“Otto Rank, el ángel caído”
Gérard Haddad1,2,
Queridos amigos, es la tercera vez que hablo ante vuestra Asociación. La primera fue en el 92. Para mí es una marca de gran amistad. Aprecio mucho el hecho de que me inviten y este vínculo particular que tengo con la APA, que se funda en una comunidad de valores; a saber, este valor que compartimos sobre rechazo a una concepción dogmática del psicoanálisis y la convicción de dar la palabra a todas las tendencias y corrientes del psicoanálisis, las orientaciones distintas, los lacanianos, los winnicottianos, los jungianos, etc. Podemos no estar de acuerdo, pero no estar de acuerdo no significa exclusión. Esta posición abre un horizonte nuevo para el psicoanálisis, que es una disciplina que tanto nos importa, el eje central de nuestra vida, o al menos de la mía. El psicoanálisis sufrió, y sigue sufriendo mucho, por el dogmatismo y la exclusión; y ese dogmatismo acarrea un debilitamiento importante. Los desgarros que se producen entre grupúsculos y asociaciones psicoanalíticas generan debilidad, y no le hacen favor a nuestra disciplina. En ese debilitamiento se permite que otras corrientes ocupen un lugar protagónico, parezcan más modernas que el psicoanálisis, más adaptadas a nuestro presente.
Entre esas exclusiones hay una que me resulta particularmente seria en la historia del psicoanálisis: la exclusión de Otto Rank. De él voy a hablarles hoy.
Seguramente ustedes conozcan algunos elementos de la biografía de Otto Rank. Es una de las personalidades más fascinantes del psicoanálisis y, en particular, de los primeros alumnos de Freud, quienes lo rodearon en ese primer momento, ese grupo de los siete; un grupo secreto que rodeaba a Freud a partir de 1913. A cada uno de los miembros de ese grupo Freud les había entregado un anillo. Esa es una anécdota un poco curiosa. Quiero recordar algunos componentes de la biografía de Otto Rank para demostrar hasta qué punto esta figura era quizás el psicoanalista más talentoso, a mi juicio, después del propio Freud, y al mismo tiempo que otros. Lo conocí tardíamente, en estos últimos años, y conocer su obra me ayudó muchísimo; me permitió avanzar en algunas preguntas que me estaba planteando en mi trabajo teórico.
Otto Rank no se llamaba Rank, sino que su apellido natal era Rosenfeld; es un comportamiento de los psicoanalistas de esa generación, cambiaban de apellido. Ferenczi no se llamaba así, Szondy no se llamaba así, y Sigmund se llamaba Sigismund. Seguramente era una voluntad de ocultar el origen judío. Rank nació en 1884, en una familia pobre de Viena; un padre imposible, alcohólico, violento, que con los pocos recursos económicos que tenían para vivir, decidió enviar a su hijo mayor, en lugar de a la universidad (Otto, que además tenía una salud frágil), a trabajar como obrero en una cerrajería. Bueno, no le va bien en ese trabajo, así que lo ubica después a trabajar como empleado de oficina, como Kafka. Se dice que en esas familias patológicas los hijos desarrollan trastornos psicopatológicos graves, un desarrollo inadecuado, bloqueado, obstaculizado. Pero Otto Rank es una excepción a esa regla. Pese a las condiciones desfavorables en las que nació y se crió, desarrolló una personalidad, un ingenio, excepcionales. Dejó la escuela secundaria de manera prematura, no tenía su diploma de fin de estudios, pero pese a esto desarrolla una curiosidad excepcional. Ningún psicoanalista de su generación, ni siquiera de la nuestra, tiene una curiosidad tan ávida como la de él. Ese niño, ese adolescente, pese a su falta de recursos, leía casi todo. Literatura, por supuesto; le gustaba el teatro, Ibsen en particular, y toma el apellido de Rank a partir de uno de los personajes de una obra de Ibsen, Casa de muñecas. Va a leer filosofía, Nietzsche en particular, etnología también, en fin; no sabemos cómo, pero absorbía todo eso. Y en el 1900, el año en que Freud publica La interpretación de los sueños, Rank descubre este libro y esa lectura trastoca completamente su vida. Ni siquiera tiene 20 años. Después de esta lectura escribe un texto inspirado en ese libro de Freud (creo que realmente interpreta el texto) y, como estaba enfermo, va a visitar a su médico clínico, que se llamaba Adler, un amigo muy cercano a Freud (todavía no se había producido el cisma ni la pelea entre ellos). Luego de que el médico lo examina Rank le dice: ¿Le puedo mostrar un texto? Y se lo muestra. Adler queda deslumbrado por lo que ese muchacho había escrito, por lo que va a verlo a Freud y se lo lee para ver cómo reaccionaba. Freud queda muy sorprendido, admira ese artículo, y dice que quiere conocer inmediatamente al chico. Vemos así cómo nuestro querido Freud tenía gran intuición para poder ver a través de un texto el potencial del autor.
