Inconsciente y emergencia ambiental

Cósimo Schinaia, Editorial Biebel, Buenos Aires, 2020, 244 pp.

El libro Inconsciente y emergencia ambiental, del Dr. Cósimo Schinaia, editado por Editorial Biebel, Buenos Aires, 2020, muestra una profunda erudición y una meticulosa investigación bibliográfica en varios temas sobre el entorno del sujeto, considerándolo no solo como lo que se encuentra en el afuera, sino formando parte de la interioridad psíquica de cada individuo. Así se entiende que ambos lugares están en relación dialéctica.
Por esto el autor dice: “Estamos rodeados por el medio ambiente, respiramos el medio ambiente, dependemos del medio ambiente, pero al mismo tiempo lo guardamos dentro de nosotros, en nuestros sueños, en nuestros conflictos, en nuestra mente, en nuestras ansiedades, en nuestros miedos… Siguiendo con las consideraciones mi intención es mostrar cómo el psicoanálisis puede ser, no un lujo, sino un valioso recurso que hay que explotar adecuadamente para profundizar en el estudio de los mecanismos de defensa individuales y comunitarios frente a la toma de conciencia de los graves problemas ecológicos de hoy, las catástrofes ambientales que necesariamente reorientan el pensamiento sobre el psiquismo y su dinámica”.


Esa aseveración la fundamenta rescatando material del consultorio y la articula con lo colectivo, señalando a su vez aportes de otros psicoanalistas:

Cuando estoy en la sala de análisis, la relación analítica con los pacientes está necesariamente en relación con las fuerzas externas, en primer lugar los cambios climáticos y la forma en que se registran consciente o inconscientemente en nosotros. Janine Puget y Leonardo Wender (1982) hablan de mundos superpuestos (el del paciente y el del analista), ambos atravesados por contradicciones sociales, por ideologías, por lo que no es posible referirse a una dinámica aséptica de transferencia-contratransferencia, desligada de los referentes culturales y ambientales de cada uno de los dos, que muchas veces son los mismos. Puget y Wender se refieren al concepto de vinculus, introducido originalmente por Enrique Pichon Rivière (1971), que se basa en la idea de que “la realidad externa e interna no son entidades opuestas, sino que están en una relación dialéctica continua, un movimiento en espiral que determina el funcionamiento mental. Por lo tanto, la restricción incluye lo interno, lo externo y un tercero original, compuesto por ambas realidades […].

Si bien es una obra de un saber amplio y profundo, su lectura es amena y a lectores atentos, sin ser versados en los temas tratados en el libro, se les hace fácilmente comprensible.
Considerado1 el libro en forma global, hace surgir el interrogante que necesita ser respondido: ¿qué nos pasa como humanidad? Pues a pesar de percibir y reconocer los daños que los humanos estamos produciendo a la biosfera, continuamos degradándola.
La respuesta. Mejor las respuestas que ensaya C. Schinaia. Tiene como punto de partida el posicionamiento epistemológico del psicoanálisis, que deriva de su formación y desarrollo en medicina y psicoanálisis. En este sentido combina muy acertadamente la advertencia de poner en el primer plano dos aspectos de la vida que van juntos y actúan de consuno, como son la salud de la comunidad humana y la del planeta.
Varios son los estudiosos de Freud que han referido a su obra, como un monumental trabajo para comprender la mente humana, sus componentes, su dinámica y sus trastornos; entonces, si acordando con los estudiosos de Freud y con C. Schinaia que el adentro y el afuera del psiquismo conforman, en el humano, una unidad, la respuesta a la pregunta ¿qué nos pasa como humanidad? puede y debe2 provenir de la comprensión psicoanalítica.
En el epílogo del libro Luca Mercalli expresa enfáticamente: ¡Por fin un libro sobre psicoanálisis y emergencia ambiental! Si bien es atinada la expresión, pues C.Schinaia es un pionero en implicar al psicoanálisis con la ecología, es importante destacar que el libro va más allá, llega a apelar a una ética global que redunde en beneficio de la salud del planeta y de la comunidad humana.


