Estudio de un niño con autismo y sus padres desde una perspectiva transgeneracional
Angeles Aparain 1
Resumen
El presente artículo tiene como objetivo indagar y comprender distintas dinámicas presentes en el niño autista y sus padres. Se enmarca en un proyecto de investigación sobre autismo realizada en una institución pública. Las hipótesis propuestas están atravesadas por la historia transgeneracional del niño autista y sus padres. En primer lugar, se podrían señalar situaciones traumáticas de los padres asumidas por el niño autista. En segundo lugar, se retomarán los conceptos de duelo blanco y complejo de la madre muerta presentes en los progenitores. En tercer lugar, se trabajará lo desmentido por los padres que retornaría como identificación alienante en el hijo. En cuarto lugar, se propone que el abordaje de la historia transgeneracional favorece a la evolución de la psicoterapia individual en el niño autista. Para trabajar estas hipótesis, se presenta un estudio de caso único sobre un niño autista y sus padres. Se utilizaron las entrevistas y distintas técnicas para recolectar información. Este abordaje invita a repensar momentos de cruce entre el plano de lo intrasubjetivo del niño autista con lo intersubjetivo respecto de la historia de los padres.
Introducción
Durante la última década, hemos presenciado cambios vertiginosos respecto de la concepción del autismo que dieron lugar a nuevas hipótesis en cuanto a la naturaleza del cuadro, desde el campo de las neurociencias. Sin embargo, a pesar de los valiosos aportes desde las neurociencias (Kandel, Schwartz, Jessell, Siegelbaum & Hudspeth, 2013; Damasio & Carvalho, 2013; Ozturk, Bizzego, Espósito, Furlanello & Venuti, 2018; Schumann et al., 2004) la comprensión del autismo sigue siendo un interrogante complejo, inundado de controversias entre los distintos enfoques que pretenden realizar un aporte a la cura.
El DSM IV (Asociación Psiquiátrica Americana [APA], 1994), estableció como diagnóstico el Trastorno Generalizado del Desarrollo, en el cual diferencia cinco categorías dentro del síndrome: Trastorno autista, Síndrome de Rett, Trastorno desintegrativo infantil, Trastorno de Asperger, TGD no especificado. Este diagnóstico fue modificado cuando se editó el DSM V (APA, 2013) que finalmente lo denominó Trastorno del Espectro Autista, donde solo quedaron dos categorías de síntomas: “deficiencias en la comunicación social” (los problemas sociales y de comunicación se combinan) y “comportamientos restringidos y repetitivos”.
Más allá de las controversias diagnósticas, lo que nunca ha estado en duda es el sufrimiento tanto del niño que lo padece como de su familia. Podemos deducir que si no hay un consenso respecto de la concepción diagnóstica, mucho menos existirá consenso en cuanto a una concepción del psiquismo afectado y la terapéutica a llevar adelante.
En este artículo, se considera al autismo como un cuadro clínico de determinismo multifactorial, en el cual, seguramente, aparezcan implicados factores biológicos y psicológicos. Con la consecuente necesidad de que nuestro abordaje sea multidisciplinario.2
En este sentido, no adherimos a los autores que pretenden fundamentar una causa única. El enfoque de trabajo consiste en que el niño que sufre de autismo debe ser concebido como un sujeto que tiene una historia de vida portadora de cierto sufrimiento psíquico para contarnos.
Si bien esta premisa parece ser básica, es imprescindible para trabajar con el niño autista y su familia. Si lo consideramos un sujeto, nos abre la posibilidad de tener con quién trabajar, a quién darle las posibilidades de ir sincronizando su sensorialidad, sus sentimientos, de ir ordenando su psiquismo. Estos logros se consiguen a partir de que se puede realizar un trabajo conjunto con los padres, que están implicados en el sufrimiento psíquico del niño y por lo tanto en su posibilidad de transformación.
En este contexto se focalizó en el estudio sobre algunas particularidades del vínculo de la pareja parental y emergieron preguntas respecto del fracaso que vivencia el niño afectado en el acceso a la intersubjetividad, a diferenciarse y a reconocer a los otros. En esta dirección, surge el interés por la dinámica familiar, las tramas identificatorias que subyacen a la familia y los aspectos que se pueden detectar en las propias subjetividades de los padres, que constituyan un aporte más a la problemática del niño. Por ejemplo: ¿El modo de funcionamiento inicial de los padres, podría tener algunas semejanzas con el funcionamiento autístico que manifiesta el chico? o ¿El estado mental que generaron en la analista, en el inicio de la terapia, reproduce el estado mental del padre en los primeros tiempos con su hijo que devino autista?