En 1906 Otto tiene 22 años y se produce el encuentro con Freud. Ocurre una suerte de “flechazo” entre ellos; apenas se conocen Freud queda muy entusiasmado con ese joven. Le pregunta si tenía su bachillerato. Otto le dice que no. Entonces le pide que retome sus estudios, que vuelva a la secundaria para obtener su título. Algo muy curioso, ¿no? Y como no había los recursos económicos necesarios para que él terminara su formación, Freud lo contrata como secretario de la Asociación Vienesa de los miércoles. Esto es lo que le permite a Otto Rank terminar su secundario. Va a ser un secretario excepcional gracias al cual tenemos la publicación de esas reuniones de los miércoles, escritas por él.
Una vez que obtuvo su bachillerato se inscribe en la Universidad de Viena y redacta una tesis en filosofía sobre el incesto en la poesía. Es la primera tesis psicoanalítica que fue defendida en el mundo.
Defiende su tesis en 1911, pero ya en 1908 publica un libro muy importante, que se llama El mito del nacimiento del héroe. Es un libro que a Freud le gustó tanto que escribe un capítulo en ese mismo texto, que luego seguramente fue retirado del libro por las peleas que conocemos. Ese capítulo, bien conocido, se llama El mito individual del neurótico. Es un libro que para mí reviste una importancia capital; les voy a decir por qué.
El ascenso de Rank en el psicoanálisis es fulgurante; recuerden que era casi un adolescente cuando conoce a Freud, y va a ocupar no solo la función de secretario de las reuniones de los miércoles, sino que también será prácticamente el constructor de la editorial psicoanalítica, en colaboración con otros, pero él es el elemento motor; él va a dirigir Imago bajo las directivas de Freud y, más adelante, otras publicaciones psicoanalíticas las hacía en colaboración con su amigo Sachs, y con Ferenczi también, y con Ernest Jones, de quien les diré algunas palabras no muy simpáticas en un ratito.
¿Por qué este libro de Rank es, a mi juicio, tan importante? Por dos motivos. El primero es la introducción, por primera vez en el psicoanálisis, de la etnología. Este interés de los psicoanalistas por la etnología se desarrolla ulteriormente, en particular con Freud en Tótem y tabú, Karl Abraham también, y otros, Malinowski. La etnología se va a convertir en una referencia para el psicoanálisis; si bien Lacan dijo que el psicoanalista no es un etnólogo.
Segundo motivo, quizá sea más personal, es la teoría que inicia Rank sobre el tema del mito. ¿Qué es un mito? Recuerden esta frase que a mí me conmovió: El mito es un sueño colectivo. Es una definición que, a mi entender, tiene una gran importancia, pues atañe a una de las grandes cuestiones que todos abordamos o nos planteamos: cómo es que los seres humanos forman sociedades, están juntos. Yo descubrí tardíamente la obra de Hobbes, el Leviatán, que dice que la sociedad está hecha de la guerra de cada uno contra todos. A eso yo llamé el complejo de Caín, que es la base de la sociedad. ¿Cómo es que se sostienen esas personas que se odian en un principio? Yo propuse en Comer el libro, que cada grupo humano se basa en un libro fundador. La Torá para los judíos, por más que no sean practicantes, el Corán para los musulmanes, el Evangelio para los cristianos, la obra de Freud para los analistas, por citar unos pocos no más. Cada asociación también tiene un estatuto que la funda, algo escrito. Pero es una tesis que postulé hace ya unos 40 años, fue ese mi diploma de psiquiatra.