Una ética universal que, si bien es de difícil consecución, debe imperiosamente intentarse. Ética difícil de alcanzar, pues teniendo en cuenta además del significado del término Oikos, casa, desde la etimología también remite a costumbres, que como es sabido incluyen valores: morales, culturales, religiosos, políticos, geopolíticos, y los netamente utilitarios, tales como los económicos y financieros.
En ese sentido, el autor muestra cómo los humanos, con el fin de responder a esos intereses y valores, ya no se defienden de la naturaleza, ni tampoco se constituyen en sus guardianes, sino que actúan como sus verdugos: desmintiendo los efectos que están a simple vista y los resultados de profundas investigaciones provenientes de distintas ciencias que se han abocado a estudiar el cambio climático, la deforestación, los efectos de la industrialización contaminante y la extracción sin límites de los recursos bióticos y abióticos del planeta, que son los que conforman la biosfera en la que nos encontramos.
Tomo aquí lo señalado por C. Schinaia cuando menciona a Freud y Thomas Mann:
Sigmund Freud escribió a su hija Anna en un telegrama del 24 de abril de 1927, comentando una llamada que suscribió junto a otros intelectuales vieneses y que concluye con estas palabras: “Lo esencial del espíritu es antes que nada la libertad, que ahora está en peligro y que estamos obligados a defender. Estamos preparados para impulsar la lucha por un grado superior de humanidad, contra la torpeza y la destrucción. Este es el momento”.
Si bien esas palabras están muy apegadas al peligro de la guerra, bien pueden aplicarse a la lucha que es imperioso encarar para la preservación ambiental, sin desconocer que las guerras también son factores degradantes del medio ambiente no solo físico sino también social.
Por su parte Thomas Mann (1936) define el psicoanálisis diciendo: “Una de las piedras angulares de esta nueva antropología que se va construyendo de varias maneras y, además, uno de los fundamentos del futuro, asilo de la humanidad más libre y sabia”.
Las palabras de los autores mencionados por C. Schinaia son de gran actualidad en relación con la emergencia ambiental y los distintos escenarios bélicos que se van sucediendo en el mundo. Vale la pena reiterar: “Estamos preparados para impulsar la lucha por un grado superior de humanidad, contra la torpeza y la destrucción. Este es el momento” (Freud, 1927), que en una inclusión lógica con lo postulado por T. Mann, posibilitaría, a través del psicoanálisis, generar el basamento para “una humanidad más libre y sabia”.


¿Cuándo iniciar este proceso? “Este es el momento” (Freud, 1927). Tratando de que las posiciones encontradas respecto de la crisis ambiental, como bien destaca el autor, den paso a un consenso mundial sobre la emergencia climática:3
El primer capítulo –“Breves notas sobre las principales etapas del proceso de oposición a la emergencia climática”− hace un balance sobre la crisis ambiental de nuestros días, sobre sus especificidades, sobre las consecuencias y cómo todo el mundo se está equipando para remediar con acuerdos de cooperación, pero también con desacuerdos que atrasan las acciones reparadoras.

El segundo capítulo –“Nosotros y el medioambiente”− destaca la interrelación en el interior de la comunidad de todos los vivientes y de todas las especies, como antídoto para la destrucción de los ecosistemas. En el medio de la reflexión se pone también la necesidad de una nueva urbanística, que equilibre lo construido con el verde y que tenga como fulcro la reparación de la ciudad. Finalmente se trata el problema de la transmisión transgeneracional y de nuestro legado al futuro de nuestros hijos.

El capítulo tercero –“La relación de Freud con el medioambiente”− está dividido en dos

3 En este punto los autores del comentario del libro optaron por transcribir lo señalado por el autor porque por una parte refleja la cantidad de temas que él articula y por otra, porque es una síntesis muy clara de los artículos que lo componen.

secciones. En la primera se describe la relación romántica de Freud con la naturaleza, tal como está descripto en sus cartas desde lugares montañosos o marítimos y con algunas anotaciones sobre las ciudades que son propedéuticas para las reflexiones presentes en el
ensayo El malestar en la cultura, de 1929. En la segunda sección se analizan los pensamientos contradictorios de Freud acerca de la relación hombre-naturaleza en los que más puntualmente manifiesta sus ideas sobre el medioambiente y sus implicancias respecto de la construcción de la civilización y del progreso.

El cuarto capítulo –“El psicoanálisis y la crisis ecológica”− describe la evolución del pensamiento psicoanalítico después de Freud respecto de la naturaleza y del medioambiente y también una sustancial dificultad de los psicoanalistas para enfrentarse con los temas ecológicos. Harold Searles intenta acercarse a esta temática recién en los años 60, abriendo la puerta a reflexiones que encontrarán nuevos intereses en los 2000, cuando los temas de la polución y del recalentamiento climático se vuelven angustiosamente actuales y se corporiza el estudio de las defensas patológicas, ya sean individuales o grupales, que impiden una plena y madura conciencia de la gravedad de la situación.

El quinto capítulo –“La basura”− propone el tema de la basura, evidenciando sus diversos significados simbólicos. A través de la exposición de algunas viñetas clínicas se presenta cómo diferentes aspectos neuróticos de la personalidad y diferentes historias personales entran en juego en la relación del hombre con la basura, determinando actitudes inadecuadas, incoherentes y, a veces, riesgosas.

El sexto capítulo –“El derroche”− enfrenta el tema de los restos y los desperdicios. El tema de los desperdicios de agua y de calor en las casas, o sea, el problema del consumismo en general, se aborda cruzado con partes de algunas historias clínicas con problemáticas generales y la representación de la interdependencia entre mundo interno y características medioambientales.

El séptimo capítulo –“La contaminación luminosa y acústica”− enfrenta el tema de la relación entre el acceso de luz y de sonido y del rumor de fondo en la sociedad y el atentado al bienestar psicofísico del hombre y de las otras especies. Los reflejos que estos aspectos polutivos tienen en la vida de las personas, por un lado, y las actitudes en los enfrentamientos de la luz y de la oscuridad y de los sonidos y del silencio en las
historias y conflictos individuales encuentran una posible elaboración en las vicisitudes de la relación analítica.

