones.

Sabemos que es una utopía pensar que analista y analizado se encuentran solos, en la intimidad del consultorio, sin estar atravesados por los valores, los prejuicios y los nuevos códigos interpretativos de una sociedad como esta que cambia con una velocidad pasmosa.

Y si bien Freud llamó al psicoanálisis “psicología de las profundidades” y sostuvo que la escucha analítica de la compulsión repetitiva del síntoma permitía trocar esa repetición en perlaboración, de modo que los trazos singulares de un sujeto y su reviviscencia en el encuentro analítico transformasen el padecimiento en creatividad; por otra parte nunca abandonó sus reflexiones sobre la violencia, la guerra y la destructividad.

Nuestra sociedad occidental ha perdido, hace mucho, la armonía entre lo individual y lo colectivo, acrecentándose la fragmentación de la noción de comunidad; a pesar de ello los referentes sociales que organizan al sujeto siguen siendo aún: los roles parentales, las filiaciones, el concepto de familia, la noción de orden y de transgresión de la sexualidad. Pero estos parámetros, que fueron sólidos y normativos durante largo tiempo, hoy están convulsionados y estallidos.

Los procesos identificatorios se siguen llevando a cabo en el seno de dos instituciones básicas de la sociedad: la familia y la escuela. Pero la transformación del concepto clásico de familia que nos demanda revisar muchos de nuestros posicionamientos y la declinación de la escuela como lugar de creación de lazos sociales, facilitan que se introduzcan, desde los medios de comunicación, valores inéditos en los que la violencia se coloca en el centro de la forma de vincularse con el entorno.

La marginación y la expulsión del otro, que llevan a la construcción de muros entre uno y sus semejantes, resultan de un proceso activo por el cual se atacan los procesos de filiación y se destruye la posibilidad de generar lazos con los cuales tejer ese entramado social que nos constituye como individuos y nos hace pertenecientes al colectivo humano.

La proliferación actual de todas las formas de violencia, ya sean públicas o privadas, obliga a repensar cuál es el origen de estos actos violentos en el intento de encontrar posibles estrategias para lograr su moderación. Tarea compleja en la cual es fundamental entrelazar el orden simbólico y el imaginario social, con la singularidad del psiquismo construido en los avatares biográficos de cada quien.

Vivimos una época en la cual se naturalizan la destructividad, la tendencia al acto y la anulación del pensar, para consolidar el derecho a la exclusión de todo aquello que pueda poner en riesgo las normas que aseguran el bienestar de algunos. Para lograr esto, se recurre a ignorar la historia y la subjetividad de los que quedan excluidos.

También es fundamental reconocer que no se puede modificar esta actualidad sin una tarea conjunta con pensadores de otras disciplinas. En la ampliación de nuestras ideas, hay que incluir aportes enriquecedores que provienen de otros campos. Como psicoanalistas, no podemos quedar por fuera de un desarrollo compartido que busque enfrentar esta difícil realidad, con la esperanza de poder lograr, en conjunto, un mundo más humanitario.

Por todo esto encontrarán en este tomo que hoy les presentamos, trabajos que provienen del área de la educación, conjuntamente con otros textos psicoanalíticos que abordan la problemática propuesta.

En este contexto quiero rescatar las palabras de Eduardo Galeano, hombre latinoamericano de enorme compromiso social, que nos recordaba permanentemente aquella cita de Sartre: “Un hombre es lo que él hace con lo que han hecho de él”.

Comité Editor

Ana María Viñoly
Directora