Pero gracias a Rank, y esto es lo que provocó un flechazo en mí también por este psicoanalista (en un principio yo no sentía esta admiración; sentía que era alguien que estaba apartado). A través de esta lectura pude avanzar en la idea de que este libro fundador es la concreción, la materialización, de un mito, un sueño colectivo, lo cual permite incluir en mi tesis el caso de los pueblos sin escritura. El hecho de que el mito sea un sueño, un sueño colectivo, actúa en los miembros de la comunidad como inhibidor de las tendencias centrífugas que podrían llevar a la dislocación del grupo. Si uno es cristiano, el sueño colectivo es estar en Galilea, siguiendo los pasos de Jesús, mientras sube las colinas de esa región. En el sueño de los musulmanes (tengo muchos amigos musulmanes, en particular tunecinos) hay algo de que están con Mahoma en algún lado, en Medina, compartiendo sus primeros pasos.
Recuerdo que en mi análisis con Lacan yo le decía que el personaje de José, de Abraham, esa gente, eran para mí como un sueño, y yo estaba con ellos. Esos mitos se materializan, se concretan en un libro, y eso es lo que da los cimientos de un grupo, y lo que permite que el grupo se sostenga. Es un aglutinante eficaz, si confiamos en lo que decía Freud en el prefacio de la traducción de Tótem y tabú en hebreo. Decía que con ese judaísmo él compartía algo que era insuperable aunque no fuera practicante: aunque yo no sepa la naturaleza que me une, hay algo que me aglutina a ese mito, que es un sueño compartido.
Espero que ustedes compartan mi entusiasmo por esta obra de Rank y por su importancia. No estoy seguro de que sopesemos el verdadero valor, lo cual demuestra que en el psicoanálisis, por más que no sea una ciencia dura, vemos que después de tantos años de distancia –1908 cuando aparece este libro–, hay un diálogo entre esa época y nosotros, y hay conceptos que se pueden desarrollar con varias generaciones de intervalo.
Unos años después Rank publica un segundo libro (creo que está en curso de traducción en la Argentina), se llama El doble; un ensayo. Es un ensayo que para mí tiene una gran importancia. Mi interés por Rank, como les dije, tiene que ver con que las impasses teóricas en las que yo me encontraba fueron resueltos, o por lo menos él me aportó elementos para que yo pudiera destrabar esos bloqueos teóricos. Ese libro, El doble, es muy importante para mí. Como les decía, conocí este libro tardíamente cuando estaba tratando de superar ciertos obstáculos para desarrollar mi teoría acerca del complejo de Caín, que para mí es fundamental.
La cuestión del doble es esencial en toda la literatura romántica, como saben; todos los grandes románticos tratan el tema del doble, y Rank en su primero y segundo capítulo releva a los autores para quienes el tema del doble es fundamental. Y son todos, podríamos decir, desde Goethe hasta Heine, en la literatura francesa Baudelaire y toda la literatura muy particular, uno que le interesa particularmente a Freud, Hoffmann. Pero, a grandes rasgos, los psicoanalistas, ya sea Freud o Lacan, no se interesaron demasiado (creo yo, quizá me equivoque) por este fenómeno cultural extraordinario que es el romanticismo. ¿Por qué? Por ese ideal de cientificidad que tenía Freud del psicoanálisis, prefería conservar el aspecto aséptico y científico del psicoanálisis ante ese fenómeno del romanticismo. Goethe, por ejemplo, había dado marcha atrás y se había volcado al neoclasicismo. Rank, en cambio, aborda el romanticismo plenamente, y ahonda en esa temática. Porque (y esto es lo que se desprende de allí) el tema del doble está en estrecha conexión con la cuestión de la locura.
