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Trabajo psicoanalítico grupal con residuos transgeneracionales de traumatización histórica: El caso de las Conferencias Germano-Israelíes

H. Shmuel Erlich1 y Mira Erlich-Ginor2
Traducido por Andrea Ikonicoff y Daniel Schmukler

Resumen

Partiendo del Holocausto como situación que permite observar la magnitud con la que el trauma histórico sigue afectando las vidas, las mentes y el bienestar psíquico de las generaciones futuras, aunque no lo hayan experimentado directamente, los autores han desarrollado un método para trabajar sus secuelas tanto en los perpetradores como con las víctimas, siendo dicho método aplicable en circunstancias históricas similares.

Dicho método, denominado Conferencias de Relaciones Grupales, ha sido desarrollado por los autores del trabajo junto con analistas de Alemania, Israel, Inglaterra y otros lugares, y ha sido diseñado para trabajar con los efectos residuales del Holocausto en las vidas de psicoanalistas, psicoterapeutas y profesionales de la Salud Mental alemanes e israelíes, así como de otros afectados.

El punto más esencial de este trabajo es que cada grupo nacional o étnico necesita la presencia real del otro, con el fin de poder hacer su propio trabajo interno ya sea sobre el duelo, la agresión, la culpa, la venganza o carencias.

El trabajo da cuenta y explicita el enfoque de las relaciones de grupo en que se basa, y sus fundamentos teóricos, utilizando además viñetas clínicas de las tres primeras Conferencias entre israelíes y alemanes que son de gran utilidad para su comprensión.

Hablando del Holocausto

El Holocausto ‒la aniquilación sistemática de los judíos europeos por parte de la Alemania nazi en su programada “solución final” del “problema judío”‒ es uno de los actos destructivos más horrendos jamás presenciados. Es la aniquilación sistemática de un pueblo por otro, mediante los logros tecnológicos e industriales más avanzados de la civilización del siglo XX. Es a veces difícil hablar del Holocausto en otras culturas, porque el Holocausto es un fenómeno esencialmente europeo. Tuvo lugar exclusivamente en tierras europeas, fue perpetrado por una de las principales naciones europeas en términos culturales ‒-la Alemania nazi‒ y tiene sus raíces profundas en la historia europea de la lucha entre el judaísmo y el cristianismo, y el profundamente arraigado antisemitismo que se desarrolló a partir de ella a lo largo de muchos siglos. 

A pesar de que tuvo lugar hace 70 años, la sombra del Holocausto y su secuela radiactiva siguen envenenando, de las formas más palpables, las vidas de los descendientes, tanto las de los perpetradores como las de las víctimas (Bohleber, 2007).

Por lo tanto, es un ejemplo clave para observar la magnitud en la que el trauma histórico sigue afectando a las vidas, las mentes y el bienestar psíquico de las generaciones futuras, aunque no lo hayan experimentado directamente (Moses, 1992). Es una ilustración conmovedora y dolorosa del alcance de las atrocidades inhumanas ‒o quizá, por el contrario, muy humanas‒ de las que son capaces los individuos, los grandes grupos y los Estados modernos. Aunque creemos que el Holocausto no tiene parangón y es único en la historia de la humanidad, la perpetración de atrocidades extremas tiene también muchos paralelismos en otros continentes. Todos conocemos las brutalidades de los japoneses, los jemeres rojos, la Revolución Cultural China, el genocidio de Ruanda y las recientes bestialidades de los Rohingya y Siria, por nombrar solo algunas.

Un aspecto que acompaña esta necesidad de trabajar sobre los efectos residuales de tales atrocidades es la poderosa tendencia a negar su existencia, y así librarse de la culpa y la agresión asociadas. La negación del Holocausto, a tan solo 70 años, y cuando los sobrevivientes aún están vivos, está ganando terreno, y es un ataque a la posibilidad de hacer el duelo y seguir adelante internamente.

Como psicoanalistas, debemos hacer todo lo posible para comprender las raíces de semejante crueldad y capacidad de destrucción humana. Creemos que el enfoque y el método que hemos desarrollado para trabajar con las secuelas del Holocausto merecen atención y reflexión, ya que son aplicables a situaciones y circunstancias similares.

Fueron necesarios muchos años y la superación de enormes barreras psicológicas para que la experiencia del Holocausto fuera puesta en palabras y fuera objeto de un trabajo interno. Sin embargo, 70 años calendario no son mucho tiempo en la escala temporal intrapsíquica.

Durante los últimos casi 30 años hemos iniciado y dirigido, junto con colegas de Alemania, Israel, Inglaterra y otros lugares, una serie de Conferencias de Relaciones Grupales diseñadas originalmente para trabajar con los efectos residuales del Holocausto en las vidas de psicoanalistas, psicoterapeutas y profesionales de la salud mental alemanes e israelíes, así como de otros afectados. Como un desarrollo ulterior que surgió de este trabajo, formamos una organización que se dedica a continuar y promover este emprendimiento: PCCA3 ‒Socios en la Confrontación de Atrocidades Colectivas‒ que fue galardonado con el Premio Sigourney en 2019.

A continuación, describiremos brevemente el enfoque de las Relaciones de Grupo e ilustraremos los procesos que tienen lugar en estas conferencias con algunos ejemplos seleccionados. Por último, discutiremos algunos aspectos del trabajo y los temas que emergen de él.