El presente artículo tiene como objetivo indagar y comprender distintas dinámicas presentes en el niño autista y sus padres.
Puntualizaciones teóricas acerca del niño autista y el vínculo parento-filial
Mi trabajo parte del estudio de la población de padres de niños autistas,3 que presenta como característica general que todos ellos (los padres) han sufrido reiteradas situaciones de pérdidas afectivas, como por ejemplo, el fallecimiento o abandono de por lo menos uno de los progenitores, el fallecimiento de un hermano, o el de un hijo, junto a otras pérdidas muy significativas en sus vidas, ya sea en temas laborales o por enfermedades, etc. En una palabra, todos han padecido un traumatismo importante (Cecchi, 2005).
Lo novedoso es que en muchos de los casos, dichas pérdidas no han estado acompañadas de la concomitante aflicción expresada bajo formas diferentes de síntomas depresivos, tales como disminución de cualquier área de la conducta (rendimiento laboral, desinterés social o sexual), como sucedería en situaciones de duelo normal. Ni siquiera quedaron comprometidos transitoriamente aspectos vitales de su identidad, como por ejemplo, sus aspiraciones personales, su actividad ocupacional, las relaciones con el otro sexo y su rol parental.
Constatamos en nuestra casuística que son numerosos los padres de niños autistas que transitan lo que Green ha denominado “el complejo de la madre muerta” y “el duelo blanco” que implica un estado de vacío, en el cual el afecto que correspondería a una determinada situación dolorosa no está presente y retorna a posteriori, ya no ahí en esa generación; sino que hace síntoma luego en la generación siguiente a través del silencio, la lejanía o el desinterés aparente que presentan los niños autistas.
La psicosis blanca hace referencia a una psicosis en la cual no se presenta una semiología psicótica. Donnet y Green (1973) sostienen una potencialidad psicótica a partir de la estructuración de una historia en función de las series complementarias entre la potencialidad mencionada y los objetos y eventos con los que el sujeto se encuentre en el curso de su vida. Agregan que lo que habitualmente observan son descompensaciones transitorias seguidas de curaciones, lo que da al cuadro su perfil periódico, en línea quebrada, y subrayan que los psicoanalistas sabemos bien cómo una psicosis infantil puede curar mediante la constitución de un carácter rígido.
Por otra parte, estos autores presentan en la psicosis una serie de síntomas banales y comunes, no una producción sintomática excepcional. En este sentido, se hace referencia a “lo negativo” en psicoanálisis.
Green (1989) plantea la idea de una clínica del vacío en la cual el sujeto experimenta un Self de futilidad, vacío mental e inexistencia. Este duelo blanco se manifestaría solo en una revelación de transferencia. El complejo de la madre muerta y el duelo blanco se presentan en el terreno de la carencia, prevalente en la clínica actual.
Autores psicoanalíticos de distintas escuelas (Bollas, 1987; Green, 1995; Recalcati, 2003) destacan el predominio de una “clínica de vacío” en el sentido de una clínica de lo ausente o de lo negativo. En estos pacientes se observa un privilegio del vínculo con el objeto ausente en detrimento del presente, generando un psiquismo con una conjunción entre aspectos vivos y no-vivos. Lo vacío tiene una existencia ominosa, se trata de un inconsciente no reprimido; por lo tanto, el retorno no es de lo reprimido sino de lo desmentido, no se representa, tan solo se presenta, y se presenta en “lo negativo” (Green, 1995). Como psicoanalistas encontramos una mayor dificultad en trabajar con el vacío, nos angustia encontrarnos con la presencia de lo ausente, como cuando trabajamos con una mamá que está ligada al espectro de un ser que ya no está. En reiteradas ocasiones, en sesión con la madre, me encontraba sintiendo una cierta parálisis para pensar; solo a posteriori podía rescatarme de dicha situación arribando a la conclusión de que el estado mental que se producía en transferencia aludía al estado mental de la madre en los primeros tiempos con su hijo que devino autista.
Se destaca la concepción de Cecchi (2005), que refiere que los aspectos fenomenológicos son tan solo una fachada, que encubre una defensa que estos niños desarrollan muy hábilmente para que pase desapercibido que están “muy vivos” e “hiperconectados” con la realidad, escondiendo sus sufrimientos, sus dolores y sus desesperanzas.
