Las infancias trans* y el psicoanálisis: desafíos y oportunidades
Mauricio Clavero Lerena1
Resumen
El presente artículo propone una revisión teórica en la que sediscuten algunos postulados psicoanalíticos a partir del fenómeno de las denominadas infancias trans*. Para ello, se plantean aspectos relacionados con la categoría trans* y los antecedentes biográficos que posibilitan que estas niñeces se reconozcan desde este lugar en la actualidad. Posteriormente se conceptualizan las infancias trans* (Clavero, 2022), desarrollando la noción de existenciarios (Berkins, 2013; Fernández, 2013; Heidegger, 1951; Siqueira, 2013), así como la posición de nomadismo (Braidotti, 2000, 2004) rn relación con las identidades. A continuación, se enfatiza en el aporte de la noción de criaturas cuir (Stockton, 2009), para continuar con el desarrollo de concepciones psicoanalíticas relacionadas con una necesaria revisión de la psicopatología per se hacia las disidencias y diversidades sexuales y genéricas. En el cierre, se destaca e invita a reconsiderar el trabajo interdisciplinar con el fin de ampliar el campo de analizabilidad de las niñeces desde un posicionamiento ético.
Introducción
Las diversidades sexuales llevan consigo presentaciones subjetivas que propician la discusión de conceptualizaciones psicoanalíticas, relativas a la sexualidad, los géneros, los sexos y la psicosexualidad. Particularmente, las trans-identidades interpelan la relación sexo-género, evidenciando un carácter disidente en elación con la cis-heteronorma. Dichas presentaciones exigen una discusión de sus complejidades y especificidades cuando constituyen existenciarios en las infancias. Reconocer la existencia de niñxs que, desde su identidad de género autopercibida, se denominan trans* pone de manifiesto subjetividades sexuadas, así como emplazamientos deseantes e identitarios que alteran el orden de un régimen instituido. El psicoanálisis –como disciplina que aborda la psicosexualidad– podría sentirse convocado a exponer un posicionamiento tanto desde sus aportes teóricos como clínicos.
Se consideran oportunas las palabras de Thamy Ayouch (2015, p. 12), cuando afirma que “más que en cualquier teoría o praxis el pensamiento en psicoanálisis sucede solo en la medida en que se abre sobre lo no-pensado e invita a renovar las coordenadas del pensar”. Negarse a cuestionar categorías de la metapsicología en función de realidades “nuevas” provoca una petrificación de la institución y una pérdida de su dimensión instituyente. Para que la teoría no se vuelva dogmática y se descentre de su eje narcisista, tiene que abrirse a la intersubjetividad de la transferencia, del contacto con la clínica, la historia y las demás teorías. Por lo antes dicho, toda metapsicología fija es nada más que una resistencia al psicoanálisis.
Dentro de este marco, el presente artículo busca poner en discusión algunos postulados psicoanalíticos a partir del fenómeno de las denominadas infancias trans*. Se plantean consideraciones en relación con la categoría trans*, para luego avanzar sobre los antecedentes biográficos que posibilitan que estas niñeces se reconozcan desde este lugar en la actualidad. Posteriormente se conceptualizan las infancias trans*, desarrollando la noción de existenciarios (Berkins, 2013; Fernández, 2013; Heidegger, 1951; Siqueira, 2013), así como la posición de nomadismo (Braidotti, 2000) en relación conlas identidades. Luego se propone como aporte la noción de criaturas cuir (Stockton, 2009), para finalmente desarrollar nociones psicoanalíticas con una necesaria revisión de la psicopatología per se hacia las disidencias y diversidades sexuales y genéricas. En el cierre, se destaca e invita reconsiderar el trabajo interdisciplinar con el fin de ampliar el campo de analizabilidad de las niñeces desde un posicionamiento ético.
