Trans-formaciones. Polisexualidades en el malestar sexual actual del siglo XXI

Mirta Goldstein, Lugar Editorial, 2023, 196 pp.

Este libro, Trans-formaciones. Polisexualidades en el malestar sexual del siglo XXI, plantea una serie de ideas tales como: 1. La diferencia sexual es el trauma de la civilización homo sapiens o civilización del símbolo. 2. La diferencia sexualmente simbólica escribe la falta según el psicoanálisis freudiano-lacaniano. 3. La pregunta actual no es por el ser hombre o mujer sino: ¿no siendo ni lo uno ni lo otro, cómo puede el sujeto imaginarse y nombrarse tramitando la angustia de separarse de lo que se fue siendo y lo que se será siendo aún incognoscible? 4. Lo polisexual, poliobjetal y poliamoroso habita en todo sujeto desde el nacimiento y su primer ordenamiento se da con el estadio del espejo. 5. En psicoanálisis el sujeto nombra lo común de lo inconsciente y lo diferenciado de la sexuación. 6. La sexuación es el invento singular de cada quien del cual el sujeto mismo se asombra y debe apropiarse en la flecha de su tiempo inconsciente y de su tránsito por la cultura de su época. 7. Entre el nacimiento y el estadio del espejo reconoce un estadio “heteros inconsciente primario” de goces difusos y difuminados por la superficie corporal, las mucosas y los órganos que anticipan a las zonas erógenas pero aún no pueden calificarse de tales. 8. Se distingue lo prepulsional de lo pulsional propiamente dicho que se encentra en la base de la disposición queer.

La diferencia sexual es lo imposible de saldar, de cerrar, y por ello deviene traumática; eso imposible se inscribe por el lenguaje, la muerte de la Cosa y una temporalidad de eslabones de elaboración, tramitación y resolución de la angustia y los goces singular para cada sujeto.

Las diferencias entre sexo, sexualidad y sexuación pueden ubicarse en los registros o dimensiones subjetivas: el sexo real genético y anatómico, la sexualidad fantasmática y la sexuación como la apropiación subjetiva de los goces, identificaciones y rasgos que se combinan de manera insospechada.

En este libro se introducen las Trans-formaciones, como formaciones inconscientes que se suman al listado freudiano de los sueños, los lapsus, los síntomas, las inhibiciones. Esta idea es eminentemente clínica e intenta despatologizar a las polisexualidades o identidades en tránsito.

Se considera a la oposición significante: varón-mujer, como secundaria a diferencias primarias.

Los consultantes que llegan al análisis y que están real o imaginariamente en tránsito sufren doblemente: por la disconformidad angustiosa por lo que deberían ser sin sentirse allí, y la angustia que los fragmenta y para los cuales el tránsito significa recuperar una unidad corporal, yoica y subjetiva. 

La posición sexuada en el discurso y en los goces, única e irrepetible, es un invento del sujeto que acontece al atravesar por temporalidades constituyentes en las cuales se combinan contingentemente identificaciones masculinas y femeninas, goces prepulsionales y pulsionales y elecciones diversas de objetos de deseo y amor. La invención que surge es un nuevo constructo sexual del cual una parte queda atravesada por la castración, otra parte queda por fuera de ella y en algunos casos podemos reconocer un más allá a la diferencia sexuada masculino/femenino, en muchos casos con posibilidades creativas y en otros con eclosiones persecutorias y pasajes al acto.

La asunción de sexo y la sexuación no están solo determinadas culturalmente, lo que sería un determinismo absoluto del Otro de los discursos, sino por las inscripciones contingentes en el sujeto de las marcas del Otro.

La sexualidad humana, al no ser instintual, no es la misma en las distintas temporalidades del sujeto ni fijada de una vez para siempre. Se dan casos en los cuales la salida de un duelo insuficientemente elaborado desencadena un cambio en la elección de objeto porque se produce un movimiento torbellinante en las identificaciones maternas y paternas, o una desestimación de la ley simbólica que se resuelve a través de mecanismos pre represivos como la transformación en lo contrario y la vuelta contra sí mismo, o como un deseo de transformación de la identidad sexual debida a que la sombra del objeto duelado insuficientemente cae sobre el Yo provocando un cambio en la posición de goce. Muchas melancolizaciones salen del decaimiento psíquico que las agobia a través de un cambio de orientación sexual o de la elección de objeto y muestran, así, la relación entre sexualidad y depresión.

Hay sujetos que transitan por goces y objetos no fijados, por lo cual se constituyen como polisexuales, poliamorosos y/o poliobjetales, por ejemplo los queer. Sin embargo, todos los seres hablantes son poliamorosos y poliobjetales, aunque a nivel imaginario se delinee una mascarada sexual y se elija un objeto lo más próximo al ideal sexual. 

Las polisexualidades o sexualidades LTGBQ+ no se ajustan al ordenamiento pulsional fálico y padecen fragmentaciones de la imagen o una distorsión en el espejo: ven lo que no son, de modo semejante a lo que ocurre en las anorexias; esto se debe a que vacila la identidad yoica y la estabilidad subjetiva y por ello se los confunde con patologías severas, sin serlo en la mayoría de los casos.