El enfoque de las relaciones de grupo

Las Conferencias de Relaciones de Grupo son una adaptación única de la exploración y comprensión psicoanalítica combinada con un abordaje de Sistemas Abiertos. La base psicoanalítica de este trabajo está firmemente arraigada en los conceptos de pulsión y relaciones de objeto de Melanie Klein (1946) (por ejemplo, escisión, proyección e identificación proyectiva, objeto interno bueno y malo, destructividad, culpa y reparación) y Wilfred Bion (1961) (por ejemplo, transferencia de grupo como-un-todo, dinámica de grupos de supuestos básicos versus grupos de trabajo), así como desarrollos posteriores (por ejemplo, Turquet (1975) sobre la dinámica de los Grupos Grandes). La Teoría de los Sistemas Abiertos (Bertalanffy, 1968) ha aportado importantes conocimientos (insights) y conceptos estructurales ‒como rol, límite y tarea principal, y lugar y función del liderazgo‒ que conciernen a la vida de las entidades sociales, las organizaciones y las instituciones. La metodología de las Relaciones de Grupo, que se basa en la integración de ambos enfoques, fue desarrollada por el Instituto Tavistock de Relaciones Humanas en 1957, y desde entonces se ha extendido por todo el mundo. Por lo general, las conferencias de trabajo de Relaciones de Grupo se centran en los aspectos de autoridad y liderazgo. Las conferencias están orientadas hacia el aprendizaje de la propia experiencia, en los variados entornos de grupo provistos: Grupos de Estudio Pequeños y Grandes, Grupos de Revisión y Aplicación, Plenarias, y un Evento Intergrupal o un Evento del Sistema.4 El aprendizaje es íntegramente individual y evoluciona tanto en el encuadre del aquí y ahora como en los encuadres más orientados a la acción.

La teoría en pocas palabras

Las Conferencias de Relaciones de Grupo están diseñadas para ser un contenedor seguro. Esto se logra proporcionando una combinación de límites firmes y claros e interpretaciones. Los límites más evidentes son los del tiempo, el espacio y la tarea: cada evento empieza y termina a una hora precisa y en un territorio especificado; los miembros del equipo se mantienen en su función. Estos fuertes límites proporcionan las condiciones necesarias para una cierta regresión que tiene lugar una vez que los roles habituales de uno son difusos o irrelevantes, y las defensas están disminuidas. La experiencia es generalmente la de encontrarse en un espacio psíquico nuevo y desconocido. Se trata de un estado mental desafiante, que provoca ansiedad, pero que está lleno de potencial de descubrimiento y creatividad. Los miembros del equipo de estas conferencias tienen una tarea compleja: actúan como consultores de los diversos eventos y forman la conducción que mantiene los límites en los que se producen y desarrollan los eventos. Están disponibles para las proyecciones y las interpretan. Las interpretaciones generalmente conciernen al aquí y al ahora y son construidas a través de la contratransferencia y la identificación de procesos de identificación proyectiva. Cada miembro del equipo trabaja con varias configuraciones de grupo. El equipo también trabaja como un grupo en el que la tarea es descifrar y comprender lo que ocurre en la conferencia como un todo. El hecho de que habitualmente haya entre 9 y 12 miembros del equipo ofrece oportunidades para proyecciones diferenciales. Trabajar como parte del equipo puede ser muy significativo y sumamente emotivo.

Desarrollando el diseño de las Conferencias de Nazaret 

Nuestro trabajo se centró inicialmente en los dos grupos de nacionalidad implicados en el trauma del Holocausto ‒alemanes e israelíes‒ y se amplió gradualmente para incluir a Otros afectados, palestinos y, más recientemente, a víctimas y perpetradores europeos. El formato habitual de una Conferencia de Relaciones de Grupo, que se basa en inscripciones individuales, tuvo que ser adaptado para trabajar con dos grupos de nacionalidades reconocidas e identificadas. Todo esto está completamente descripto en nuestro libro sobre las tres primeras conferencias: Alimentado con lágrimas, envenenado con leche (Erlich et al., 2009).

Incluiremos, a modo de ilustración, extractos breves de las actas. El punto más esencial en este trabajo es que cada grupo nacional o étnico necesita la presencia real del otro con el fin de poder hacer su propio trabajo interno, ya sea sobre duelo, agresión, culpa, venganza o carencias. Sugerimos que este método proporciona un enfoque potencialmente valioso para trabajar con instancias de atrocidades étnicas, religiosas y nacionalistas y con sus residuos, también en otras partes del mundo.

“Estoy muy decepcionado: ¿por qué hay tan pocos israelíes aquí?” Esta pregunta de un analista alemán abrió la primera conferencia. La respuesta inmediata vino de una mujer israelí de edad avanzada: “Si no hubierais matado a tantos de nosotros, hubiéramos sido más aquí”. Este doloroso y dramático intercambio inició una serie de conferencias de trabajo en las que los psicoanalistas alemanes se reunieron con sus homólogos israelíes. Estas conferenciasfueron evolucionando hasta tener vida propia: tienen un pasado histórico, un presente intenso y absorbente ‒que es diferente en cada una de ellas‒, y un futuro aún incierto. En total, se han realizado hasta ahora 12 conferencias: en Nazaret (Israel) (1994, 1996), en Bad Segeberg (Alemania) (2000), en Chipre (2004, 2006, 2008, 2010), en Kliczkow (Polonia) (2012, 2014, 2016) y en los Países Bajos (2018, 2020). Intentaremos ofrecer una imagen acerca de lo que transcurrió y afloró en estos encuentros, pero debe quedar claro de entrada que nuestro esfuerzo en el intento de transmitir, por más sincero y serio que sea, no puede ser del todo exitoso. Lo que describimos es altamente vivencial y personal: al igual que en un análisis, tiene que ver con el saber a través y desde la propia experiencia personal. En un sentido muy profundo, cada participante de la jornada tuvo su propia jornada, diferente y única. Es casi imposible, y hasta cierto punto erróneo, describirla y generalizar sobre ella.