Consideraciones en relación con la categoría trans*
Se define a las personas trans* como aquellas a quienes les fue asignado un sexo-género masculino o femenino al momento de nacer, pero este no se corresponde con su identidad, es decir, con su autopercepción (Sempol, 2013; Clavero, 2019, 2020, 2021, 2023). Son “identidades” dentro de una trama discursiva en la que lo masculino y lo heterosexual pasan a ser el centro de la norma, que determina y sanciona aquello que se aleja de una supuesta normalidad, en este caso la cis-hetero-normatividad (Clavero, 2023). El prefijo trans* es utilizado aquí de dos maneras. Por un lado, como una campana semántica (Radi, 2019) que refiere a personas travestis, transexuales, transgénero, y, por otro, como una identidad de género en sí misma.
Con el fin de apostar a un diálogo interdisciplinar, se hace referencia al transconocimiento o estudios queer. En este sentido, Paul Preciado (2002) menciona que son personas en las que se vuelve evidente que el cuerpo es un texto socialmente construido, en las que los conceptos, supuestamente alineados, de sexo, género y orientación sexual se interpelan en forma disruptiva y se manifiesta la riqueza de la diversidad humana y sus distintas presentaciones. Según Stryker (2017), algunas personas se distancian de ese género asignado, otras se desmarcan hacia una nueva ubicación, otrasdesafían las expectativas convencionales relacionadas con el género. Cualquiera de estas modalidades implica un alejamiento de una expectativa social impuesta y de puntos de partida no escogidos, más allá del destino concreto o modo de transición.
Asimismo, se consideran de interés los aportes de Gilles Deleuze y Félix Guattari (2006) con respecto al territorio que se pretende conocer, el cual es producido en el movimiento mismo del cartografiado o como cartografías que se van dibujando en paralelo, al tiempo que se fundan y establecen los territorios. El término trans* designa entonces el amplio espectro de presentaciones e identidades de género variante, sin descuidar la especificidad de lo múltiple. Dicho término también posibilita pensar el espectro transnacional, en especial, como posibilidad de escribir importantes diferencias culturales, considerando prácticas colonizadoras en las que formas eurocéntricas han dado sentido a estas nominaciones. Así, referentes del tema como Marlene Wayar (2021) consideran que cualquier enunciación dentro del paraguas trans* implica contar una historia. No hay forma de definición sin perspectiva histórica, ya sea personal o colectiva.
Sobre la base de estas coordenadas descriptas para la categoría trans*, uno de los ejes del presente trabajo radica, justamente, en la interfase posible entre los postulados psicoanalíticos y las infancias trans*, considerando los desafíos y oportunidades inherentes a dicha articulación.
Historiografías de las infancias trans*
Raquel Lucas Platero (2012) analiza cómo comienzan a organizarse familias de niñxs trans*, testigos de lo que se podría nominar como la aparición de un nuevo sujeto político que resulta de profundos cambios que responden al devenir de la propia infancia en el mundo occidental, lo cual ha podido producir el acceso a derechos en el orden de una ciudadanía sexual. Ser capaces de ver estas presentaciones de la sexualidad en las niñeces es consecuencia de la escucha, lo contrario a reprimirlas o intentar modificar sus conductas para cumplir con normas hegemónicas sobre la identidad sexual y de género. Según Platero (2012), con frecuencia se ha afirmado que esta es la primera generación de niñeces trans* que puede vivir con aceptación social; es decir, de alguna manera, libres de la represión e imposición de terapias de reconversión. Sus vivencias son diferentes a las de personas trans* adultas que han atravesado procesos de transición en contextos violentos, pudiendo llegar así a pensar en fracturas generacionales.
Estas infancias buscan sus propios referentes dentro de este contexto de apoyo social-legal, pero, sin embargo, deben interactuar con posicionesque rechazan su incorporación. Se adhiere entonces al cuestionamiento de Platero (2012), en lo que refiere al carácter de ruptura que pueden tener estas actuales infancias trans*, y se genera así una pregunta que interpela la historia: ¿son estas infancias trans* una realidad netamente contemporánea, propias de un orden novedoso y de un momento presente?