No les voy a contar mi vida, pero realmente tuvo un rol importante en mi análisis la cuestión del doble. En un episodio de mi cura vi mi doble en un sueño. Y a menudo en las curas aparece el tema importante de la clínica que es el fenómeno de los celos, donde hay un rival (celos amorosos, puede ser). Durante años pensaba que la solución tenía que buscarla por el Edipo, la rivalidad era con el padre. Rank es el primero que habla de la rivalidad fraterna, del conflicto fraterno. En 1908 Rank trabajaba con Sachs, y Freud le pregunta en una carta: “¿Qué tal la colaboración?” Y él responde: “Mientras la rivalidad fraterna no entre en juego, podemos trabajar bien”. O sea, un precursor en muchos planos. También es impresionante que su libro, El doble, comience a través del análisis de una película. El libro se escribe en un momento en que el cine era incipiente, tenía apenas unos diez años de edad, y Rank ya entiende la importancia que tiene. Va a decir que el cine es como un sueño; permite explorar estructuras psíquicas.
Hace unos meses, en septiembre, yo estuve ante ustedes hablándoles de un ensayo que escribí traducido como El complejo de Caín. Pero leer a Rank me permite ir más lejos todavía. ¿Por qué? Las preguntas hay que planteárselas. Maimónides, el gran teólogo y maestro del judaísmo, ha dicho eso: Cualquier pregunta que al hombre le surja, se la tiene que plantear. ¿Por qué, entonces, el complejo de Caín? ¿Por qué ese odio fratricida del hermano que Freud va a detectar? (Especialmente se refiere a eso en su carta a Thomas Mann respecto de Napoleón. No voy a detenerme en eso). Pero ¿por qué detestamos a nuestro hermano? El psicoanálisis lacaniano habla del estadio del espejo. El bebé ante el espejo, en brazos de su mamá, se exalta de alegría. Yo no estoy seguro, personalmente, a partir de ciertas observaciones, de esa embriaguez. Yo creo que es ambiguo y tiene un doble aspecto. Creo que la visión de la imagen de uno tiene algo de traumático. ¿Qué está pasando? ¿Quién es ese? Y la mamá dice: “Sos vos”. Entonces el bebé se pone contento. Pero si no está mamá, ni papá, se muere. Yo lo presencié frente a un enfermo psiquiátrico: le mostré su imagen en un espejo y se volvió loco. Fue a mirar detrás de él, a ver quién estaba atrás, quién es ese doble. Imaginen, entonces, que ese doble salga del espejo. ¿Qué pasa? La locura. Esa imagen especular también puede suscitar una angustia de locura. Creo que toda nuestra vida (Lacan habla de eso) estamos acompañados por un conflicto cotidiano contra nuestra locura, contra la idea de que potencialmente estamos locos. Y la actualidad ante nuestros ojos nos demuestra que no es simplemente una hipótesis, sino que estamos llevados a luchar constantemente contra la locura. Y esa locura se manifiesta en los textos que Rank examina en ese hermoso libro que les invito a leer, si aún no lo han hecho.
Detrás del complejo de Caín entonces el hermano, de cierta manera, es un doble. No es idéntico, pero se me parece. En algunas civilizaciones primitivas se mataba al gemelo. ¿Por qué? Porque era un doble tan angustiante que resulta un doble monstruoso, por lo que hay que eliminarlo. Los mitos donde los gemelos se matan entre sí son numerosos. Puedo citar el de Roma, entre Rómulo y Remo. Muchas veces este fratricidio es fundador, como en el caso de la fundación de Roma. Rank destaca algo: La civilización tal vez comenzó porque se superó esa angustia del doble y, por lo tanto, se aceptó la relación con el semejante, con el hermano, para poder construir la sociedad. Freud leyó, obviamente, ese libro; y habló de él unos años después en su libro que se tradujo en francés como Lo inquietante o La inquietante extrañeza.3 Conocer ese libro me permitió concluir la construcción de mi teoría del complejo de Caín.