El octavo capítulo –“De lo individual a lo social”− describe la relación entre los mecanismos de defensa individuales, las modalidades defensivas grupales y comunitarias, poniendo de relieve similitudes y diferencias. Se analizan algunos aspectos defensivos de la militancia ambientalista, que pueden reducir el impacto comunicativo del mensaje ecologista. La adhesión fanática a la ideología ecologista, la exaltación acrítica del mundo natural, la dramatización obsesiva de las prácticas de defensa ambiental, la oposición al progreso científico, pueden configurarse como un mecanismo de defensa que, enfatizando idealmente la relación del hombre con la naturaleza, en los hechos la desnaturaliza, transformándola en retórica y sustancialmente inauténtica. También los esfuerzos directos por proponer solo acciones prácticas de cambio ambiental, si además son también culposos y terroristas, corren el riesgo de fallar porque no tienen en cuenta las confusas inversiones afectivas, de la memoria, de los deseos y de las angustias de las personas.

El noveno capítulo “El conflicto trabajo-salud”− insiste sobre la permanente contradicción entre bienestar psicofísico y medioambiente salubre y dirigido al trabajo, basándose en un viaje histórico sentimental entre Taranto, lugar donde nací, a Génova, donde vivo, dos ciudades italianas en las que las acerías manifestaron todo su poder polutivo, con graves consecuencias para la habitabilidad y el sostenimiento ambiental.

El décimo y último capítulo –“Servidores del futuro”− intenta resumir los razonamientos y reflexiones de los capítulos anteriores, hacer balance, tratando de dibujar algunas posibilidades operativas que salen de los cortes nostalgia-utopía, para proponer algunas modalidades de aproximación individual y grupal, real y optimistamente constructivas.

En suma, es un libro que postula la modificación del estilo de vida y para ello es necesario que este cambio se inicie con el individuo, lo familiar, lo social y alcnace a la comunidad humana en su totalidad, y que en esta prime el punto de vista3 de la solidaridad y la equidad plasmadas en intervenciones de prevención y reparatorias.
El objetivo de esta postulación, dicho en palabras del autor, es que:

[…] se convierta en parte de una renovación global a través de una nueva asunción de responsabilidades individuales, en un horizonte de sentido que se refiera rigurosamente al principio de realidad, pero que se oponga al escepticismo de quien piensa que el individuo está condenado a la impotencia, encerrado en una especie de melancolía ambiental suicida. Además, pienso que muchos de los mecanismos que están descriptos a escala individual, mutatis mutandis pueden recobrarse también como modalidades defensivas grupales. Por ejemplo, es útil analizar algunos aspectos defensivos inherentes a la militancia medioambiental, que pueden reducir el impacto comunicativo del mensaje ecologista.
La adhesión conformista y fanática a la ideología ecologista, la exaltación acrítica del mundo natural, la dramatización obsesiva de las prácticas de defensa medioambiental, la oposición al progreso científico, pueden configurarse como un mecanismo de defensa que, enfatizando idealmente la relación del hombre con la naturaleza, en realidad la desvirtúa y la vuelve retórica y sustancialmente falsa.
Además, los esfuerzos inmediatamente dirigidos a proponer solo acciones prácticas de cambio ambiental, si además también culpabilizan y aterrorizan, corren el peligro de fallar porque no tienen en cuenta los confusos investimentos afectivos, las memorias, los deseos y las angustias de las personas.
Aunque el horizonte temporal para emprender una acción eficaz es muy restringido, por el bien de la humanidad debemos reconocer que somos parte del problema y también somos parte de la solución, que en la época del Antropoceno debemos asumir una nueva conciencia y una nueva ética, de modo que intentemos ajustar las cuentas con los impedimentos externos, y por lo que se refiere a nosotros, psicoanalistas, internos, para poner en práctica todos los intentos posibles de favorecer las condiciones que valoran la expresión del cuidado y la preocupación por el medioambiente y sin desanimarse cuando algunos de ellos fallarán.
“En el silencio está el verdadero delito”, escribía Hanna Segal (1987) para denunciar los peligros inherentes a los armamentos nucleares sin coludir con la denegación de los pacientes respecto a la situación externa, pero evitando que el analista imponga al paciente las propias preocupaciones. Los psicoanalistas deberían hacer propia la incitación de Hanna Segal y asumir un claro compromiso civil, una posición política clara y libre de cualquier malentendido sobre la necesidad urgente de preservar y cuidar el mundo.
También ellos deben reavivar en sí mismos la capacidad de pensar y soñar con un futuro mejor, y de comprometerse y contribuir a valorar el sentido de la proporción y mantener una vida suficientemente buena en la que pueda haber espacio para el amor y la creatividad, y donde contrasten el pensamiento mágico e ilusorio y contemplen con integridad y sinceridad incluso los aspectos desagradables de la existencia.


1 En el sentido de observación atenta.
2 Por lo menos nosotros, psicoanalistas, deberíamos tomar conciencia de la importancia de nuestra disciplina en la temática del medio ambiente y hacer los aportes pertinentes.
3 El autor dice fraternal.
Laura Orsi