Volviendo sobre la perspectiva historiográfica, Jules Gill-Peterson (2022) desarrolla un exhaustivo recorrido por la historia de la medicina estadounidense y europea. Su trabajo reveló antecedentes de niñeces no cis-hetero-conformes ya a principios del siglo XX, incluso antes, observándose procesos de medicalización y racialización de estas realidades. Ello posibilitó el estudio de las infancias trans* y las intersex, a lo largo de ese siglo, y el desarrollo de conceptos clave como plasticidad del desarrollo y género. Los antecedentes asociados a la actual nominación de infancias trans* refieren a hermafroditismo, intersexualidad, travestismo, invertidos, homosexualidad, transexualidad, identidad transexual, entre otros. Se entiende la importancia de pensar cómo las actuales infancias trans* han debido luchar contra el paradigma médico legal, encontrando similitudes y notorias diferencias con las luchas de los movimientos gays y lésbicos.
Menciona Platero (2014) que parte del legado histórico que no se puede dejar de considerar es el de la noción de agencia de las infancias trans*. Invita a revalorizar la historia, la memoria, el archivo y la apuesta a una forma de interrogar críticamente la identidad, las experiencias, e imaginar la niñez trans* de otras épocas como una infancia que precede. Pensar la historiografía de las infancias trans* implica visualizar cuidadosamente las modalidades diacrónicas y sincrónicas que componen esta realidad, así como cuestionar una falsedad central que limita su vida: que no tienen historia, que son fundamentalmente nuevas y que de alguna manera merecen ser consideradas como infrahumanas. El derecho a existir de las infancias trans* no está en discusión (Gill-Peterson, 2022), posición a la cual se adhiere en el marco del presente trabajo.
Finalmente, se puede afirmar que estas infancias occidentales amparadas en marcos legales coexisten con otras. Como menciona Gill-Peterson (2022), las historias de las infancias trans* también incluyen realidades específicas como infancias negras, infancias trans* no binarias, de bajos ingresos, con situación de discapacidad, indocumentadas, que han sido despojadas de su significado formal.
Una posible conceptualización de las infancias trans*: puentes hacia el psicoanálisis
Como se adelantó anteriormente, podrían conceptualizarse las infancias trans* –tomando aportes de Facundo Blestcher (2017)– como niñeces que responden a formas “identitarias”, aparentemente discordantes con el sexo anatómico asignado al nacer o con las representaciones genéricas binarias que definen la diferencia entre lo masculino y lo femenino, según los dispositivos de producción de subjetividad (ver también Clavero, 2020).
Estas definiciones básicas del fenómeno pueden ser ampliadas con la noción de existenciarios. Este concepto, surgido a partir del pensamiento de Martin Heidegger (1951), ha sido luego desarrollado por Ana María Fernández (2013) y Fernández y Siqueira Peres (2013). Junto con la noción de existenciarios trans, acuñada por Lohana Berkins (2013), conforman un punto de partida posible para una conceptualización psicoanalítica actual de este complejo campo.
Estos existenciarios trans* alojan la noción de itinerarios y subjetividades nómades propuesta por Rosi Braidotti (2000), como un estilo figurativo, una ficción política que permite pensar a través –y más allá– de las categorías establecidas. Este sujeto planteado por Braidotti (2000) se desplaza y transita, pero su identidad no se disgrega, es no esencial, es una subjetividad que crea uniones, solidaridad y empatía. El nómade también es una ficción eminentemente crítica, de ahí que la autora afirme: “lo que define el estado nómade es la subversión de las convenciones establecidas, no el acto literal de viajar” (p. 31). Los existenciarios trans* en la infancia toman, según la posición de Braidotti (2000), la corporalidad como construcción de sujetxs deseantes, en la que la voluntad de cambio racional-autopercibido se sintoniza con el deseo, apostando allí a los aportes psicoanalíticos.
Esta conceptualización de las infancias trans* considera la etapa vital de la infancia como la no existencia de una manera única de vivirla ni de acompañar su devenir. En esta línea, para Silvia Bleichmar (2000) la infancia está relacionada con los momentos constitutivos estructurales de la subjetividad infantil, y, en palabras de Mirta Casas de Pereda (1999), ello exige mirar y escuchar el discurso infantil en el jugar-decir de lxs niñxs, en movimiento y voz, gesto y palabra, y se vuelve esencial la presencia de un otro. En este sentido, se convierte en un proceso de estructura en acto, en el que existen grados diversos de simbolización que se manifiestan en el hacer-decir.
¿Criaturas cuir?