Lo prepulsional son las marcas de restos de goces que se desplazan por el cuerpo, las mucosas y los órganos desde el nacimiento hasta el estadio del espejo. En ese tiempo el cuerpo está en construccion de sus posibilidades erógenas. Esta temporalidad es común a todos los seres hablantes. Freud atribuye estos desplazamientos de goces a lo femenino, pero se da en todo infans pues es anterior a la diferenciación sexual percibida y significada.

Lo polisexual toma al género fluido como un territorio erógeno constituyente y no excluyente ni solo de algunos pocos. Un recién nacido funciona a semejanza de un/a gender fluid, en el sentido de un cuerpo apto para una erogeneidad difuminada, desplazable, un queer en tránsito a su singular sexuación. Lo polisexual es universalmente anterior a las diferencias sexuales, anterior a la asunción simbólica de un goce y un objeto y a la fijación a una zona erógena.

En la temporalidad del sujeto infantil se incluye lo primario de los signos de percepción o goces difusos que Lacan considera asexuados, y desde el punto de vista de la autora, Mirta Goldstein, son polisexuados o abiertos a lo aún no acontecido. La paradoja radica en que si no han acontecido resultan asexuados, pero siendo que van a acontecer, ya están en camino de acceder a transcripciones preconscientes y conscientes de la sexualidad.

La heterosexualidad y las polisexualidades mal denominadas no normativas, transitan un largo camino de transformaciones y duelos pues el encuentro con el propio erotismo no es sin angustia de castración y sus efectos de inhibición, dudas y síntomas fóbicos y obsesivos; en las polisexualidades ese tránsito es doblemente sufriente debido a que se exilian de lo que son y se exilian a algo por advenir que a su vez conmueve lo esperado del ideal sexual imposible de completar totalmente. La sexualidad es un territorio erógeno que algo aloja y algo exilia y que está abierta a múltiples resoluciones y suplencias, entre las cuales se encuentra la nueva identidad sexuada. 

Una de estas utopías de nuestro tiempo es la creencia en que es posible la eliminación de la diferencia sexual al infinitizar los géneros. El libro plantea que en lugar de infinitizar los géneros para el psicoanálisis la infinitud se manifiesta por la combinatoria singular que la sexualidad inscribe en cada sujeto: ese invento combinado de goces. 

El goce se refiere a aquello que marca el exceso que provee la pulsión y que desborda algo inscripto como dique. Los goces se han dividido para su comprensión en goce fálico o para todos los seres, y goce no-todo fálico, que a su vez nombra lo femenino como más allá. Como salida a este binarismo se introduce el goce polisexual; estos tres goces se manifiestan como posición subjetiva en el placer y en el discurso.

Como en todas las manifestaciones humanas, las luchas discursivas expresan la dificultad de acuerdo perfecto entre goces. Por ejemplo, una feminista puede estar hablando desde una posición machista y un varón desde una posición femenina.

La combinatoria sexual o el invento sexuado reúne elementos pasivos-activos, una fijación al objeto disociada entre virgen-madre y mujer deseante en todos los sexos, un goce de órgano peneano, clitorideano o un goce en la extensión corporal y un goce de la palabra y del acto. Son los goces: masculino, femenino y polisexual los que se enfrentan o combinan. Si se enfrentan, radicalizan los discursos y si se combinan, lo hacen en términos de invento de sexuación.

La posición masculina fálica y la posición femenina no-toda fálica son a su vez fantasmas a analizar, que derivan de la disociación madre virginal-mujer deseante en todos los sexos y sexuaciones. Así, un Hamlet le reprocha a su madre su sexualidad con otro que no es él mismo; deseo de retorno a una madre fálica completada con su propio cuerpo erotizado y con la fantasía de acceder al interior materno y encontrarse con el pene paterno.

Cuando el encuentro con las diferencias reales, imaginarias y simbólicas del cuerpo de la mujer amenaza la integración yoica, se reactivan fantasías en torno al padre primordial de tipo violatorio que pueden conducir a la homosexualidad o a lo queer o a una paranoia o a la locura histérica o a disfunciones sexuales. O sea, se abren distintas posibilidades dada la contingencia de la combinatoria sexuada.

Si la definición sexuada es secundaria, los niños que demandan el tránsito a otro sexo lo hacen atados al binarismo: o soy esto, o soy lo otro. Esta oposición es una restricción del símbolo y del lenguaje, por lo cual antes de tomar medidas de tránsito hay que esperar al segundo tiempo de la sexualidad y enfrentarse realmente con el cuerpo del otro en una sexualidad en acto. El paso por el Edipo y el paso por la experiencia con el objeto influyen en la asunción de la sexuación.

La heteronorma que funciona a nivel social y, por lo tanto, como sedimento superyoico, influye en el malestar de los sujetos y de las parejas y familias consciente e inconscientemente. Es desde la concepción hetero normativa que se promueve el binarismo, por ello la sexualidad queer vino a decir que el heteros de goce ya estaba ahí desde lo más primario. Luego lo queer vino a mostrar que primero se atraviesa la polisexualidad y hay motivos para pensar que se puede seguir allí al modo de una fijación.

El libro también aborda las nuevas masculinidades y feminidades.

Numerosos ejemplos clínicos pueblan este libro, siendo un aporte a la clínica actual.

Mirta Goldstein
goldsteinmirta@gmail.com