Rank escribió bastantes libros, no los he leído todos. Les quiero señalar la tercera obra, que para mí es importante, El traumatismo del nacimiento. Es un libro traumático realmente para el psicoanálisis. Ese libro se lo dedicó a Freud, con gran respeto hacia él. Freud no era solamente su maestro, sino también su benefactor, como mencioné anteriormente, porque financió sus estudios, le financió también un viaje a Grecia, etc. En cada página de ese libro hay una referencia a Freud. Además, es la primera vez que alguien aborda la cuestión llamada “lo pre-edípico”. Es una expresión que no gusta demasiado, inclusive a Lacan no le gustaba, pensaba que toda la fase anterior al Edipo no era tan significante. Melanie Klein, que era una mujer bastante inteligente, va a tomar también ese tema después. Probablemente por diplomacia no habló de pre-edipico, sino que se refiere al Edipo precoz; ¿por qué no? Pero yo me pregunto cómo podemos hablar de Edipo en un bebé de unos pocos días, de algunas semanas no más, o de algunos meses.
Rank hace del nacimiento el paradigma de todas las experiencias ulteriores de separación y de reencuentro. Es un tema. Yo pienso que Lacan, y no creo que sea el único, quedó marcado por la obra de Rank. Saben que Lacan insiste mucho en la relación con la madre, el gran otro; tiene un lado rankeano para mí. Rank influyó en muchas personas, y esas personas no siempre tuvieron la honestidad de citarlo. Melanie Klein jamás citó a Rank como pionero de la exploración de esos primeros meses de vida. Creo que es un tema esencial para comprender el mundo de hoy. El deseo de regresar a un estado anterior, como uno de los temas que me interesaron mucho antaño, fue el tema del mesianismo. El mesianismo es hoy un factor político muy importante. Podríamos explayarnos mucho y quizá se aborde el tema después.
Pero bueno, lo cierto es que Freud se entusiasma al principio, cuando lee esto. Dice que no está de acuerdo con todo, pero sí que en un 66% esto es cierto. Como lo dice él, es la obra más importante que se haya escrito en psicoanálisis. En aquellos años el lazo entre Freud y Rank era tan profundo, tan estrecho: era su secretario, cenaban juntos una vez por semana al menos, casi formaba parte de su familia. Las sucesivas ediciones de las revistas, como dije, estuvieron a cargo de él: trabajaba la bibliografía, corregía esas revistas; era realmente la mano derecha de Freud. ¡Tenía tal cultura!, era como el Google del psicoanálisis de aquella época. Alguien le preguntaba algo a Freud y él decía: pregúntenle a Rank. Y en 1919 hay una frase increíble. Decía: Si Otto no está aquí soy como un minusválido. Imagínense ese chico pobre, sin diploma (Freud va a ser el que le facilita esos diplomas). Imaginen los sentimientos que eso podía generar en el entorno de Freud, gente más o menos estudiada. ¡Eso generó muchos celos! Y ahí se aprecia el complejo de Caín, me parece.
Hay dos personas que se encarnizan, que se ensañan con Rank particularmente, en esos años. Quiero recordar primero la enfermedad terrible que Freud debió afrontar con mucho coraje en ese momento, es el cáncer en la mandíbula que se lo va a llevar. Entonces Freud está debilitado en esos últimos años. Y tenemos entonces un entorno poblado de disputas entre sí; muy agitados todos por su complejo de Caín, yo diría. Entonces le dicen a Freud que este libro destruye su obra: No pone el Edipo en primer plano, entonces era un libro herético. Compararía a Rank con José, que fue traicionado por sus hermanos. ¿Para qué sirve un hermano? (dice Lacan): Para ser vendido como esclavo en Egipto. Rank fue el José de esos primeros grupos de psicoanalistas, esos primeros grupos de fieles, ese grupo creado por iniciativa de Jones en 1913, esas siete personas que, como dije, recibieron el regalo del anillo por parte de Freud.