Viñetas

A continuación, nos centraremos en las tres primeras conferencias de alemanes e israelíes. Lo siguiente ha sido tomado de un collage de contribuciones, que los participantes han escrito sobre las conferencias, que forma parte y ha sido escrito para el libro (Erlich et al., 2009) que hemos publicado. Estos fragmentos pretenden aportar algo del sabor emocional, así como demostrar los dilemas inherentes a este trabajo.

Primero, hay unas breves auto-presentaciones y reflexiones sobre la conferencia por parte de israelíes y alemanes: (¿quién soy?, ¿por qué he venido?), seguidas de una descripción detallada de un acontecimiento puntual.

Una mujer alemana escribe: “A menos que me lo pidan o me presenten, nunca se me ocurriría querer decirle a alguien quién soy, ya que esto expondría que soy alemana. Me parece más fácil, más soportable, no ser nadie, inexistente, que tener que enfrentarme a los sentimientos relacionados con ser alemana”.

Un hombre israelí: “Pero ¿realmente quiero? No tengo ‘ganas’ de venir. Es demasiado agobiante. Por momentos me veo como un soldado americano (judío) que llega a este país nazi en 1945, y en otro momento como un judío atemorizado que trata de pasar desapercibido durante la guerra, pues de lo contrario será fusilado en el acto. Me da miedo no poder dormir todas las noches allí, y que todo el mundo vea lo aterrado que estoy, estando en esta tierra [Alemania]; y no ser capaz de distinguir entre la fantasía y la realidad, entre la historia y la realidad del aquí y ahora. De todos modos, ¿cuál es la realidad, cuando un judío se pasea libremente por Alemania, y todavía hay quienes preferirían que esté muerto? Pero no es un argumento suficientemente válido, ya que aquí (en Oriente Medio) tampoco somos tan bienvenidos, y sin embargo sigo aquí”.

Una mujer alemana: “La semana pasada, el 20 de junio de 2001, mi padre murió a la edad de 81 años. Desde ese momento pienso, aun más que antes, que yo no soy personalmente responsable de lo que ha ocurrido. Ya era consciente de eso, pero ahora estoy más convencida aún. Supongo que él fue uno de esos horribles soldados que en la última guerra mataron a todos los que pudieron, incluso a los que él solo quería quitar del camino, como mosquitos que le molestaban. Durante mi infancia tenía miedo de que me matara si me atrevía a decir algo sobre él que no le gustara oír. Este peligro ensombreció mi vida. Mi padre me acusaba de querer matarlo. Me alegro de que haya muerto de enfermedad y de viejo. No lo maté, al fin y al cabo”.

Una mujer israelí: “Mi padre nació en Alemania en 1905, salió de Alemania en enero de 1933. Al presentarse después de las vacaciones de Navidad, en el hospital donde trabajaba, se le comunicó que no podía seguir trabajando allí como médico. 

Recuerdo que de pequeña le preguntaba sin cesar, a mi padre, qué le había llevado a abandonar Alemania y a llevarse a sus padres. Me contó de su educación sionista en el movimiento juvenil ‘Blau Weiss’, pero nunca me contó sobre el antisemitismo que sufrió…”.

Verano de 2000, Bad Segeberg, sesión plenaria, dice una hermosa mujer alemana (¿estereotipo de mujer de las SS en las películas?): “Tengo una madre nazi convencional”. El lago y el bosque son tan hermosos, el ‘Appfel Kuchen’, el arenque y el ‘Kartofel Salat’ son tan sabrosos. Estoy en un pequeño grupo de estudio con un consultor alemán, siempre crítica para con él, con dificultad para aceptar la autoridad alemana, y aquí viene un pensamiento asombroso: ¡tengo una madre nazi-judía convencional! ¿Yo?” 

Una mujer alemana: “Me puedo imaginar alguien que me preguntara si vale la pena participar en una nueva jornada. Mi respuesta sería: No cabe ninguna duda, ¡debes participar! Pero debes ser consciente de algunos peligros.

Es posible que hayas leído mucho sobre el Holocausto y creas que sabes mucho sobre estos temas. Sin embargo, de repente sientes una cierta ansiedad, que a veces solo tu cuerpo puede decirte.

Algunos de nosotros nos enfermamos. Algunos de nosotros decidimos ser valientes. Algunos no contaron que iban a la Conferencia porque no querían justificarse. La mayoría de nosotros tenemos pequeños círculos de amigos y solo allí queremos hablar de nuestros sentimientos. 

De repente, el mundo se divide entre los que aceptan este tema y aquellos que no. Y uno no quiere oír una y otra vez que estamos hartos de este tema en Alemania, más de 50 años después del Holocausto.

Y notas que no puedes evitar preguntarte: ‘¿Qué hacía tu padre cuando era profesor en los años cuarenta?’ O: ‘¿Qué sabes sobre tu padre y tu madre?’

¿Pero por qué esta pregunta? Es su historia, y es del pasado.

