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Una reflexión posibleYa más de cien años de Psicología de las masas y análisis del Yo. Reflexiones sobre el racismo antisemita

Moisés es a Egipto como Freud es a Viena1
Margarita Edit Szlak de Cederbojm2

Resumen

A partir del impacto que me produjo la visita a los campos de concentración en Polonia, la lectura minuciosa de la biografía de Freud reseñada por Ernest Jones, y el texto freudiano Moisés y la religión monoteísta surgió mi interés por reflexionar sobre por qué una de las  últimas preocupaciones teóricas y humanísticas de Freud fue la profundización y conocimiento de las raíces del antisemitismo, así como también el advenimiento del odio y el nazismo, siendo este un medio eficaz para consolidar el horror y la matanza de millones de personas en la Segunda Guerra Mundial. El avance del antisemitismo racista de la Alemania de la década de 1930 con un liderazgo psicopático nos sigue interpelando hasta hoy.

La saga del pueblo judío relatada en el libro Éxodo, segundo libro del Pentateuco, argumenta la fuerza del líder Moises, la hipnosis y la sugestión que ejerció sobre la masa, pudiendo así concretar el Exilio de la esclavitud a la libertad.

“El hombre no puede reconocerse sino en el hombre, solamente la vida enseña a cada cual lo que es”.

Goethe.

Es posible que uno pueda pensar que Freud no ha querido morir del todo sin cerrar el círculo de sus indagaciones sobre su identidad y sus tenacidades.

A pesar de las crueldades de la historia que le tocó vivir escribe entonces Moisés y la religión monoteísta y lo escribe con dolor pese a ser su pueblo la víctima propiciatoria de esa terrible historia. 

Así como el Moisés en el que Freud se interesó cortó radicalmente con su Egipto natal porque lo perseguían por sus ideas revolucionarias, Freud tuvo que cortar con Austria y Alemania dejando de ser y sentirse alemán, para solo ser hijo de sí mismo, hijo de sus obras y creaciones.

¿Qué es lo que podemos leer entre líneas de su libro? Pienso, entre otras posibilidades, que intentó dejar un testimonio de su universalidad; como lo dijo Tolstoi:  “habla de tu aldea si quieres ser universal”, y me interrogo si Freud se toma a sí mismo como aquel Prometeo encadenado, que no puede desprenderse de su aldea, de ese pueblo que es el suyo, que diagramó  su identidad  y alimentó con las lecturas bíblicas y talmúdicas su fantasmática.

Contexto histórico

Freud comienza a escribir Moisés y la religión monoteísta en 1934 (pero se publica en 1938), cuando algunos analistas judíos ya habían huido de Alemania, y después de que sus propios hijos Oliver y Ernest habían abandonado el país con sus familias. Por su correspondencia sabemos que estaba profundamente preocupado por la suerte de los suyos, de sus colegas y amigos. En marzo de 1933, tras la asunción de Hitler en el poder, se queman sus obras en Berlín y lo mismo ocurre en Fráncfort, donde tres años antes se le había otorgado el premio Goethe. Comenta entonces, con sarcasmo e ironía, que evidentemente hubo un progreso importante en la civilización, ya que en otros tiempos en lugar de la quema de sus libros lo hubieran quemado a él mismo.

Es a partir de la anexión de Austria a Alemania a principios del año 1938 (poco antes de su muerte, el 23 de septiembre de 1939) cuando acepta Freud salir de Viena y salvarse de la persecución nazi y de una muerte segura. Después de innumerables gestiones, la Gestapo permitió su salida de Viena.

Dice E. Jones (1976, p. 386):

No podemos dejar de preguntarnos cómo, al acercarse a su fin, Freud se enfrascó tanto en los temas [de religión y antisemitismo] y consagró a ellos todo su poder intelectual durante los últimos años de su vida […]. El origen personal de su curiosidad intelectual no pudo haber dejado de basarse en algún problema menos amplio, más personal. Apenas si necesitó vivir la amarga experiencia del antisemitismo para suscitar en él preguntas sobre su ser, sobre su identidad.

En casi todas sus obras Freud matiza permanentemente singularidades de su pertenencia judía, sus lecturas bíblicas, sus conceptos talmúdicos y pensamientos de la Cábala3 con su principal libro denominado El Zohar (significa El esplendor) constituyendo, junto a su propia lectura de la mitología griega, fuentes inagotables de su sabiduría y de la formación de su pensamiento.

Sabemos hasta qué punto admiraba las grandes figuras semíticas de la antigüedad, desde Aníbal en adelante, y con qué gusto, siendo niño, hubiera estado dispuesto a sacrificar la vida para emular sus heroicos hechos en defensa de su pueblo (Jones, 1976, p. 386).