Por otra parte, los padres depositan el aspecto escindido propio de su duelo en el hijo, quien se hace cargo de sostener la escisión, la desmentida y la desestimación del afecto. Pocos son los autores que perseveran en buscar el origen psicógeno del autismo; en esta línea, Cecchi (2000; 2005) realiza un aporte muy valioso cuando expresa: “Ya no se trata de una regresión o detención en una fase normal del desarrollo, sino de una singular construcción del aparato psíquico […] hay construcción y hay trabajo psíquico, esto es lo que afirmamos. Consideramos al autista como un ser nacido psicótico y por lo tanto comprensible y abordable desde el psicoanálisis”.
El trabajo con la familia del niño nos brinda un aporte muy significativo para comprender el entramado intersubjetivo que se ha ido desplegando, en forma más o menos indirecta, y que ha ido construyendo la mente del niño.
En nuestro quehacer clínico pudieron detectarse ciertos patrones, en la pareja de padres con un hijo autista, que se repetían de un caso a otro y a lo largo de este trabajo se abordarán las siguientes hipótesis aplicadas a un caso clínico:
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- El niño autista asumiría la situación traumática escindida, clivada por los progenitores y esta pasa a constituir gran parte de su psiquismo.
- Existiría, en algunos casos de autismo, un cuadro psicopatológico específico, “silencioso”, presente en los progenitores del hijo autista que correspondería al “duelo blanco” 4 y/o “al complejo de la madre muerta”.
- Lo desmentido por los padres retornaría como identificación alienante5 en el hijo que sufre de autismo.
- Sería fundamental prestar atención a la historia transgeneracional, fuente de los aspectos patógenos del hijo autista, para promover una evolución favorable de la psicoterapia individual del chico afectado.
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En este trabajo no se pretende darles validez universal a las hipótesis planteadas puesto que se trata de un estudio de caso. Sin embargo, el caso único puede aportar insumos valiosos en la medida en que se hace un análisis detallado de los procesos psíquicos implicados. Estas hipótesis son resultantes de un trabajo con una muestra mayor y un estudio exhaustivo de la bibliografía, por lo que se insiste en que el caso se presenta para recordar y ejemplificar estos aspectos teóricos.
Presentación de la historia de Daniel
Al momento de comenzar el tratamiento psicoanalítico, Daniel tiene casi 13 años, segundo hijo de una pareja que ya tenía en ese momento otra hija, dos años mayor que él. La madre queda embarazada de Daniel a la edad de 23 años. Fue un chico no deseado (según el discurso de la madre), dada la cercanía de ambos embarazos, en un período en que la madre siente cierta disconformidad con el estilo de vida que desarrollan y transmite su dificultad para generar cambios al respecto.
Daniel arriba a un hogar donde hay grandes dificultades económicas. Es derivado de un servicio hospitalario con la indicación de comenzar un tratamiento psicoanalítico debido a que presenta un cuadro de autismo. El paciente gusta mucho de estar en las alturas, se sube a las escaleras, a los techos, juega arriba del camión de su padre y permanece horas allí, lugar desde el cual divisa claramente las calles, la casa de los vecinos y ve a otros chicos jugar.
Presenta un lenguaje muy pobre, ecolálico, que en el transcurso de las sesiones adquiere cierto grado de comunicación: menciona comidas, líneas de colectivo, imita propagandas de TV, se sonríe cuando logro entender a qué espacio publicitario se refiere.
Es un chico muy exigente, demandante, en búsqueda de la estimulación inmediata y llega a ser muy tirano con quienes lo rodean. Alterna entre pronunciar algunas palabras sueltas en tono alto, casi a los gritos, o hablar en un murmullo como si se tratase de un secreto.
En las entrevistas iniciales concurre solo la madre, quien comienza expresando:
“[…] me puso mal al saber que estaba embarazada nuevamente, de tres meses, cuando mi hija recién tenía un año. A los 7 meses de gestación me tuve que enfrentar al enojo de mi cuñado, a sus gritos, a sus insultos. Él no aceptaba que los abuelos paternos me prestaran su atención al regresar a la casa. Con un vehículo que era propiedad de ellos… habíamos dejado la casa (tendría que haber dicho “nuestra casa”) para ir a lo de mis suegros, luego una cosa de sentirme lejos, no sé, colgada, eso, quizá sentir que estaba colgada”.