Kathryn Stockton (2009) habla de la criatura queer. Es la primera persona en investigar los conceptos entrelazados de queer y niñez. En ese sentido, utiliza el término queer de manera amplia, e intencionadamente ambigua, para referirse a los niñxs que se encuentran, de alguna u otra forma, fuera de lugar. Para la autora, si bien todas las criaturas son queer, no existen representaciones ni lenguaje hasta no reconstruir retrospectivamente una narrativa que articule elementos fragmentarios y dispersos. Las criaturas queer-cuir “son figuras cargadas tanto de preocupación como de esperanza. Por esta razón, la forma en que circulan sobre estas criaturas los discursos sobre el género y la sexualidad nos dan mucha información sobre cómo funciona la normalización” (Halberstam, 2018, p. 80).
La emergencia de la infancia trans* implica, al menos, las siguientes consideraciones en las que no se puede incurrir: en primer lugar, que no sean reconocidas, que sean negadas o invisibilizadas de diferentes maneras (Del Valle, 2002). En segundo lugar, que se establezca un relato normativo sobre el hecho trans* inteligible socialmente, en muchos casos, cis-normativizador, esencialista y adultocéntrico, que silencie formas posibles de vivenciar y experimentar el género. A este respecto, la infancia trans* presenta un importante desafío: no hacer cierres en falso que limiten las posibilidades de existencia de las experiencias que socialmente puedan ser aceptadas.
La deconstrucción de una visión psicopatológica per se de lo trans*
Infancias trans* y transnormatividad
Uno de los principales desafíos que se instalan para el psicoanálisis es la revisión de una psicopatologización per se de lo trans*. En este contexto, Austin Johnson (2013) plantea el concepto de transnormatividad, como una ideología hegemónica que estructura la experiencia y los discursos sobre la realidad de las personas trans* en una jerarquía de legitimidad que depende de un modelo médico binario y de los estándares que lo acompañan. Johnson (2013) enfatiza cómo este proceso se da independientemente del interés o la intención que tenga cada persona trans* de llevar adelante tratamientos médico-quirúrgicos como caminos de transición.
La cuestión de la transnormatividad se vincula directamente con la psicopatologización, requiere que las personas realicen identidades trans* en interacciones formales e informales (Johnson, 2016). Johnson (2013) muestra que el privilegio de este modelo sobre otros crea un efecto marginal para las personas no conformes con el género que no pueden o no desean realizar una transición médica. Estas personas quedan sujetas a estándares reguladores medicalizados, colocados en sus identidades, en la atención médica, en la comunidad y en contextos legales. Estas dimensiones son conductos de transnormatividad, una ideología normativa reguladora que estructura las interacciones en todos los ámbitos de la vida social.
Cuerpo y resubjetivación
En relación con lo anterior, Missé (2019) propone una resubjetivación de esx cuerpx que era otrx. Es decir, un relato alternativo que permita a las personas trans* pensar y vivir en forma menos traumática su identidad, sin la prisa que supone tener que encajar rápidamente en alguno de los dos moldes. De alguna manera, y en forma muy válida para las infancias trans*, Missé (2019) sostiene que todo intento de capturar al cuerpx en la representación es inútil, debido a que hay una grieta constitutiva y el cuerpx se erige como frontera. La resubjetivación del cuerpx conquistadx implica un ejercicio de extrañación con respecto a él, lo cual conlleva reconocer que siempre estamos atravesadxs por la mirada del Otro. Las personas trans* realizan en forma involuntaria este ejercicio de extrañación constantemente. Una vez conscientes del cuerpx como unx extrañx se pueden reconocer los cánones contra los que se enfrentan y cómo generan un malestar activo (Missé, 2019).
Una vez más son de interés los aportes de Foucault (1976, 1985) cuando se refiere a Herculine Barbin y menciona que las teorías biológicas de la sexualidad, así como las concepciones jurídicas sobre el individuo y las formas administrativas en los Estados modernos han conducido paulatinamente a rechazar la idea de una mezcla de dos sexos en un solx cuerpx y por lo tanto restringen la libre elección de lxs sujetxs.
