Equipaje del viaje analítico en Red Covid-19 de cuarentena.

¿Páramo de la propia ilusión entronizando la vida?1

Norma Cavalieri2

“La rosa no tiene porqué, florece porque
florece, sin preocuparse de ella misma,
sin desear ser vista”.

Angelus Silesius.

Resumen

Análisis de la experiencia institucional que tuvo lugar en la plataforma comunitaria surgida en el contexto de la pandemia de Covid-19. El desarrollo del dispositivo generó un aporte a la posibilidad de intervenciones psicoanalíticas sumamente efectivas en el marco de la angustia y la urgencia. Se establecieron transferencias que corroboraron la vigencia incuestionable de la escena psicoanalítica, y la posibilidad de creación de cierta ilusión-desilusión favoreció el encuentro en tiempos de situaciones límites para la vida que ocasionaba el consecuente efecto pulsional amenazante.

Enunciación del desarrollo de esta propuesta

El funcionamiento de esta red generó la formalización de una plataforma para escuchar, atender o derivar tomando en cuenta los elementos del dispositivo comunitario, que creó una lista de profesionales voluntarios con coordinadores y se organizó así “un intento de abordaje”, proporcionado por la Institución, a la angustia y amenaza de muerte que nos creó la pandemia.“El influjo determinante era, desde luego, la proximidad del enemigo; en el caso de la vida anímica, es la proximidad del mundo exterior” (Freud, 1926, p. 183).

 Para este escrito tomaré la experiencia de algunas intervenciones realizadas, integrando al principio la lista como “voluntaria”, y expondré el análisis de las consultas en las que la escucha analítica (siempre en gestación) dejó su impronta como elemento transformador; dado que resultó posible el establecimiento de la transferencia, el surgimiento de la verdad del inconsciente, el deseo del analista y la dirección de la cura. “[…] el historial como un relato […] el historial no es una historia clínica, ni un protocolo psiquiátrico […]” (Marticorena, 1996, p.157). En la Plataforma Covid, nadie, a pesar de su título, oficiaba como psiquiatra.

El cambio de mi rol en la red, de la posición de “voluntaria” a la de “admisora” generó un efecto de pasaje, otra perspectiva de intervención y seguimiento del dispositivo tanto en su atravesamiento como en el análisis de supervisión, tomando en cuenta también el nivel institucional, instancia generadora de esta posibilidad. 

Validez de las intervenciones psicoanalíticas en situaciones de urgencia, emergencia y angustia. Su efectividad en la particularidad de esta red.

“Validez” en el sentido de marcas transferenciales que pudieran ser escuchadas en la primera fase del encuentro con un sujeto que solicita “ser ayudado”. Esta fue la consigna.

El peligro amenazante del Covid-19 dejó en evidencia la situación de algunas personas consultantes en relación con sus respectivas coberturas de salud y de la indefensión que se puso de manifiesto por la amenaza de muerte. “Un Real” que no buscamos y tratamos de afrontar. “La intervención del analista apunta al lugar de fijación, al goce que retiene al analizado y le impide avanzar en el camino de su deseo” (Vegh, 2017, p. 78).

Para atender esa angustia flotante de la situación que ocasionaba la pandemia de Covid-19, la Asociación Psicoanalítica Argentina, a través de la creación de una red comunitaria, ofreció el servicio de esta plataforma, disponiendo para ella de la tecnología que se tenía más a mano (teléfonos, videollamadas, e-mails, WhatsApp). Eso hizo posible recibir consultas desde cualquier lugar del mundo (¿aspectos que posibilita lo masivo? Si tengo un teléfono o un WhatsApp, puedo llamar a quien quiera). Este primer acercamiento posibilitó decantar: quién solo pide ser escuchado y quién puede establecer una transferencia analítica.

De esta experiencia, compartida con colegas de la Institución, transmitiré algunos de los casos tratados. Describiré el encuadre en el que se pedía ayuda y su efecto, tratando de dilucidar a través de la marcha de las consultas cuándo era posible escuchar a estas personas como sujeto de la verdad del inconsciente (Lacan,1964, p. 52).

Estas consultas no fueron la mayoría, pero posibilitaron un corrimiento del analista, desde un primer acercamiento no exento de dudas y de “impregnaciones” propias de nuestro instrumento, creando así el marco teórico-clínico que fuera avalando la tarea. Algo que diera cuenta de una nueva manera del ser analista: “Una analista” en esta particular manera de intervención, formándose en este campo que propició un estilo diferente al de otras modalidades de inserción institucional3.

Junto a los colegas que integramos la plataforma compartimos reuniones, encuentros, estudio y, sobre todo, el intento de formalizar lo que nos atravesaba. 

Empezaré con los casos elegidos.