Entonces comienza la conferencia y, de repente, el pasado es presente. Sientes que eres mirado como un alemán, quizás incluso como un nazi… Quieres asegurarles a los israelíes que no hay ningún peligro: estarán a salvo si salen a pasear. Pero ¿puedes estar seguro de que estos hombres mayores allí, en el lago, no han estado involucrados en el Holocausto? Y anhelas que no haya ningún neonazi en las cercanías del lago.

Te sientes profundamente avergonzado por lo que han hecho tus padres, por lo que actualmente sucede en Alemania. (El domingo pasado se cumplió el 71 aniversario de la Krystal Nacht, y una sinagoga de Dresden fue objeto de vandalismo). 

Algunas personas, previamente a la conferencia, pueden pedirte que después les cuentes. Pero luego, de repente nadie quiere saber. Y puede que tú tampoco quieras revelar tus sentimientos internos. 

Participar en una conferencia de este tipo es como un paseo por la montaña: hay momentos hermosos y partes peligrosas, y después todo el mundo cuenta otra historia, la que más le impresionó. Puedes sentirte sorprendido de cómo finalmente se trivializan profundos precipicios”.

Una mujer israelí: “Descubrí que la resistencia más poderosa provenía de mi deseo de mantener mi odio vivo y mi enemigo focalizado, claro y sin cambios. Era una de las maneras de recordar el Holocausto y de no sentirme una traidora con mi pueblo y mi familia. Es más, podía percibir que, de alguna manera, el sentimiento de odio me daba una sensación de poder a la que me resultaba difícil renunciar”.  

El evento de sistema es uno de los principales bloques de la conferencia. Tiene una duración de 7 a 8 sesiones a lo largo de 4 días. Es el campo de juego para la dinámica de la conferencia y para la puesta en escena (enacment) de fantasías inconscientes, proyecciones e identificaciones.

En esta conferencia específica, el evento del sistema se inició en grupos de nacionalidades separadas de “alemanes”, “judíos” y “Otros”. La tarea consistía en “estudiar los procesos en curso, relativos a la creación y desarrollo de relaciones en el sistema en su conjunto”. Aportamos el relato de un participante israelí, seguido del de un participante alemán en el mismo evento.

“Nosotros, del grupo israelí, debatimos entre nosotros sobre qué tema proponer para trabajar en conjunto con nuestros colegas alemanes. Se presentaron varios temas, y yo sugerí una simple pregunta: ‘¿Cómo se manifiesta el pasado en el presente?’ Durante la discusión, un representante del grupo alemán se acercó y propuso un tema en el que algunos de los alemanes estaban interesados: ‘Los estereotipos que cada nación tiene sobre la otra’. G. observó que este tema era similar al que yo había propuesto. En efecto, parecía que ese era el caso, así que G., I. y yo abandonamos inmediatamente el grupo de israelíes y nos unimos a un grupo de unos doce alemanes (a los efectos del resultado, demasiado rápidamente). A los pocos minutos se nos unieron otros cuatro israelíes. Con la ayuda del consultor, establecimos un plan de trabajo para ese día.

Nos pusimos de acuerdo en que al final del día decidiríamos (cada grupo por separado) lo que tendría lugar en las dos sesiones que quedaban para el día siguiente. Ahora recuerdo este trabajo en conjunto como algo placentero y ‘de trabajo’, y sobre todo como algo intrigante.

Al final del día nos separamos ‒los alemanes y los israelíes‒ para que cada grupo decidiera por sí mismo cómo continuar. Como todos los israelíes teníamos la impresión de que se había hecho un trabajo productivo, pensamos que debíamos continuar con el mismo formato también al día siguiente.

En ese momento, nos encontramos con una gran sorpresa. Los alemanes decidieron que querían trabajar con nosotros durante una sesión el día siguiente, pero manteniendo la última sesión como un foro ‘puramente alemán’, para aclarar asuntos entre ellos.

A partir de este momento mis impresiones se vuelven cada vez menos objetivas. A partir de este momento las impresiones son también los hechos.

Lo que piensan los israelíes

Los israelíes nos reunimos entonces para discutir lo que había sucedido. Cuando empezamos a hablar entre nosotros comprendimos inmediatamente que se trataba de una muestra del ‘pasado en el presente’. Los alemanes habían decidido permanecer juntos, sin los judíos. Las distintas reacciones fluctuaron desde el deseo de levantarse y abandonar el grupo alemán por completo hasta la idea de ‘unirse a la batalla’, osea, abordar el tema al día siguiente, ya que para eso habíamos venido al taller.

La fuerza de la exclusión era bochornosa. Era como si realmente estuviéramos ‘allí’ en los años treinta y nos estuvieran echando. Esto generó sentimientos de rabia igual de intensos y el deseo de no permitir que pasara en silencio. ‘Esta vez les enseñaremos’ fue la esencia de nuestra promesa a nosotros mismos, ‘darles una buena batalla’.

Aquella tarde, en nuestros encuentros informales con los alemanes, advertí esa delgada línea entre los modales europeos civilizados y el intenso deseo de decirles que se fueran al infierno ‒entre el encuentro humano con colegas valientes que habían venido a investigar un tema complicado junto con nosotros y el sentimiento loco de que los malditos alemanes están una vez más estableciendo leyes raciales y organizando un foro ‘puramente alemán’ para ellos.

La mañana siguiente

Para mí esta sesión fue la más importante en todo el taller. No es justo ser selectivo, pero pienso en esa sesión en especial una y otra vez por la curiosidad de ver esos momentos, que son tan difíciles de reconstruir, en los que ocurrió eso que convirtió todo en un evento emocionalmente real.