Hacia la no patologización per se de lo trans en psicoanálisis
Preciado (2020) menciona que seguramente para Lacan los transexuales son psicóticos víctimas de un error: confunden el órgano con el significante. Es posible deshacerse del órgano, pero no es posible deshacerse del “significante” de la sexuación. Evidentemente, los trans son idiotas –dice Preciado (2020)– y afirma que parecería que se los considera que no pueden reconocer la diferencia entre la castración simbólica y la real, entre una vagina y un simple agujero, entre un “falo” y un colgajo cualquiera.
Galende (1990) sostiene que la necesidad de enmarcar el psicoanálisis como pensamiento crítico responde a que se produce en el seno mismo de lo que viene a transformar. El psicoanálisis es un producto de la cultura y Freud es un hombre de su tiempo. No es estático, no se agota en la denuncia, opera en tanto las condiciones que dieron lugar a su surgimiento se mantienen. Para el psicoanálisis, un sujetx y la sociedad que constituye son esencialmente estructuras divididas de conflicto, en ese sentido, irreductibles a toda adaptación o equilibrio. Freud (1930) muestra a la cultura como contrato y regulación de las dimensiones de dominación y poder, desde la perspectiva del sentimiento inconsciente de culpabilidad y agresividad. El poder en el campo social, como la sexualidad en lo psíquico, es lo reprimido que está en todas partes. El movimiento de una intervención psicoanalítica es singularizante, tiende a resituar a un sujetx en su relación con lo colectivo.
El psicoanálisis no es neutral. La idea de un psicoanálisis que recupere la tradición crítica freudiana, develador de las contradicciones y su lugar social, supone una toma de partido por un modo de intervención sobre lo humano, en este caso, sobre las consideraciones de patologización de las sexualidades. Lo que caracteriza un pensamiento crítico, como es el psicoanálisis, es su capacidad de problematizar la realidad, mostrar su complejidad y los caminos de resolución de sus conflictos.
No patologizar lo trans* per se no implica suprimir la psicopatología. Desde el psicoanálisis, las lecturas y los discursos patológicos en relación con la orientación sexual fueron antesala de otras visiones, también patológicas, de la identidad sexual y genérica. Psicosis y perversión se convirtieron en categorías principales para la pretendida comprensión de una particular forma de presentación de la sexualidad. Néstor Yellati (2013) propone suspender el diagnóstico de psicosis a toda persona trans* y subraya la importancia que tiene para un psicoanalista el reconocer sus propios prejuicios. Afirma que muchas veces la contratransferencia que suscita la demanda de transformación de un cuerpx puede ser causada por un prejuicio actual. Agrega que el diagnóstico es una herramienta magnífica, pero que en ocasiones puede quedar al servicio de ese mismo prejuicio.
Blestcher (2009, 2017) propone someter a revisión la metapsicología para evitar una ideologización. Para él, es necesario reconocer que las construcciones identitarias trans* no son psicosis per se. Esto no significa que no alberguen un sufrimiento que pueda desencadenar alteraciones de orden psicopatológico, pero ello podría desarrollar también alguna otra situación de sufrimiento psíquico.
Los conceptos freudianos expuestos en Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina (Freud, 1920) –obra en la cual se establece la configuración de la homosexualidad desde los caracteres sexuales somáticos, sexuales psíquicos y el tipo de elección de objeto– llevaron a trazar, muchas veces equívocamente, puentes con las perversiones. También los expuestos en Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (Freud, 1911), con el historial de Schreber, fueron un insumo para la construcción de esa mirada psicopatológica. Al respecto, Blestcher (2017) sostiene que durante mucho tiempo se ha asociado el travestido a la perversión, el transexualismo homologado a la psicosis y las infancias trans como falo feminizado de la madre. Las formas de ejercicio de la sexualidad o sus posicionamientos identitarios no definen, por sí mismos, ni completamente, la estructuración psíquica ni la eventual psicopatología. Por lo tanto, sería un error enunciar que las infancias trans* constituyen un cuadro psicopatológico a priori (Clavero, 2020).