Al preguntarle sobre la mención que hace sobre “estar colgada”, responde:
“Lejos, sin poder darme cuenta de qué tenía, qué sentía, no sé ni qué pensaba, pero yo estaba bien pero ese estado me acompañaba siempre, como que por algo no tomaba contacto con nada, y así estaba bien. Raro, ¿no? Raro ahora, ahí era lo normal”.
Esta temática de “estar colgada” reaparece en muchas entrevistas y lo pudimos trabajar con profundidad dando lugar a aspectos ligados a su historia infantil en su familia de origen. En el tratamiento se va configurando que la abuela materna del niño no estuvo ni presente, ni ausente en relación con la madre de Daniel. Una situación familiar que fue vivenciada por Mariana (madre del niño) como “algo extraño”. Me pregunto sobre la presencia de lo ominoso (Freud, 1919). Dicha vivencia será retomada en cuanto al trabajo analítico realizado por la madre en la sesión de la pareja parental.
En relación con Daniel, continúa expresando:
“A los 7 meses, Daniel no se sostenía, yo lo rodeaba de almohadones para que se quedara sentado; en la familia de mi marido me decían de esperar, ya que mi cuñado (el mencionado anteriormente) empezó a hablar recién a los tres años”.
Y más adelante:
“Daniel comienza con gritos y llantos que no podíamos calmar […] siguió todo igual, no hablaba, no caminaba, y ya tenía tres años […]. En mí me aferré a la idea de trabajar mucho, ahorrar dinero y tener mi propia casa”.
En su relato predomina la resignación, en la medida en que sentía que “había que esperar” para promover un cambio. La realidad la superaba y se sentía impotente. Si bien desde el discurso se podría pensar que estas palabras son enunciadas con un tinte depresivo, se dejaban transmitir vivencias de vacío. Por lo tanto, se pueden identificar representaciones de sí desinvestidas, con lo cual emerge la siguiente pregunta: ¿Desde dónde ella podría investir a su hijo? El tema de la alteridad se hace presente.
Continúa narrando la historia de su hijo:
“Lo llevé al hospital; le hicieron todos los estudios y alrededor de los 5 años me dicen que es un autista. Sentí que todo estaba encaminado, empezaba un tratamiento, pero ahí me enfermo yo, quedándome postrada en una cama por 6 meses; allí quedaron mis sueños. Los médicos que me trataban me dijeron que era una enfermedad ósea. Cada tanto las terapias de Daniel se cortaban porque yo no podía llevarlo, por mi problema de salud”.
A lo largo de las entrevistas se confirman las carencias en Mariana, resultantes de un déficit del investimiento narcisístico materno. Con su correlativo que son los sentimientos de desvitalización y vacío que esto genera. En transferencia se reeditaba muy claramente esta atmósfera que es la misma que ha envuelto a Daniel durante todos estos años de su crecimiento.
El padre de Daniel desde la mirada materna
Respecto de su esposo, expresa:
“son dos hijos varones, un hombre de muy pocas palabras (se refiere al esposo que no aceptó venir a ninguna entrevista). Se le mete una idea en la cabeza y se encapricha con eso, por ejemplo quiere armar televisores viejos y está hasta altas horas de la madrugada, todos los días en un galpón solo, no viendo a ninguno de nosotros, pide que no lo molestemos”.
Este aislamiento que el padre de Daniel lleva a cabo durante tres o cuatro horas diarias, luego de una larga jornada de trabajo de ocho horas, no tenía ningún beneficio económico y la familia no entendía por qué y para qué realizaba dichas tareas.
“Él (se refiere a su esposo) vive para el día mientras haya para comer ese día, a mí, […] a mí me preocupa que no tengo nada para dejarles. Él se esconde de la gente y esto se da más desde que se murieron sus padres. Él se quedó con toda la clientela del padre, […] creo que estaba acostumbrado a que su padre lo organizaba, lo ayudaba a tomar decisiones”.
Otro de los pasajes de su narrativa:
“Mi idea siempre fue vender nuestra construcción del fondo e irnos al Chaco, donde vive mi madre, yo estaría más acompañada, yo quedo sin ninguna persona de las que quiero y encerrada en la casa de mis suegros donde hay muros de hormigón de tres metros de altura rodeando todo el terreno. Ni siquiera puedo ver las caras de los vecinos, menos aún hablar con ellos. Yo… sentía que mis hermanos avanzaban y yo quedaba muy desconectada de todos ellos”.