Nazarena

Tiene 25 años, vive en la casa del novio, consulta por ataques de pánico. Sus padres son religiosos reformistas. Toma medicación. Se había ido de la casa por falta de entendimiento principalmente con y por el estilo tiránico de su madre, quien, a su decir, “toma la palabra de Dios en sus manos y la ejecuta al pie de la letra”.

La ligazón es inmediata y, como fruto de las intervenciones en acto, esta persona se reubica con los padres, a quienes trata de llegar, con su palabra y con su propia voz, y es así como retoma sus consultas.

Gladys

Casada, 26 años. Madre de una nena. Vive en la casa de su suegra. Allí construyen una vivienda en el fondo de esa casa. Arriba vive la cuñada, hermana del marido.

Se presenta con una reagudización de cuestiones (¿obsesivas?). Los signos plantean una pregunta que en cierto modo encierra la respuesta: la dificultad diagnóstica en el marco de las posibilidades brindadas por el dispositivo planteado como cuatro o cinco entrevistas de contención. 

Se sentía invadida por su propio mundo y puesta en peligro por el marido, que no se cuidaba del posible contagio del virus y la enloquecía, según su decir. El seguimiento consistió en intentar correrla de una demanda infantil cristalizada, organizar y reorganizar las funciones materna y paterna en y con su pareja. 

Como analista, trataba de direccionar esa “demanda-urgente y apremiante” de establecimiento transferencial masivo, generando un continente a su “ominosa angustia”. Era una casa de niños en constante colisión. “Lo ominoso es aquella variedad de lo terrorífico que se remonta a lo consabido de antiguo, a lo familiar desde hace largo tiempo” (Freud, 1919, p. 220).

Decidí que no era adecuado dejarse atrapar por esta demanda, con pedido de incondicionalidad, que se dejaba entrever a nivel discursivo-significante, y que la atención a través de la plataforma no podía ofrecer.

Ricardo 

Paciente de 87 años. Mostraba en sus palabras la necesidad de continuar con las entrevistas, aun reiterándole que lo que el dispositivo ofrecía eran consultas, no un tratamiento psicoanalítico. 

¿Qué se movía en mí a partir de estas delimitaciones del campo de acción? Trataré de explicitarlo con el correr de la escritura.

Escuché esta ligazón y a la vez el impedimento de espaciar las consultas. No fue posible suspender las entrevistas. Algo fuerte se entrelazaba a esta imposibilidad.  

El relato culmina con que Ricardo terminó siendo sometido a una intervención quirúrgica que no era la “operación médica” prevista, de la que hablaba, sino algo más determinante y apremiante. Lamentablemente nunca volvió de esa operación. De este modo, este dispositivo también implicó un contacto con la muerte en la escena terapéutica. Recojo aquí mi recuerdo y agradecimiento a la entremezcla pulsional jugada en cada encuentro, en el que fue la voz lo que preponderó sosteniendo el campo analista-analizado.

La pandemia proporcionó la impronta permanente y misteriosa de la incertidumbre, y se trató de hacer surgir lo enigmático del inconsciente, trabajando a tientas con la oscuridad de este particular “ser (a)penas” (Repetto, 1998).

Anabela 

De 18 años, se sentía angustiada y desamparada frente a la falta de respuesta de sus padres.   Esperaba que le brindaran acogimiento en su ilusión, y de su ilusión adolescente. 

Fuerza cuestionadora la de esta joven que reclama por sus derechos. La hipótesis que se juega es que, a través del análisis, pueda “re-crearse” en la transferencia la presencia de un padre (elección de ella en la infancia) que favorezca su desarrollo en el afuera de sus relaciones primarias. Efecto esperanzador del vínculo analítico. Caso que se sostiene aún bajo mi deseo y en gratuidad.

Efectos del dispositivo ofrecido desde la Institución

Una interesante observación que se desprende de algunos de los casos es que tal vez por la gran apertura del ofrecimiento de atención que promovía la Institución a través de esta red, y probablemente facilitada por la gratuidad del dispositivo, los consultantes se sentían “tocados” por una disposición que daba cabida a la aparición de esa estructura narcisista, omnipotente e infantil, encarnada por “Su Majestad el bebé”. Esta impronta aparecía como lo dado, como entrada al lazo. Lo que podría suceder a posteriori solo se iría dando si la transferencia analítica se estableciera. 

Mi hipótesis es que estos consultantes necesitaban de esta manifestación de omnipotencia frente al desamparo de la muerte. Con esta oferta creamos ese objeto, para los consultantes y para nosotros. Como dice Winnicott (1988, p. 43),“se da toda suerte de mezclas entre lo físico y lo psicológico”. Como en el teatro, “un buen toro para la pandemia, salida a escena”. Había personas que necesitaban una respuesta ilimitada en el tiempo de la duración de las consultas y como reacción frente a lo amenazante… “Ahí viene la muerte, corramos a protegernos”.