Voy a hablar, ahora sí, de Ernest Jones. Por él tengo una gran antipatía. En los años 33 llega el nazismo, y había dos corrientes en Inglaterra y en otras partes: una corriente que quería pactar con Hitler, los Acuerdos de Munich por ejemplo, y aquellos que querían oponerse, como este hombre a quien tanto le debemos, sin el cual yo hoy no estaría aquí: Winston Churchill. Creo que Jones estaba más del lado de Chamberlain, la corriente de los colaboradores. En 1930, más o menos, un psicoanalista, Eitingon, había creado el primer Instituto de Psicoanálisis de Berlín, que va a operar como una suerte de modelo de todas las demás instituciones de psicoanálisis en el mundo. Eitingon era judío, y para esa época la mayor parte de los miembros eran judíos. Parece que entre las personas que tenían simpatía por el psicoanálisis resultaba estar un famoso nazi, Goering. Me dijeron que fue analizado; por lo que parece que haberse psicoanalizado no garantiza nada, ¿no? Así que seamos prudentes. Goering tenía un sobrino también llamado Goering, y este señor, Jones, se va a reunir con él porque quiere salvar el Instituto de Berlín, para lo cual hace un acuerdo con las autoridades nazis. Va a ver a Freud después y le presenta el acuerdo que había negociado con la inteligencia, por así decirlo, y Freud, ya al final de su vida, estuvo furioso con eso, no lo aprobaba, según lo que dicen algunas biografías. ¿Pero qué pasa? Freud no era un tirano y no tenía todo el poder, su poder radicaba en su obra y en su prestigio; pero resulta que ese Instituto de Berlín fue desjudeizado, todos los judíos debieron irse. Por lo que yo supuse que uno de los términos de este acuerdo escandaloso, seguramente, había sido ese.
¿Qué es un psicoanálisis que se hace al lado de los campos de concentración, al lado de los humos de los hornos crematorios? Eso a Jones no le molestaba aparentemente. Uno de los directivos de ese mísero Instituto se llamaba Kemper, y era amigo de Goering. Kemper dirigía este instituto que ya no se llamaba psicoanalítico sino de “psicología profunda”. Jung en algún momento se metió ahí, pero no agitemos las aguas porque no duró mucho. Jones, entonces, en 1946, cuando todavía tenía poder, le sugirió a Kemper que se fuera de Alemania para caer en el olvido; que se fuera a Brasil y que creara un instituto de psicoanálisis en Brasil.
Volviendo a Rank: Un día Jones, que tenía un costado antisemita, lo trató a Rank de estafador judío. Después va a negar que lo dijo. Porque Rank y Jones gestionaban juntos las ediciones; Jones en Inglaterra y Rank en Alemania y Austria. Hubo entonces peleas entre él y Jones sobre la gestión de las ediciones psicoanalíticas en Inglaterra. Los psicoanalistas no fueron muy brillantes en este caso, porque Rank tenía un amigo muy cercano, un hermano podríamos decir, Ferenczi. Escribieron tardíamente, en 1924, 1925, un libro juntos; y unos meses después se encontraron en Nueva York y Ferenczi fingió no conocerlo. Hay una carta muy emotiva de Freud a Rank, en 1924, donde vemos la pena que él siente por esta separación. Las críticas que le hicieron y le parecieron injustas, hicieron que esto Rank no lo tomara bien y se ofendiera. Se va de Viena, se instala primero en París (les ahorro los detalles conocidos de su idilio con Anais Nin, que primero fue su paciente) y se instala en Nueva York, donde termina su vida.
Allí, en Nueva York, reinaba un psicoanalista llamado Abraham Brill. Freud había escrito un libro para defender a Rank que no era médico, al que se le había iniciado un juicio por práctica ilegal de la medicina. Rank fue el primer psicoanalista laico, que no fue médico, pero practicó el psicoanálisis en los años 20, después de su regreso de la guerra durante la cual fue periodista militar. Brill, entonces, contrariamente a lo expresado por Freud, impone que para ser analista hay que ser médico. Había ahí algo de pretexto. Este hombre detestaba a Rank, por lo que puso esa condición entre las normas del estatuto de la Asociación Psicoanalítica Americana; lo cual excluía ipso facto a Rank. Fue expulsado del psicoanálisis, entonces; ese psicoanálisis al que tanto le había dado y al que tanto había contribuido.