Transmite haber vivido todo esto en una actitud muy pasiva, no se opuso, ni esta situación generó discusiones con su esposo, a pesar de existir un grado de disentimiento importante.
La madre del paciente relata estos hechos (que son sentidos contratransferencialmente como muy dolorosos) en una actitud que no denota esa cualidad afectiva. Mientras Mariana comenta estos episodios, Daniel se muerde el dorso de su mano llegando a agujerear su piel; se queja muy levemente del dolor que se ocasiona y se muestra molesto con la situación. Intento detenerlo, frenarlo, pero es imposible. Considero que la madre relata un dolor no sentido y el hijo expresa el dolor de ella en su propio cuerpo, automutilándose. A pesar del gesto de dolor, continua dañándose; a falta de representación psíquica del dolor, recurre a la presentación física.
A continuación, se detallan algunos puntos del psicodiagnóstico realizado en la institución pública a la madre, que posteriormente fueron pilares en el trabajo analítico realizado junto con su hijo.
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- Dibujo libre: Realiza una casa muy pequeña, vacía, sin ventanas, transmite sentimientos muy desvitalizados. (Comenta): “Siempre he hecho esta casita, desde que tengo uso de razón aprendí a hacer esta casita y nunca más pude hacer otra distinta”. Le dice a su hijo: “Mirá tu mamá hizo una casita muy pequeñita, muy chiquita”.
- Dibuja una persona: (Comenta): “Esa es la dificil, una persona”.
- Test de la familia: “La hija en la tele pero no habla, Daniel en sus juegos sin hablar y el padre en la computadora y tampoco habla”. (Comentarios de Mariana mientras dibujaba).
- Test de la lluvia: Realiza una figura de una niña joven, alrededor toda la hoja con la lluvia. Lo curioso está en que entre la silueta de la figura y todo el resto que es lluvia, hay un espacio en blanco. La persona camina sin paraguas en la lluvia y no se moja, situación que desde la realidad es imposible.
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En la secuencia de producciones gráficas encontramos que Mariana expresa que hizo una casita muy pequeña. Nos preguntamos si esta producción podría estar referida a la idea de ella misma como un continente pequeño. En la misma secuencia, menciona lo difícil que es hacer una persona, expresión que nos conduce a pensar lo complejo que resulta para ella llegar a tener una subjetividad, lo arduo de esta labor. Al finalizar, el dibujo de la lluvia que llega desde el exterior pero que no la toca, no la moja, a pesar de no tener un paraguas protector. La madre del paciente nos cuenta que usualmente vive los hechos de ese modo; los hechos trágicos pasan, pero a ella no la tocan, no los siente, no puede hacerse cargo de la situación traumática y es depositada en el hijo, quien devuelve en espejo lo que ella ha dejado por fuera de sus vivencias afectivas. Puesta en juego del mecanismo psíquico la desestimación del afecto, se desestima la realidad interna, los sentimientos, junto a la desestimación de la realidad por parte de la familia del esposo.
El test de familia nos aporta un material clave para comprender que se trata de una familia donde reina el silencio y donde predominan los actos aislados; en él se detecta un cierto paralelismo con la vida cotidiana, donde Daniel escucha música en las alturas; su hermana adolescente, encerrada en su pieza con el discman; la madre también sola en la cocina con su radio y el padre alejado de la casa en las piezas del fondo, aislado de 3 a 4 horas diarias luego del trabajo sin ver a nadie de su familia. Por lo que se advierte un doble aislamiento: 1) el aislamiento de cada uno en el hogar, y 2) el aislamiento social en el cual solían vivir (por ejemplo, no frecuentar amigos, no hacer salidas para los chicos en el barrio o algún complejo deportivo, etc.). A lo largo del trabajo de más de diez años en investigación de padres de niños autistas hemos sostenido que no se trata solamente del aislamiento del niño, sino que también existen rasgos significativos de aislamiento en los padres (Cecchi y col., 2005). Respondemos afirmativamente entonces a una de las preguntas-problema planteadas al inicio: ¿El modo de funcionamiento inicial de los padres, podría tener algunas semejanzas con el funcionamiento autístico que manifiesta el chico?