Parafraseando a Blestcher (2017), la revisión de una sexualidad freudiana, desde un punto de vista reduccionista y patologizante, pone en consideración una sexualidad pulsional, erógenamente inscripta a partir de la implantación del otro. Esta no se limita a arreglos sociales que pautan la bipartición masculino-femenino ni a la genitalidad atravesada por la diferencia de los sexos, ni se subsume a una unidad armónica exenta de conflicto, más allá del afán regulatorio de los regímenes disciplinarios del imaginario social. Se resalta así ese valor de praxis psicoanalítica en la que se ha demostrado la capacidad transformadora del sufrimiento psíquico, no por haber sido compatible con la subjetividad de cada época, sino por someter a acción sus propios enunciados e interpelar su clínica, sosteniendo la fecundidad de sus paradigmas para la resolución de los conflictos y padecimientos humanos.
Asimismo, para la clínica psicoanalítica el diagnóstico no se reduce a una sumatoria de indicadores observables ni al agrupamiento de signos enfunción de categorías nosográficas. La confianza que se le designa al síntoma se establece en un correlato de dominancia estructural, de determinación intrapsíquica, resultado de la historia libidinal traumática del sujeto y, por ello, es imperiosa la despatologización de las diversidades sexuales con el fin de contemplar indicadores metapsicológicos que permitan localizar con precisión el sufrimiento psíquico y las intervenciones clínicas pertinentes. Ello implica atender a la complejidad de las determinaciones deseantes, las lógicas identificatorias de los procesos de constitución de la identidad sexual, contemplando el caso a caso, insertas en un gran espectro de subjetividades sexuadas (Blestcher, 2017).
Se entiende pertinente citar la pregunta que le realiza Butler (1993, p. 270) –fiel a su visión política-filosófica– al psicoanálisis con respecto a lo trans: “¿Cómo podría retornar lo excluido, no ya como psicosis o como la figura de lo psicótico dentro de la política, sino como aquello que ha sido acallado, que ha sido forcluido del dominio de la significación?” Los mecanismos mediante los cuales se estructuraría un sujeto se encuentran determinados por ciertos aspectos normativizantes del psicoanálisis. Esto convoca a pensar la teoría desde un lugar político y, a la vez, no excluyente de ciertas posiciones sociales y sexuales, ya que de ser así el psicoanálisis estaría condenado a estar al servicio de la ley normalizadora que pretende cuestionar (Clavero, 2020).
En esta línea, Preciado (2020) pone en cuestión los trabajos de André Green (1972) y Colette Chiland (1999), quienes entienden a las intervenciones quirúrgicas de reasignación sexual como intervenciones de automatización, “locuras privadas” que se convierten en “locuras colectivas” cuando son aceptadas por los médicos. Según Preciado (2020), por ejemplo, desarrollos como los de Chiland (1999) implican que el paciente se presenta para los psicoanalistas como un problema irresoluble, lo que convierte el trabajo psicoanalítico en un “trabajo imposible”, en el que los “enfermos transexuales” no se prestan a la transferencia analítica ni pueden sentir la angustia de castración, ni empatizar con el analista.
María Elena Sammartino (2020), enmarcada también en una perspectiva de revisión para el psicoanálisis, propone la siguiente pregunta: ¿Cuál es el tema que nos convoca nuevamente a repensar los destinos de la vida pulsional? Responde que se trata de las expresiones multiformes de la identidad sexual y, en particular, de las presentaciones de lo trans*. Así, para Sammartino (2020), el objetivo es volver a pensar lo trans* desde la clínica psicoanalítica, ahondar en la psicogénesis, los mecanismos psíquicos y la vulnerabilidad propia del sujetx trans*, buscando contribuir a una puesta en común de los hallazgos clínicos y su comprensión teórica.
Este avance presupone la revisión de algunos temas teóricos tales como la perversión, la bisexualidad y la concepción de la identidad sexual a partir de la introducción del concepto de género. Recuerda cómo Stoller (1963), el primer estudioso de la transexualidad desde el psicoanálisis, afirmaba en los años sesenta que ninguno de los transexuales que habían sido analizados por su equipo era psicótico. Plantea que para varios psicoanalistas es necesaria la construcción de nuevas líneas de pensamiento que permitan abordar, sin una escucha prejuiciosa, la polisexualidad que llega a la consulta.