Las más relevantes figuras bíblicas formaron parte importante de su vida interior: 

Tal vez podríamos hipotetizar diciendo que Freud pudo haberse sentido identificado alternativamente con José, Jacob y Moisés. Con José, porque también él era experto en la interpretación de los sueños. Con Jacob, porque en su vejez también sus hijos lo llevaron de Canaán a Egipto (el exilio) y él tuvo que salir de Viena para Londres. Con Moisés, porque luchó por una concepción temporal de la vida y el distanciamiento del pensamiento mágico.

La concepción temporal de la vida la explica A. Liberman (1990) que sostiene que tal vez Freud pudo colegir,como lo hace la Cábala,en la necesidad de la aceptación de la pérdida de un Dios padre, personal, para dar comienzo a un Dios Infinito, atemporal. Considero que Freud se distanció de ese pensamiento mágico cuando tomó la visión grandiosa del parricidio, ya esbozada en Tótem y tabú (1912), como acto fundador de toda civilización. Sostuvo en su teoría el mito del padre privador (padre primordial), ese que al ser omnipotente nos habla de ser el uno para todos y tenerlas a todas para uno, lo que causa y provoca el parricidio inicial. A este asesinato primordial le sigue la incorporación del padre muerto, el gran banquete, y luego el duelo por el padre muerto con el concomitante nacimiento de la culpa y del Superyó. Este asesinato es el que aparece también en su libro Moises y la religión monoteísta

Implicancia de los tres ensayos sobre Moisés

Según su biógrafo, Ernest Jones (1976), 

el líder que arrebataba su imaginación más que ningún otro tenía que ser inevitablemente Moisés, el gran hombre que construyó la base para una nación judía, que creó la religión que llevó siempre su nombre, y que estampó los rasgos más prominentes y valiosos del pueblo judío.

Sin embargo, es de público conocimiento que este, el último de sus libros, Moisés y la religión monoteísta, despertó todo tipo de críticas en algunos círculos de intelectuales judíos, como también en ámbitos seculares. Este libro irritó a los judíos tradicionalistas y a los historiadores profesionales, ya que a los primeros les arrebata el máximo líder moral, el primer legislador del pueblo de Israel, y lo “convierte” en egipcio, y a los segundos les altera la visión clásica de la narración del Sinaí. 

En la versión freudiana quedaría confirmado que la incorporación del monoteísmo y la costumbre de la circuncisión por parte de los hebreos (habiru) sería anterior a la gesta del patriarca Abraham, quien se posesionó en el relato bíblico como creador del monoteísmo y destructor del politeísmo reinante en Ur, quedando así como un recuerdo encubridor de esta alteración cronológica de los hechos.

El primer ensayo afirma que era “Moisés, un egipcio”. Escribe: 

quitarle a unpueblo el hombre a quien más honra como al más grande de sus hijos no es algo que se emprenda con gusto o a la ligera, y menos todavía si uno mismo pertenece al pueblo […]. Mas ninguna ejecutoria podrá movernos a relegar la verdad en beneficio de unos presuntos intereses nacionales, tanto menos cuando del esclarecimiento de un estado de cosas se pueda esperar ganancia para nuestra intelección (Freud, 1938, p. 7).

El segundo ensayo lo comenzó afirmando que“si Moisés era egipcio”, entonces la religión otorgada al pueblo judío era una religión egipcia, regida por acciones mágicas, ensalmos y ceremoniales a diferentes dioses (Freud, 1938). Mientras que la religión egipcia era politeísta, la religión de Moisés implicaba la aceptación del monoteísmo, la aceptación de la ley, que prohíbe acceder a lo que se desea: la doble interdicción: no te acostarás con tu madre y no reintegrarás tu producto, lo que implicaba la resignación pulsional o sea la instauración de la ley que prohibía el incesto.

Por eso la religión de Moisés es un monoteísmo riguroso, en ella hay lugar para un Dios único, omnipotente, inaccesible, no tiene forma material alguna, no se lo puede representar en imágenes ni puede pronunciarse su nombre. Es fundamentalmente atemporal y eterno.

El tercer ensayo fue el más conflictivo; pero después de vivir su propio éxodo, y una vez instalado en Londres (1938), escribe Freud: “La parte que sigue de estos estudios no se puede dar a publicidad sin unas circunstanciadas explicaciones y disculpas” (Freud, 1938).

Creo que con este último ensayo Freud hizo consciente o inconscientemente laico ese misticismo judío (por eso las disculpas), rompiendo la imagen del Moisés impoluto, donde se reproduce el asesinato de Moisés por el pueblo de Israel, como otrora lo relató en Tótem y tabú (Doria Medina y Kijac,1990). En este escrito, empero, su preocupación fundamental tenía que ver con el odio y el antisemitismo racista de Viena porque vislumbraba su gravedad y su peligro.