Otros relatos de Mariana respecto de sí misma:
“Como estoy yo de dolorida le pongo ganas a la vida, así como uno se siente no dan ganas de moverse, así como estoy igual le pongo ganas a la vida […] yo le digo a Daniel, si me cuidan y me acompañan yo estoy, pero si no me cuidan y no me acompañan yo no voy a poder”.
Esta solicitud correspondería al marido y no al hijo, por la “carga” que esto puede implicar para el niño. Se encubre aquí una demanda de amor de la madre que devela el déficit que presenta a nivel del narcisismo yoico (Green, 1989).
Fragmento de sesión de Daniel a los dos años de tratamiento
La madre relata en sesión que su hijo, Daniel, esta “empecinado” en arreglar un TV blanco y negro y allí quiere conectar el family (video juego).
Daniel dice: “Hitachi” (se refiere a la marca de la TV), luego agrega “Family”. Ante esta escena muestro al chico y su madre, que él pide que arreglen el televisor expresando su deseo de curarse, “de que yo lo pueda arreglar a él y quedar conectado con su familia, como su intento de poner el ‘Family’ en la TV”.
A posteriori Daniel enuncia: “Hache y hache”. Le sugiero que el necesita hablar de dos “h”, de dos cosas que están mudas en la familia-family. Una “h” me parece que se refiere a que en su familia hay cosas que “se saben” aunque de ellas no se hable, y es por este motivo que él siente que tiene una familia-family “un poco muda”. Con respecto a la segunda “h” le pregunto: ¿será algo de tu papá, lo que tú me quieres contar y no puedes? (Recuerdo el interés del padre por los televisores y la marca de TV, Hitachi).
Esta viñeta condensa un material que fue central en el avance del tratamiento de Daniel. Se asume esta línea de trabajo, sobre la mudez de su familia, intentando pesquisar algún secreto familiar, algo del orden de lo oculto “de lo sabido, no pensado”. En palabras de Bollas (1987), “lo sabido, no pensado” es, entonces, aquello “[…] sabido como una recurrente experiencia de existir y no tanto porque se lo haya llevado a una representación de objeto: un saber más bien existencial por oposición a uno representativo” (p. 30).
Ante lo cual la madre comienza de manera entusiasmada y expresiva a contar los siguientes hechos:
“Ellos (refiriéndose a los padres de su marido) eran de hablar poco y aparentar lo que no es, o más como… esconder lo que es. Fíjese, cuando se accidentó el abuelo recién ahí los vecinos de toda una vida se enteraron de que había fallecido la esposa (muerta hacía tres años). No lo podían creer, la reacción de los vecinos, que cómo no avisaron nada, que cómo no se supo. No fue nadie al velatorio de mi suegra. Mi suegro decía: ‘para que no se sepa, para que no crean que no hay nadie en casa cuando yo salgo’ (temor a los robos). Después lo mismo cuando murió mi suegro, fue solo un vecino que le conseguía medicación por desarrollo social. […] también supe por la tía abuela, que el tío (se refiere al hermano de su marido, su cuñado con el que había tenido conflictos) de chico no se conectaba con nadie, …una vez a mí me comentaron pero no sé si es real o no, dicen que este muchacho más grande no era hijo de mi suegro… mi suegra siempre decía mi hijo es mi hijo, yo lo quiero así… claro que él igual tiene el apellido de su padre. Las versiones son que mi suegra estaba embarazada de otro hombre y él la aceptó así”.
Puede observarse cómo opera el mecanismo de la desmentida, donde algo queda por fuera de la circulación de la familia. El secreto familiar reaparece en el síntoma del hijo (casi mutista) y en este momento el paciente expresa su necesidad de abrir temas al respecto. Este “no querer ver” (lo que ya se vio, por otra parte), esta desmentida como mecanismo operante que se incrementa en índice exponencial, se ramifica y toma otros aspectos de la vida familiar. Aparecen otras categorías de desmentida. Desde el padre, se desmintió la muerte de su madre (abuela de Daniel), según el episodio en que los vecinos se enteraron tres años después que había fallecido la abuela. Se desmiente sobre el origen del tío del paciente: ¿es hijo o no del abuelo paterno?
También por su parte la madre desmiente el propio sufrimiento ante la muerte de su hermana menor, y el encierro físico en el que vivían con su familia actual. A esta altura no quedan dudas de que la historia transgeneracional, con todos los aspectos escindidos, desmentidos, forma parte del psiquismo de Daniel.