Realmente ‘les dimos una buena pelea’. Les dijimos a los alemanes que, si bien había reglas aceptadas, según las cuales ellos habían elegido qué hacer, y nosotros respetamos su decisión, sin embargo, aquí había ocurrido algo más en el nivel del que generalmente no suele hablarse, pero que aquí, en este taller, era absolutamente esencial y, por lo tanto, debía ser discutido explícitamente. En este nivel, los alemanes habían vuelto a permanecer juntos expulsando a los judíos. Dijimos que la diferencia entre ese momento y el actual era que estos judíos sí tienen un lugar a donde ir, y que ahora pueden decirles a los alemanes que se vayan al infierno.

Me parece que esta vez el shock fue de ellos. Al principio, no lo comprendieron. Luego trataron de explicarse y, lo que es aún peor, de disculparse por si nos habían hecho daño. Su explicación fue que, al fin y al cabo, habían actuado acorde con las reglas, no habían hecho nada ilegítimo, y que esta había sido la decisión de la mayoría, y así sucesivamente. Les llevó tiempo hasta que ellos pudieron escuchar los tonos escalofriantes que habíamos oído la noche anterior. También para ellos, el ‘ayer’ apareció en el ‘hoy’.

Pensé en la pesadilla de los que habían enfrentado a los alemanes en aquel entonces, sin un Estado ni una hostería en Nazaret. Me vinieron a la cabeza algunos pensamientos sobre mi madre y el terror indescriptible que había sentido hacia los alemanes, y sobre lo que significa que yo esté aquí. Ella nunca los perdonará, y tal vez sea mejor permanecer lejos de todo esto y dejar los intentos de acercarse para las próximas generaciones.

Otra línea de pensamiento también se desarrolló a partir de estas asociaciones que flotaban libremente. Me las imaginaba a mí mismo: caras que, en su mayoría, no conocía bien. Cuando nos dijeron que era una decisión mayoritaria (que los alemanes se quedaran solos) traté de adivinar quiénes habían votado ‘en contra de nosotros’, quiénes tenían esa cara tan nazi. Hice una selección, los dividí en buenos y malos, y yo ‘sabía’ que podía diferenciarlos. Más tarde pensé que ‘son todos iguales’ y que todos ellos deberían ser eliminados definitivamente. Se lo merecen; al fin y al cabo, son alemanes. Incluso pensé sobre cómo hacerlo.

Cuando poco a poco empezaron a entender lo que había pasado cuando decidieron hacer una sesión solo para alemanes, me quedé muy vacío y quise alejarme de estas personas que habían evocado este tipo de odio en mí. Recuerdo vagamente la siguiente sesión; no estaba escuchando realmente. No tengo ni idea de qué me llevó, en algún momento, a escuchar sus nombres y a relacionar sus nombres con sus caras. Primero ocurrió y sólo después me di cuenta de que estaba ocurriendo. Jugué con los nombres, algunos extraños y fríos y otros más suaves. Sé que no parecerá extraño si digo que poco a poco, para mi total sorpresa, empezaron a parecer humanos”.

El mismo evento, una perspectiva alemana

“La primera sesión del evento del sistema tuvo lugar a última hora de la tarde del segundo día. La reunión de los alemanes fue descripta más tarde por algunos de los participantes como tumultuosa y caótica. Uno de los motivos fue, seguramente, que era la primera vez que todos los participantes alemanes estaban sentados juntos en un grupo. Ya estresados por su viaje y arribo en el día anterior, la falta de familiaridad, el inicio de la conferencia y las sesiones previas en pequeños grupos y en el plenario, se vieron ahora enfrentados a una situación de grupo grande que no estaba prevista y, en otras palabras, no tenía estructuras que dieran seguridad. Durante esta sesión de 90 minutos se enfrentaron a la tarea de tomar decisiones sobre los objetivos que querían alcanzar y dónde se querían encontrar a partir de ese punto. En esas circunstancias, el tumulto y el caos no podían estar muy lejos.

Una tendencia básica, la que yo más claramente representaba al inicio, pretendía formar un subgrupo que ofreciera sesiones conjuntas a los colegas israelíes. Había otros que estaban a favor de esta idea y, hacia el final de la sesión, una participante se paró y sugirió que quien estuviera interesado en proponer a los israelíes que habláramos acerca de los estereotipos que cada uno tiene del otro, debería sumarse. Cualquiera que haya tenido experiencia en dinámica de grupos sabe del tipo de drama que se despliega en un momento así, que visto desde afuera parece una tormenta en una taza de té.

Pronto se reunieron once participantes interesados, y el grupo que se había formado de esta manera designó inmediatamente como emisaria para llevar esta propuesta a los israelíes que estaban reunidos en otra sala, a la mujer que había tomado la iniciativa.

Por su parte, los israelíes también habían discutido durante esta primera sesión del evento del sistema, la idea de trabajar junto con los alemanes, pero con una actitud mucho más calma de esperar y ver. En efecto, siete miembros del grupo israelí siguieron la sugerencia alemana.

En la segunda sesión del evento del sistema, al anochecer del segundo día, en la primera sesión del grupo de israelíes y alemanes recién formado, ambas partes acordaron reunirse en un primer momento, y luego, una vez terminada esa sesión, separarse en sus subgrupos nacionales para pensar de qué manera deberían organizarse las cinco sesiones restantes del evento del sistema para el día siguiente y el subsiguiente.