En consecuencia, enuncia algunas razones de este odio y se podrían resumir en:

  • Acusación por el deicidio.
  • Celos frente a aquel que se presentó como hijo predilecto y primogénito del Dios-Padre, como si los pueblos hubiesen dado crédito a esa pretensión.
  • La práctica de la circuncisión, que produce un efecto de horror y de espanto porque recuerda la castración temida.
  • Los pueblos como los germanos –que odian a los judíos– solo se hicieron cristianos tardíamente en la historia, y habiendo sido politeístas, no han superado su inquina contra la religión nueva impuesta –el cristianismo– y en consecuencia ese odio lo han desplazado hacia el judaísmo. Por lo tanto su odio es en el fondo odio hacia los cristianos.
  • La desmaterialización de Dios, presentado como un dios sin imagen, y representado por el tetragrama (YHVH), nombre secreto, imposible de pronunciar.

A estas causas hay que agregar otras que tienen que ver con la psicología de las masas, es decir, con la realidad objetiva que no necesita interpretación alguna,como el hecho de que los judíos viven como minorías, unidos, y  paulatinamente conservan sus costumbres, compran su propio techo, lo que provoca un odio irracional y, al decir de Freud, por “ser diferentes junto a la capacidad de lograr sustento […] toda vez que les es permitido, prestando valiosas contribuciones a todos los logros culturales (Freud, Moisés y la religión monoteísta, 1938, p. 87)

Esto es lo que produce la intolerancia de las masas en relación con el narcisismo de las pequeñas diferencias, diría Freud.

La aceptación del monoteísmo era la aceptación de la Ley, la ley que prohíbe acceder a lo que se desea: la doble interdicción: “no te acostarás con tu madre y no reintegrarás tu producto”, lo que implica la resignación pulsional o sea la instauración de la ley que prohíbe el incesto (Shoeffer, 2001).

El paso de la idolatría al monoteísmo implica la superación de la imagen (Dios-Padre es inmaterial) y la captación de la función paterna, que es una garantía del corte, la escisión, y por lo tanto la fundamentación del inconsciente (Shoeffer, 2001).

De esto nos habla el Pentateuco, la eficacia de la Ley Mosaica (las Tablas de la Ley en sus Diez Mandamientos incluyen el “no matarás”), porque instala un sistema de leyes como la castración simbólica, apoyándose en la incorporación del padre como autoridad legal y el advenimiento del avance de la cultura.

Es en la génesis de la conciencia moral donde participan tanto el amor como el carácter fatnazial e inevitable del sentimiento de culpa, a raíz del parricidio perpetrado por la fratría. La fortaleza de Moisés, la saga contada en el libro del Éxodo del Pentateuco, nos da señales de su empeño como líder para llevar a SU pueblo de la esclavitud a la libertad, a pesar de que a él le fue negada la entrada a la tierra prometida.

A más de 100 años de Psicología de las masas y análisis del Yo: algunas reflexiones sobre el racismo antisemita 

Vivimos en una época en la que por desgracia no tenemos muchas esperanzas de un avance en la tolerancia, en el ideal intelectual cultural y humanístico y, peor aún, vemos que este avance no tiene visos de concretarse.

La agresividad que el ser humano ejerce contra sus semejantes ha sido estudiada desde la perspectiva de todas las ciencias del hombre. Albergamos como seres humanos también la posibilidad de destructividad, deslealtad, incluso traición. Todos los genocidios nos llenan de horror al ver víctimas de tanta violencia. Después de la experiencia nazi4, y de su manifestación más horrible, el Holocausto (Shoá), uno debe seguir preguntándose cómo pudo esto suceder, y cómo puede ser que decenas de genocidios y aniquilamientos masivos se sigan llevando a cabo aún en este preciso momento.

¿Es suficiente pensar que las causas de la participación masiva de los pueblos del mundo, su silencio, su complicidad,habría que buscarlas en el monto de agresión, en el predominio de Tánatos, en el masoquismo, en la culpa inconsciente? 

¿Es suficiente pensar que la causa está en el sometimiento a padres castradores, en el hecho de generar con sus conductas y hábitos el odio al pueblo judío y organizar sistemáticamente por doquier su matanza?

Tal vez podamos colegir alguna enseñanza, para no volver a repetir, ya que cuando es amenazada la supervivencia uno se encuentra en permanentes situaciones de vulnerabilidad, los miedos y los temores se acrecientan, y se busca siempre un líder aunque se reconozca en él un psicópata hipnotizador, un personaje siniestro, pero que en tanto conductor de la masa sostenga el contacto y el intercambio como trama sostenedora para fortalecer el vínculo entre los sujetos (Hitler  lo hizo junto a los altos mandos de las SS).

Creo que lo que debemos aprender es a poder detectar estos síntomas que en principio son engañosos, pues tienen un aparato de propaganda y organización espuria y fraudulenta que nos invade hasta sentirnos bloqueados.