Presentación de la historia de la madre de Daniel
En este sentido, se puede sostener que lo que sucede en la generación que los precede se hace presente a través del cuadro psicopatológico de Daniel, algo del orden de lo mudo, lo no dicho, desestimado, vuelve como identificación. Identificaciones alienantes que han constituido al joven. Momento de cruce entre lo intrasubjetivo y lo intersubjetivo, destacando cómo un hecho psíquico puede permanecer inalterado a lo largo del tiempo y produce sus efectos a posteriori, a la distancia. Atendiendo a las hipótesis planteadas al inicio, se citará material donde se advierte el complejo de la madre muerta y el duelo blanco, vivenciado por la madre de Daniel.
En las siguientes sesiones pudimos ir trabajando con Elisa Mariana su situación traumática. Aporta material en relación con su propia madre y evoca que al mes del nacimiento de esta, su propia madre fallece. De su historia de vida relata que teniendo 4 años de edad, fallece su hermana (2 años), de la cual no tiene ningún recuerdo, lo sabe por los relatos familiares. Sí puede rememorar algo de un cambio en la madre: por momentos la recuerda muy activa, desarrollando numerosas tareas, y luego un período donde le parece que la madre no estaba o, si estaba, permanecía muy callada, apagada, distinta de como era antes.
Se expresa en forma confusa, no sabe si realmente no estaba o si estaba y ella no la puede recordar. Fuimos reconstruyendo su historia; en la transferencia, se presentifica una depresión larvada y va llegando a la conclusión de que su madre sí estaba en la casa, pero que la recuerda poco. Un tiempo después, teniendo ella 10 años, fallece su padre. No puede precisar la causa de su muerte, pero sí recuerda que fue algo que se desencadenó en pocos días.
Sostiene que nunca pensó demasiado en la tristeza que su madre podía sentir respecto de la pérdida de su hermana, de dos años de edad, y de la pérdida del padre, dos años después. Comenta que nunca había unido estos hechos que ahora le parecen evidentes, que darían un sentido, una explicación al estado de lejanía de su madre.
Pienso este material expresado por la madre del paciente desde los aportes de Green, autor que refiere una configuración clínica muy peculiar: “depresión materna y complejo de la madre muerta”, que se revela en la transferencia como una depresión. El rasgo esencial de esta depresión es que se produce en presencia del objeto, el mismo absorbido por un duelo.
La madre por alguna razón se ha deprimido… entre las causas principales de esa depresión materna encontramos la pérdida de un ser querido: hijo, progenitor… o cualquier otro objeto investido fuertemente por la madre. […] En todos los casos, la tristeza de la madre y la disminución de su interés por el hijo se sitúan en el primer plano. Considero importante destacar que el caso más grave es la muerte de un hijo a edad temprana (Green, 1981).
En el centro de este complejo el autor describe la imago de una madre muerta psíquicamente a los ojos del hijo. Esta imago constituye un núcleo frío alrededor del cual se organizan diferentes defensas. Green no específica las defensas pero de acuerdo a lo estudiado en diferentes casos, estamos en condiciones de sostener que se trata de defensas arcaicas, básicamente la desmentida, la desestimación del afecto y la desestimación de la realidad (Freud, 1918, Maldavksy, 1981). En el interior del núcleo frío hay procesos de desinvestidura del objeto maternal con su correlato: la identificación inconsciente con la madre muerta, una identificación vacía junto con la vivencia de pérdida de sentido, todo esto configura un duelo blanco.
Consideraciones finales
Brevemente, se explicitaron los aspectos más salientes del material que permiten arribar a las hipótesis propuestas en las cuales el niño autista asume la situación traumática escindida por los progenitores y esta pasa a constituir gran parte de su psiquismo. Se profundizó en la historia de vida de la madre (de Daniel), en la cual se pudo observar la configuración del complejo de la madre muerta, al igual que otras madres de pacientes autistas con las que hemos trabajado en la casuística de la investigación. Se trabajó también lo desmentido por los padres, que retorna como identificación alienante en el hijo.
El estudio de este caso único, de un niño con autismo y sus padres, reveló los efectos que tiene lo transgeneracional en la concatenación de hechos psíquicos que han padecido los padres y su hijo. Los padres van construyendo guiones respecto del comportamiento del hijo, y sus síntomas producen una profunda herida en el narcisismo parental. Partimos de este entramado en aras de atender el interjuego de las angustias y las defensas que se despliegan en las sesiones conjuntas con el fin de aportarles nuevas lecturas que den sentido a sus vivencias.