La decisión del grupo fue proponer reunirse con los israelíes durante cuatro sesiones, y hacer la última sesión con los alemanes restantes, pero sin los israelíes. Impulsado por la inquietante sensación de haber hecho lo incorrecto, no pude permitir que el líder de la opinión mayoritaria anunciara le decisión del grupo por su cuenta, sino que lo acompañé para expresar mi disenso.

Los israelíes habían decidido proponer a los alemanes continuar juntos hasta el final del evento del sistema. Así que, cuando los grupos se informaron sus respectivos resultados, los israelíes parecieron sorprendidos y heridos. Se me paró el corazón. Mis intentos de mitigar la posición alemana no fueron escuchados. Después de todo, yo había estado de acuerdo con ella. Los israelíes aceptaron la propuesta alemana.

A conciencia y en el presente, los alemanes tenían buenas razones para su decisión.

Había un claro deseo de pensar acerca de la única sesión en la cual el grupo alemán se había reunido en su totalidad. Yo tenía una visión diferente sobre el tema. Puedo hablar con los alemanes cuando estoy en Alemania, pensé; aquí los interlocutores del diálogo son los israelíes. Reunirnos sin ellos significaría excluirlos. Aunque solo se trataba de una de las cinco sesiones, todo se desplazó, como una condensación simbólica, a esta última sesión. ‘Los alemanes están excluyendo a los judíos’, era lo que me retumbaba en mi cabeza. Si bien yo había votado en contra de la opinión mayoritaria, no me había posicionado en contra del resultado. Debería haber dicho: ‘¡No estoy de acuerdo con esto!’

Al principio, estaba completamente absorto por el intento de descubrir cómo me hubiera podido comportar de forma diferente, pero, sin embargo, poco a poco comencé a examinar cómo efectivamente me había comportado. Había ido en contra de mi firme intención y había claudicado ante la decisión de la mayoría. Recordé la declaración de Hillel Klein: Los espectadores son el problema.

Cuando comenzó la sesión, los israelíes y los alemanes estaban sentados a considerable distancia unos de otros, en dos filas rectas de sillas. Me percaté de que, sin haberme dado cuenta, yo me había sentado justo en el medio de los alemanes y estaba sentado directamente enfrente de un hombre esbelto y rubio sentado en el medio de los israelíes. Pensé, él es el hombre al cual deberé dar las aclaraciones pertinentes. Solo más tarde supe su nombre. Era Y.

Los israelíes parecían convencidos de que los alemanes no eran conscientes de lo que estaban haciendo. Los alemanes tuvieron una fuerte dosis de esto durante la tercera sesión del evento del sistema. El principal reproche de los israelíes derivaba de la convicción de que los alemanes no tenían idea de lo que significaba armar un ‘grupo puramente alemán’. Los israelíes lo llamaron una ‘decisión de corazón insensible’.

La disposición que he descripto antes, de cómo quedaron los asientos, nos puso a Y. y a mí en roles de liderazgo. Y. se erigió en el portavoz del grupo israelí. Descargó su ira con los alemanes sentados frente a él. Pude recoger solo fragmentos de lo que Y. tuvo para decir. Durante esta sesión, mi atención se encontraba paralizada por una falla ilusoria para reconocer algo, que puede haber sido causada por la recurrencia de algo que había sido reprimido, seguramente a través de la estimulación de imágenes frecuentemente vistas cargadas de emociones poderosas: los judíos sentados frente a mí parecían una unidad conspirativa sin rasgos individuales. El proceso de deshumanización del pasado se había encarnado acá en los participantes de esta conferencia grupal. Como pude darme cuenta más tarde, esto era cierto para ambos lados. Así como yo perdí de vista la individualidad de los israelíes sentados frente a mí, su ceguera en relación con el presente transformaba en nazis sin rostro a los fácilmente identificables 11 hombres y mujeres de Alemania que estaban sentados frente a ellos.

El acalorado intercambio de palabras fue enfriándose gradualmente, y así continuó en la sesión siguiente. Estaba alterado por la intensidad del profundo odio, ensimismado en mis pensamientos, difícilmente podía seguir escuchando, pero, a medida que el clima grupal se fue calmando lentamente, tomé nota de como los siete judíos sentados en frente de los alemanes comenzaron a verse más como individuos, tenían nombres que yo intentaba recordar si ya no los conocía. Las imágenes que tenía a mano empezaron a llenarse de vida con sentimientos más diferenciados de agrado y desagrado. Retrospectivamente, este proceso de reindividualización fue para mí el momento más impresionante de la primera conferencia para diferenciar el pasado del presente.

Los alemanes revirtieron su decisión. Todo el grupo permaneció junto hasta la última sesión del evento del sistema”.

Discusión

Muchos han expresado sus dudas y reservas sobre estas conferencias. Algunos colegas judíos que viven en Alemania se sintieron ofendidos: ¿Por qué sus colegas alemanes no podían tener estas discusiones con ellos? ¿Por qué “importar” judíos israelíes? Fuertes objeciones se hicieron también en Israel. Los colegas israelíes consideran la asistencia a esta conferencia como un acto de exoneración y perdón, lo cual provoca resistencia y rechazo. A ambos lados de la cerca hay una gran dificultad con el principio subyacente y la lección principal de estas conferencias: La presencia del otro es condición necesaria para realizar su propio trabajo interno.