A modo de cierre
Las infancias trans* nos convocan a pensar una ampliación de la analizabilidad en las niñeces, así como una revisión de los marcos teóricos psicoanalíticos, desafiando a deconstruir una mirada psicopatológica per se de las subjetividades disidentes. Este problema está siendo progresivamente analizado desde un punto de vista teórico, tal como se buscó ilustrar en este trabajo. Asimismo, el autor del presente artículo también se ha abocado a trabajos empíricos que indagan la perspectiva de psicoanalistas sobre el fenómeno de las infancias trans* (Clavero, 2023).
Tal como propone Bleichmar (2000), se identifica el carácter provisorio de las teorías, generando una oportunidad de sostener paradigmas desprendiéndose del lastre. Estas composiciones sexuadas son un desafío en el que la propuesta freudiana vuelve a hacer tope. Son también una oportunidad de continuar construyendo un diálogo con el psicoanálisis con perspectiva de género, así como con el transconocimiento.Es innegable que los planteos sobre género –tanto en el comienzo del feminismo como con los aportes del transconocimiento– advirtieron que el psicoanálisis podía ofrecer importantes herramientas teóricas para el análisis de la sociedad patriarcal y, en particular, para la elucidación de sus marcas en la subjetividad de mujeres y hombres (Fernández, 1996). Este avance no debe permitir que se olvide cómo esta disciplina es producida en el seno de tal sociedad. Así, es necesario un análisis de las marcas de la sociedad patriarcal en el interior de la teoría misma (Fernández, 1992). En la actualidad, dicho análisis encuentra resistencias, propias de la teoría, pero también aperturas que dan cuenta de profundos cambios. Ello implica revalorizar el trabajo en la tensión. Justamente, las infancias trans* constituyen un fenómeno que pone en juego el trabajo en dicha tensión.
1 maucl2020@gmail.com. Magister en Psicología Clínica de la Universidad de la República Oriental del Uruguay (UDELAR). Miembro de la Asociación Uruguaya de Psicoterapia Psicoanalítica.
Descriptores: SEXUALIDAD / GENERO / INFANCIA / IDENTIDAD DE GENERO /HISTORIA / PARADIGMA / PSICOANALISIS
Candidatos a descriptores: TRANSGENERO / MINORIAS / QUEER / TRANSNORMATIVIDAD / DESPATOLOGIZACION
Abstract
Trans* childhoods and psychoanalysis: challenges and opportunities
This paper proposes a theoretical review to discuss some psychoanalytic postulates based on the phenomenon of the so-called “trans* childhoods”. To this end, aspects related to the trans* category and the biographical background that make it possible for these ways of living childhood to be presently recognized. Subsequently, trans* childhoods are conceptualized by developing the notion of “existentials”, as well as nomadism in relation to identities. The contribution of the concept of “cuir creatures” is highlighted and certain psychoanalytical conceptions are reviewed. A necessary revision of psychopathology per se taking into account sexual and gender diversities is recommended. Finally, a reconsideration of interdisciplinary work in order to widen the field of analyzability of these children from an ethical point of view is suggested.
Resumo
As infâncias trans* e a psicanálise: desafios e oportunidades
O presente artigo propõe uma revisão teórica onde se discutem alguns conceitos psicanalíticos a partir do fenômeno das denominadas infâncias trans*. Para isso, se propõe aspectos relacionados com a categoria trans* e os antecedentes biográficos que possibilitam que estas meninices se reconheçam desde este lugar na atualidade. Posteriormente se conceptualizam as infâncias trans* (Clavero, 2022), desenvolvendo a noção de existenciários (Berkins, 2013; Fernández, 2013; Heidegger, 1951; Siqueira, 2013), como também a posição de nomadismo (Braidotti, 2000, 2004) com relação às identidades. A seguir, se enfatiza o aporte da noção de crianças cuir (Stockton, 2009), para continuar com o desenvolvimento de concepções psicanalíticas relacionadas com uma necessária revisão da psicopatologia per se às dissidências e diversidades sexuais e genéricas. No final, salienta e convida a reconsiderar o trabalho interdisciplinar a fim de ampliar o campo de analisabilidade das meninices desde um posicionamento ético.
BIBLIOGRAFÍA