El análisis como viaje. Equipajes de sustento.

Deseo del analista. Intervenciones en lo Real. Nudo. Castración.  Falo. Transferencia. Amor de transferencia. Sexualidad infantil. Encuadre. Fantasma y objeto a. Edipo. Estructura. Sueños. Acto analítico. Goce. Nuestro derrotero. “[…] la transferencia como la puesta en acto del inconsciente” (Vegh, 2017, p. 81).

El sesgo en la escucha es transformar en palabra no vacía lo que los consultantes manifiesten. El nudo lo implica el campo de analista-analizado, que va creando una semblanza de la manera de intervención en esta instancia de consultas y da como resultado “un puro acto analítico en continuado”. Me refiero a los formatos de intervención que muestran la vigencia del mundo infantil. Según Lacan (1967, p. 3): “¿Qué es el acto psicoanalítico en este concepto? Podría decir que puede inscribirse bajo esta rúbrica en el registro de la Seguridad Social”. 

El estilo del dispositivo permite interrogarse respecto de qué es lo que cada uno de estos recortes de la experiencia pone en cuestión.

Por un lado, respecto de lo establecido por la opinión corriente, enunciados del “imaginario popular” que afirman que el psicoanálisis remueve permanentemente la infancia y que por ello se extiende en el tiempo, por lo tanto no es apto para la urgencia. ¿Cómo influye esto en los consultantes? ¿La pandemia borró esta resistencia? 

El peligro de dejarse llevar por este imaginario consiste en anular la creativa manera de transformar un pedido de ayuda en una demanda en la que se implique algo del sujeto. ¿Coteja los ideales del analista? Nos “exige” respuesta porque la intervención muestra la efectividad de la palabra, único elemento, utensilio, a regular, que da cuenta de lo que constituye la práctica. Actos jugados entre la pregunta, ese sesgo del imaginario, y su transformación en puntos de intervención.

Quedan fuera de las posibilidades de desarrollo en este escrito la inmediata necesidad de respuesta que generan la cultura, los medios; las precarias posibilidades de los sistemas de salud, que a través de prepagas u obras sociales determinan el accionar ante los síntomas del que sufre, así como el del analista apresado por sus propias urgencias. El sistema puede convertir en desechos, números, cosas, provocar desubjetivación, y es en ese resquicio donde intenta aparecer el psicoanálisis con su deseo de anudamiento, provocando, y provocador de la subversión del sujeto en sus ideales (Lacan,1966, p. 763).

Volvamos a los casos

1. La intervención propició que Nazarena, que estaba fuera de sus propias cosas, desempeñando un papel sin derechos en la casa del novio, volviera a su casa. Se armó otra escena, los personajes se reubicaron, escuchándose.

2. Gladys: la cuestión allí fue decepcionar el pedido de ayuda ilimitado. Llamaba sábados, domingos, se deprimía; tal goce, le incrementaba el papel de locura que le proponían sus miedos y su caos. 

Allí, el hacer lo constituyó no confundir la “atemporalidad del mundo infantil”, ubicando a la consultante en un ordenamiento como mujer, esposa y madre. ¿Dirección de la cura o apremio del dispositivo analítico? El dispositivo mueve cielos e infiernos. ¿Apura? El objetivo, ¿a quién calma? “Piensen qué testimonios damos de elevación del alma al mostrarnos en nuestra arcilla como hechos de la misma que aquellos a quienes amasamos” (Lacan,1966, p. 559).

3. Ricardo: el intento, que no pudo ser, consistía en destrabar el nudo que unía el derecho que el consultante sentía de ser atendido más veces de las que ofrecía el dispositivo, propiciado por su edad, con la escena de la muerte. Esto fue pura decepción, que no se escenificó con la significación de la palabra. Tal vez ese Real tan ahí, tan en la escena, ganó la partida. Maneras imposibles de la ilusión de burlar la muerte.

4. Anabela: cuestionar la ineficacia de los padres, con delicadeza, aceptar el derecho a su demanda de ser amada y alojada, y desde ahí apelar a la respuesta de sus padres. Un intento entre correrla, hacerse respetar, y facilitar que ella elija dónde alojarse, marcando y sugiriendo una cierta orientación donde no quede “por siempre trabada”, intentando cambiar a sus padres. Este caso permitiría reflexionar acerca del valor del dinero, y las posibilidades del paciente para lograr hacer algo con su vida, y sobre las posibilidades mismas del análisis. Intervenciones en que la Verdad está en lo Real. 