Si las capacidades intrapsíquicas se reducen ante al impacto del trauma normal, se vuelven severamente incapacitadas bajo el impacto del trauma comunal, y aumentan tremendamente bajo la horrenda traumatización del Holocausto. Esto limita seriamente la propia habilidad de trabajar el estado interno propio de forma aislada. La línea que divide alemanes e israelíes también los une como socios distintos e inequívocamente diferentes, en estos traumáticos hechos históricos y sus repercusiones. Al igual que los pacientes en análisis, necesitamos de la presencia del Otro para realizar nuestro propio trabajo, aunque, o precisamente porque este Otro no tuvo ninguna conexión con nuestra propia historia. En el intento de lidiar con lo que ocurrió en las secuelas del Holocausto tanto en el seno de los alemanes como de los judíos, debemos, asimismo, abordar lo que ocurrió entre ellos. Hace toda la diferencia del mundo si este trabajo se realiza completamente en el nivel de la fantasía interna, o ante la presencia real del Otro. Y es especialmente significativo cuando este Otro representa efectivamente la realidad psíquica e histórica.

Por lo tanto, este trabajo no trata acerca de la absolución piadosa ni de la falsa exoneración. Se trata, en cambio, acerca de la propia identidad personal y nacional y los vínculos –con padres y abuelos, con amigos y vecinos, con la propia cultura e historia.

La identidad fue, en efecto, un tema esencial y central en esta conferencia. La “madre nazi común y corriente” es la imagen de un pecho venenoso, que exuda veneno y muerte, de la cual el niño es víctima. Fue impresionante ver el significado crucial de la comida en la relación con los padres y la cultura. Un hombre alemán exclamó con furiosa incredulidad: “¡Mi relación con mi madre giraba totalmente en torno a papas frescas!” La comida, el olor y el tacto son los elementos básicos a partir de los cuales se construyen los sentimientos más tempranos del Self y de la identidad, de la existencia psicosomática, y de estar firmemente arraigado a un suelo cultural. Pero la identidad, el sentido a lo largo de toda la vida del propio Self y “me-ness” (mismidad) , es también definido por la imagen del Otro, del “no-Yo”, al que incluye y utiliza. La identidad alemana estaba cargada de vergüenza y culpa y era vivenciaba como deficitaria e incapacitante. La identidad alemana engloba al judío como un “Otro” que ocupa un lugar especial. Él o ella son considerados ambivalentemente como poseedores de vitalidad y sabiduría, haciéndolos objeto tanto de deseo como de ataque envidioso. Dentro de la identidad alemana parece incrustarse un componente judío elemental como otro idealizado/envidiado/odiado.

En la identidad israelí/judía, por otro lado, fueron evidenciadas cuestiones diferentes. La parte del Otro no es necesariamente alemana. El Otro, para los israelíes, puede adoptar muchas caras diferentes: europeas, árabes o comodín no-judío/gentil. De hecho, forma parte de la identidad judía, que cualquiera puede ejercer el rol de extranjero y perseguidor. En esta conferencia, sin embargo, para los israelíes el “Otro” se convirtió en el judío de la diáspora “no-israelí”.  Temido y resentido, la ira del grupo amenazaba con centrarse en él, y convertirlo en chivo expiatorio. En cierta medida, esto tenía que ver con la mayor afinidad del judío de la diáspora con los alemanes. En otro sentido, representaba el odio hacia el judío de la diáspora, el cual es experimentado como la negativa y la amenaza de la recientemente lograda identidad “israelí”.

Las cuestiones alrededor de la identidad se vuelven aún más dolorosas cuando la identidad está experimentando un cambio. El cambio de la imagen del otro provoca un cambio en la propia percepción de uno mismo. Si el otro es un determinante invalorable de la propia identidad, entonces, cuando la imagen del otro experimenta cambios, causa que la identidad personal y colectiva del grupo cambie con ella. Este cambio es experimentado como una seria amenaza en todos los niveles psíquicos: desestabiliza el propio sentido del mundo como un lugar organizado, coherente y significativo. Socava la clara delimitación entre objetos buenos y malos, trastocando patrones habituales de proyección y haciendo estragos con escisiones ambivalentes de amor y odio. Altera el orden esquizo-paranoide primitivo y obstaculiza el movimiento progresivo hacia la integración depresiva. Sin embargo, lo peor de todo es que socava los lazos y el arraigo de uno con la realidad psíquica y social. La percepción alterada del Otro atenta contra la visión del mundo que formaba parte de los lazos afectivos con los propios padres y la familia. Es una embestida al Yo familiar (Klein y Erlich, 1978).

En el evento del sistema (Evento de Sistema), estas amenazas a la identidad emergieron claramente cuando los alemanes y los israelíes se pusieron en contacto estrecho. Debido a que la conferencia ha sacudido patrones identitarios profundamente establecidos, a través de cambiar la mirada del propio Self y del otro, produjo el desorden, la tensión y el malestar descriptos. Es difícil abandonar roles familiares, tal como el de perpetrador culpable para los alemanes, y el de víctima eterna para los israelíes. El peligro principal que bloquea el cambio es el temor a la traición –a los padres, a los parientes y a la cultura– y la culpa y vergüenza asociadas.

Queremos cerrar este breve y casi imposible relato con un comentario personal. No se puede terminar de explicar cuán único y diferente fue trabajar en estas conferencias.