Existe una desafortunada tendencia en las instituciones psicoanalíticas, que probablemente venga de la medicina, y quizá también de la religión, a que en caso de desacuerdo con un autor los miembros no se conforman con manifestar su discrepancia, sino que se ataca a la propia persona, ad hominem, con la que no se está de acuerdo. En particular, Jones, con mucha energía, ataca y trata a Rank de maníaco depresivo, de psicótico. Rank tuvo momentos de depresión, sí, es lo más humano que hay; con una historia como la de él no es raro. El problema que se les planteaba a estas personas era, ¿qué hacemos con las obras de Rank, como El mito del nacimiento del héroe, El doble y todas las demás? Había que descalificarlas, había que decir que estaba loco, y entonces eliminar esa obra que el propio Freud había apreciado y defendido. Podemos alegrarnos (una frase de Lacan que me gusta mucho, espero que sea cierta): La tontería no dura demasiado. La verdad siempre termina imponiéndose.
Desde hace unos años vemos que Rank vuelve a ser un centro de interés. En Francia se publicó la correspondencia y también sus obras se están reeditando (no todas). Curiosamente, como dije, en la última sección del último seminario de Lacan (después ya no tomará más la palabra) él dirá: En el fondo (esa sección se llama El malentendido) Rank fue el que más cerca estuvo de la verdad. Un homenaje tardío de Lacan a Rank: Creo yo, con el tiempo que ha pasado, que la obra de Rank marcó mucho el pensamiento de Lacan. Al no poder practicar el psicoanálisis, Rank se dedicó a la docencia y a pronunciar conferencias, y hay toda una obra de ese período que yo no conozco, pero poco a poco me estoy esforzando para ampliar mis conocimientos. A uno de los que más marcó con sus enseñanzas fue al psicólogo Carl Rogers, tal como él mismo lo ha manifestado.
Llegamos al año siniestro de 1939. En septiembre de ese año no solo se declara la guerra, sino que Freud nos deja, y un mes después, curiosamente quizá, Rank se enferma; tiene una bronquitis. Como dije al principio, era un hombre de una salud frágil. Se lo trata con sulfamidas que provocan una reacción anafiláctica en él, y esto entraña su muerte, justo un mes después de la muerte de Freud, que había sido una persona tan importante para él, una persona a quien tanto había querido, con quien tenía una colaboración sin igual.
La obra de Rank encierra muchos otros libros y reflexiones y hay toda una vertiente de su obra post separación con Freud, en la que aún no me he sumergido, y que requeriría otros trabajos y otras reflexiones.
¡Muchas gracias!
1 Gerard Haddad es ingeniero agrónomo y ejerció esa profesión como especialista en arroz, convocado por el Banco Mundial. Trabajaba en su especialidad cuando conoció a Jacques Lacan. Fue en el año 1969, tenía 29 años, y era un tunecino sefardí que vivía en Francia. “Fue muy simple –dice Gerard–-, lo llamé una tarde y me recibió al día siguiente. Mi caso debió haberle interesado; me tomó en consideración inmediatamente. Fue un verdadero terremoto, toda mi vida cambió; sobre todo, mis planes”. Gerard Haddad es un psicoanalista especial, con teorías especiales, con un pensamiento profundo y un gran sentido del humor. Tiene numerosos libros de los cuales mencionaré algunos que creo imprescindibles para leer: El hijo ilegítimo, Los biblioclastas, Comer el libro, El día en que Lacan me adoptó, El complejo de Caín, etc. (Extracto de la presentación introductoria de Adolfo Benjamín).
2 Conferencia pronunciada en la Asociación Psicoanalítica Argentina el 17 de mayo de 2023.
3 N. de E.: Se refiere al texto que fue traducido al castellano como por José Luis Etcheverry como Lo ominoso (Freud, 1919), o por Luis López Ballesteros como Lo siniestro.
Descriptores: HISTORIA DEL PSICOANÁLISIS / BIOGRAFÍA / FREUD, SIGMUND / MITO / SUEÑO / DOBLE / PSICOSIS / TRAUMA DE NACIMIENTO / EDIPO / EXCLUSIÓN