La historia enseña que los modelos de destructividad masiva no solo fueron repetidos, sino mejorados. No existe nada que nos haga pensar que esto no pueda volver a ocurrir. En los últimos años hemos presenciado genocidios y somos testigos vivientes de otros en ejecución.

Frente al precepto “no matarás”, ¿qué impulsa a una persona al sometimiento y a la realización de crímenes de lesa humanidad? ¿es que hay una respuesta posible cuando se fue socavando la psiquis, la conciencia moral del sujeto, además de estar este temeroso, obedeciendo a la autoridad que le propone accionar contra individuos indefensos? Estos individuos no se sienten responsables de sus propias acciones y son incapaces de cuestionar. Estoy convencida de que la regla última no debe ser la obediencia, el individuo debe reservar para sí mismo el derecho final de decidir.

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1 Este subtítulo remite a una versión anterior de este trabajo publicada en Cuadernos de Psicoanálisis N.º 1-2 (2016), revista de la Asociación Mexicana de Psicoanálisis.
2 margaritaszlak@hotmail.com, Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
3 La Cabalá o Kabala significa en hebreo “recibir” y es la designación de la tradición oral o enseñanza transmitida que explicaba y fijaba el sentido de los libros del Antiguo Testamento, en lo moral, lo místico y lo especulativo. Se vale de anagramas, transcripciones y combinaciones de las letras hebraicas con el fin de descubrir nuevos sentidos. Servía además de fundamento a la astrología y las ciencias ocultas. Peter Gay cita a A. Roback (p. 132), quien menciona que el método de Freud recuerda poderosamente al simbolismo que subyace en la filosofía cabalística, siendo una de las fuentes por él abrevadas.
4 Nota del Seminario de AMIA 1993: El antisemitismo existió en Alemania y en otros países de Europa durante muchos siglos. Las doctrinas racistas que hicieron su aparición en el siglo XIX añadieron nuevo impulso al odio antijudío. En muchos países el antisemitismo racista fue usado como un instrumento de propaganda política para lograr el apoyo de las masas. Sin embargo, solo en la década de 1930, al afianzarse el nacionalsocialismo (nazi), y al encaramarse Hitler al gobierno alemán, el antisemitismo racista fue adoptado como línea de partido político de grandes dimensiones. Durante una década o más, la propaganda antijudía preparó sistemáticamente a la poblaciòn alemana a aceptar la destrucción de los judíos, con una intensa desvalorización de la víctima. Paso a paso fueron excluídos de la categoría de ciudadanos, nacionalidad, hasta que finalmente se les negó el papel de seres humanos. Esto justificaba el trato brutal sin precedentes históricos.

Descriptores: FREUD, SIGMUND / MOISÉS / NAZISMO / ANTISEMITISMO / MONOTEÍSMO / HOLOCAUSTO


Abstract

More than a hundred years after Group psychology and the analysis of the Ego: reflections on anti-Semitic racism  

As a consequence of my shocking visit to the concentration camps in Poland, my thorough reading of Freud’s biography by Ernest Jones and of Freud’s Moses and monotheism, I was interested in finding out why one of Freud’s last theoretical and humanistic concerns was the exploration of the roots of anti-Semitism, as well as the advent of hatred against Jews and Nazism, which consolidated the horror and slaughter of millions of people in the Second World War. The advance of racist anti-Semitism in Germany in the 1930s with a psychopathic leadership continues to challenge us to this day.

The saga of the Jewish people recounted in Exodus, the second book of the Pentateuch, shows the power of Moses as a leader, the hypnosis and suggestion he exercised over his people, to bring about the Exile that led them from slavery to freedom.


Resumo

Uma possível reflexão após mais de cem anos de Psicologia das massas e análise do Eu. Reflexões sobre o racismo antissemita. Moisés está para Egito como Freud está para Viena 

A partir do impacto que me produziu a visita aos campos de concentração na Polônia, a leitura minuciosa da biografia de Freud resenhada por Ernest Jones, e o texto freudiano Moisés e a religião monoteísta, surgiu meu interesse em refletir sobre por que uma das  últimas preocupações teóricas e humanísticas de Freud foi o aprofundamento e conhecimento das raízes do antissemitismo, como também o advir do ódio e do nazismo, sendo este um meio eficaz para consolidar o horror e a matança de milhões de pessoas na  Segunda Guerra Mundial. O avanço do antissemitismo racista da Alemanha na década de 1930 com uma liderança psicopática continua nos interpelando até hoje.

A saga do povo judeu relatada no livro Êxodo, segundo livro do Pentateuco, argumenta a força do líder Moisés, a hipnose e a sugestão que exerceu sobre a massa, podendo assim concretizar o Exílio da escravidão à liberdade.


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