Se vivió de una manera completamente diferente a cualquier otra conferencia sobre Relaciones Grupales en la que hayamos trabajado, y el compromiso del rol profesional y responsabilidades se ve teñido por estas diferencias. Nosotros, así como nuestros colegas, sentimos un alto sentido de misión, de contribuir y de ser parte de un esfuerzo de significado histórico y social, que va mucho más allá de lo inmediato. Hay un fuerte sentimiento de camaradería e identificación con los miembros, y envidia de que ellos están en el rol de miembros. Esta identificación con los miembros, que frecuentemente son colegas y amigos, hace que sea difícil trabajar con ellos sin estar demasiado cercano o demasiado distante. Los consultores de los Grupos de Estudio Pequeños revisaron la manera en que asumieron su rol en esta conferencia, el cual se sintió muy diferente de la modalidad habitual. Descubrimos que nuestra posición preferida se encontraba en el límite entre una modalidad de “Relaciones Grupales” y una de “facilitador”, a veces aun en el límite de la “psicoterapia de grupo”. Aceptamos que la definición laboral de nuestro rol fuera Socios en la búsqueda de Comprensión.

Tal vez no hayamos dejado suficientemente claro que las conferencias de Relaciones Grupales no son terapéuticas –no se trata de un análisis de grupo ni de una psicoterapia de grupo, en las cuales nos esforzamos por aliviar el sufrimiento personal asociado al conflicto, el déficit y la psicopatología‒. El objetivo principal de estas conferencias es el aprendizaje –acerca de uno mismo, acerca del odio y del prejuicio, sobre la tensión y la dificultad en torno a las relaciones, identidad, y el significado y el peso de pertenecer a un grupo social, étnico o nacional con una historia traumatogénica. Uno aprende o, mejor dicho: uno puede aprender acerca de los efectos residuales de dicha historia traumática y sus manifestaciones vivas en la propia psique y vida. Creemos, y nuestra experiencia lo avala, que este aprendizaje puede producir un cambio interno significativo. Pero debemos dejarlo a los individuos participantes y a nuestros lectores para que analicen si dicho cambio puede ser llamado terapéutico.

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1 Israel Psychoanalytic Society; Board Member, PCCA.
2 Israel Psychoanalytic Society; Board Member and Management, PCCA.
3 PCCA –Partners in Confronting Collective Atrocities‒ es una organización benéfica registrada en Alemania.
4 “Evento del sistema» es un tipo de evento, de la conferencia, en el cual los miembros participantes arman sus propios grupos (a diferencia de otras conformaciones grupales que son definidas y asignadas por la dirección de la conferencia, por ejemplo, Grupo Pequeño, Grupo Grande, Grupo de Revisión, etc.). El objetivo de lEvento del Sistema es comprender las dinámicas inconscientes que existen e influyen en el conjunto de la conferencia. Está basado en el diseño habitual de Tavistock, que se denomina «Evento organizativo”, pero dado que estas conferencias representan una variación del modelo, se optó por llamarlo Evento del sistema, es decir, un evento que trata de iluminar las dinámicas inconscientes del sistema en su conjunto, mediante el estudio de los grupos creados por los propios miembros y lo que sucede posteriormente.

Descriptores: HOLOCAUSTO / PSICOANALISTA / GRUPO / DINÁMICA DE GRUPO / ANTISEMITISMO / TRAUMA / OTRO / IDENTIDAD / NAZISMO / JUDAÍSMO/


Abstract

Psychoanalytic group work with transgenerational residues of a historical trauma: the case of the German-Israeli Group Relations Conferences

Starting with the Holocaust as a situation that allows us to gauge the extent to which historical trauma continues to affect the lives, minds and psychic well-being of future generations (even if they have not experienced it directly), the authors have developed a method, applicable in similar historical circumstances, to deal with its aftermath in both perpetrators and victims.

This method, called Group Relations Conferences, has been developed in conjunction with analysts in Germany, Israel, England and elsewhere. It was designed to address the residual effects of the Holocaust on German and Israeli psychoanalysts, psychotherapists and mental health professionals, as well as other affected individuals.

This work has highlighted that each national or ethnic group needs the real presence of the other in order to do its own inner work, be it on grief, aggression, guilt, revenge or psychological shortages.

The article makes explicit the theoretical underpinnings of the group relations approach on which it is based, and presents some clinical vignettes taken from the first three Israeli-German conferences, useful for understanding it.


Resumo

Trabalho psicanalitico grupal com residuos transgeneracionais de traumatização histórica: o caso das Conferências Germano-israelenses

Partindo do Holocausto como situação que permite observar a magnitude com que o trauma histórico continua afetando as vidas, as mentes e o bem-estar psiquico das futuras gerações, mesmo que nao tenham experimentado diretamente, os autores desenvoveram um método para trabalhar as suas sequelas, tanto nos perpetradores como com as vítimas, sendo este método aplicavel em circunstâncias históricas semelhantes.    

Este método, denominado Conferências de Relações Grupais, foi desenvolvido pelos autores do trabalho junto com analistas da Alemanha, Israel, Inglaterra entre outros lugares, e foi desenhado para trabalhar com os efeitos residuais do Holocausto na vida de psicanalistas, psicoterapeutas e profissionais da Saúde Mental alemães e israelenses, como também de outros afetados.

O ponto essencial deste trabalho é que cada grupo nacional ou étnico necessita a presença real do outro, a fim de poder fazer o seu proprio trabalho interno, o seja sobre o luto, aagressão, a culpa, a vingança ou as carências.

O trabalho da conta e explicita o enfoque das relações de grupo em que se baseia e os seus fundamentos teóricos, utilizando, além disso, vinhetas clínicas das três primeiras conferências entre israelitas e alemães que são muito uteis para a sua compreensão.


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