Teniendo en cuenta las diversas conceptualizaciones que han abordado el estudio de la historia traumática de las generaciones precedentes y la carga patógena que estas conllevan, este artículo pretende ser un aporte sustancioso que revaloriza estas ideas a la luz de las evidencias que la clínica nos presenta con el caso clínico narrado.
Como se mencionó en reiterados pasajes de este escrito, el caso de Daniel es uno de los tantos trabajados a partir de la investigación clínica. Consideramos que la selección realizada del material cumple satisfactoriamente con el objetivo de pensar el autismo en la clínica ilustrando el entrecruzamiento entre el plano de los aspectos intrasubjetivos del niño que sufre, con la dinámica intersubjetiva a través de las generaciones intervinientes de padres y abuelos.
1 aaparain@hotmail.com. Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
2 Investigación sobre autismo, realizada en una institución de salud pública a partir de un convenio con la Asociación Psicoanalítica Argentina. 1998-2013.
3 Investigación mencionada anteriormente.
4 Concepto aportado por Green, A. Narcisismo de vida, narcisismo de muerte.
5 Faimberg, H. Nos aporta el concepto de “identificación alienante” en El telescopaje de las generaciones (1985).
Descriptores: AUTISMO / NIÑO / PADRES / TRANSGENERACIONAL / VACÍO / DESMENTIDA / CASO CLÍNICO / TEST / SITUACIÓN TRAUMÁTICA / MADRE MUERTA
Candidato a descriptor: DUELO BLANCO
Abstract
Study on a child with autism and his parents from a transgenerational perspective
This article aims to investigate and understand different dynamics present in the autistic child and his parents. It is part of a Research Project on autism carried out at an public health institution based on an agreement with the Argentine Psychoanalytic Association (APA) (1998-2011). The proposed hypotheses are crossed by the transgenerational history of the autistic child and his parents. First, traumatic situations of the parents assumed by the autistic child can be pointed out. Secondly, the concepts of white grief and complex of the dead mother present in the parents are retaken. Third, reference can be made to the denial by the parents that it returns as encouraging identification in the child. Fourth, it is argued that the approach to transgenerational history favors the evolution of individual psychotherapy in the autistic child. To work on these hypotheses, a unique case study of an autistic child and his parents is presented. Interviews and different techniques were used to collect information. This approach invites the identification of moments in which there are intersections between the intrasubjective of the autistic child and the intersubjective regarding the history of the parents.
Keywords: AUTISM / CHILD / PARENTS / TRANSGENERATIONAL / VOID / DISAVOWAL / CLINICAL CASE / TEST / TRAUMATIC SITUATION / DEAD MOTHER
Keyword candidate: WHITE MOURNING
Resumo
Estudo de uma criança com autismo e dos seus pais desde uma perspectiva transgeracional
O presente artigo tem como objetivo indagar e compreender diferentes dinâmicas presentes na criança autista e nos seus pais. Isto se enquadra em um projeto de investigação sobre autismo realizado em uma instituição pública. As hipóteses propostas estão atravessadas pela história transgeracional da criança autista e dos seus pais. Em primeiro lugar, poder-se-ia destacar situações traumáticas dos pais assumidas pela criança autista. Em segundo lugar, serão retomados os conceitos de luto branco e complexo da mãe morta, presentes nos progenitores. Em terceiro lugar, será trabalhado o desmentido pelos pais que retornaria como identificação alienante no filho. Em quarto lugar, propõe-se que a abordagem da história transgeracional favorece a evolução da psicoterapia individual na criança autista. Para trabalhar estas hipóteses, apresenta-se um estudo de caso único sobre uma criança autista e os seus pais. Foram utilizadas as entrevistas e diferentes técnicas para colher informação. Esta abordagem convida a repensar momentos de cruzamento entre o plano do intrasubjetivo da criança autista com o intersubjetivo a respeito da história dos pais.
Palavras-chave: AUTISMO / CRIANÇA / PAIS / TRANSGERACIONAL / VAZIO / DESMENTIDO / CASO CLÍNICO / TESTE / SITUAÇÃO TRAUMÁTICA / MÃE MORTA
Candidato a descritor: LUTO BRANCO
Bibliografía
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