Otra pregunta acerca del dispositivo: ¿qué cazaba esta Red tirada al azar, y qué quería decir que se aceptaba ese pedido de ayuda? Recordemos: “[…] la técnica analítica impone al médico el mandamiento de negar a la paciente menesterosa de amor la satisfacción apetecida” (Freud, 1915 [1914], p. 168). Entonces, ¿qué se desprendía, en cada caso, para plantear el “tratamiento”, a partir de ese primer intento de ligazón? ¿Qué dimensión puede crear este ofrecimiento de ayuda? En el mejor de los casos podría esperarse lo enunciado en este decir: “El sujeto establece una relación dialéctica con el mundo y transforma las cosas, de cosas en sí, en cosas para sí” (Pichon-Rivière, 1972, p. 170).

En el caso de Ricardo, a través de un llamado de la hija tras su muerte preguntando: “¿Qué le debo?”, me interrogué sobre si el dispositivo podría crear una dimensión de deuda. Deuda también enlazada con tener que hacerse responsable de la transferencia. ¿Debería intentar salvarlo de la muerte? Informulable, algo que toca una cuestión que quizá surja del modo como ha sido planteada la oferta, algo así como: “Venga todo aquel que necesite ser ayudado”. Caben otras preguntas: cuando se “cae”, metafóricamente, en la red ¿cómo opera la representación de esta figura salvadora? ¿Cómo se analiza esto? ¿Cómo hacer para que, ante este ofrecimiento tan generoso, no se le exija a la Institución, y al psicoanálisis, cubrir los agujeros de la sociedad y del sistema de salud haciendo remiendos? ¿Este hacer daña nuestro dispositivo? ¿Qué sería analizar en estos casos? El interrogante: ¿de qué se hace uno responsable cuando toma el pedido de análisis de pacientes, y con qué referencia uno puede deslindar esto y armar una transferencia analítica?

Los personajes de estas escenas no son fantasmáticos, son personas reales que tienen presencia Real. Una irrupción de la realidad y desde su realidad. Freud planteaba en 1912: “Y bien, hasta allí la sigue la cura analítica, que quiere pillarla, volverla de nuevo asequible a la conciencia y, por último, ponerla al servicio de la realidad objetiva” (p. 100).

El deseo del analista, con su fantasma pulsional, se pone en movimiento con esto del trabajo en los bordes, en las fronteras; algo de “encuentro-reencuentro” con momentos donde lo más vital aflora “reuniéndose con lo transitado” de su instrumento de pensamiento y escucha, palabra e inconsciente.

En estos casos, intentamos transformar la consigna “ayudar”, término tal vez de otro campo, sujeto de otro decir, religioso tal vez, comprensivo y solidario, para establecer el objetivo transferencial que opera como sustento cada vez. ¿Qué demanda ese sujeto que pide “ayuda”? Existe en el pedido de ayuda la percepción del límite de lo que se puede dar y de lo que el otro puede tolerar, para confrontar así la “Real” posibilidad y resultado de la intervención. 

Hay un freno que pone la consigna o encuadre de trabajo: esto no es terapia, es solo escucha y una cierta contención frente a la premura de algo que desespera. ¿La impronta del encuadre genera, en algunos casos, como un sinsentido en la intervención? Igual se trata de establecer una transferencia distinta a lo masivo que parece darse en ese pedido de ayuda. 

Entonces: es una salida a la comunidad, que establece un encuentro y sus alternativas disímiles. En algunos casos se transformó la ligadura masiva en transferencia analizable. Decisión mutua, consultante-analista, de aceptar otras reglas del juego, en que pagar con el cuerpo es también comunidad, un algo más, imposible-posible de nuestro trabajo de escuchantes del campo del inconsciente.

Interrogantes generados por los casos

¿Taponamos los agujeros del vacío de la salud mental? ¿Qué hacemos como psicoanalistas? ¿Nos reunimos a estudiar y a elaborar esto de la imposibilidad de analizar, y sobre todo en la angustia del Real de la pandemia, para que lo tanático no nos aplaste? ¿Vendemos ilusiones? En mi caso la respuesta es: ¡Escribimos sobre la experiencia!

Nazarena

El encuentro del campo analítico facilitó una vuelta a la casa de sus padres, y pudo poner otra palabra, estableciendo la demanda de ser sostenida por la Institución Padres. ¿Es esto psicoanálisis? Respondo. Me respondo. Hay cambios que se dan de afuera hacia adentro, ese movimiento genera algo de lo Real de esa persona que se transforma. 

Ricardo

Me pregunto, si bien incorporo esta cuestión de poder decantar qué se dice y qué no, respecto de tamizar lo analizable de lo que no lo es: ¿Hice bien en no decir la palabra directa que lo confrontara con lo Real de la muerte? ¿Pudo morir sin darse cuenta? ¿Eso quería y se cumplió?

Anabela

Me interroga su juventud, su deseo de oportunidades. ¿Esto tenemos en cuenta los analistas? En este caso, el vínculo transferencial favorecía la posibilidad de un mejor espacio para escuchar y transformar el pedido que realizó la paciente. Implicaba algo de lo imposible, y del encuentro con un resto transformador que movía mi accionar. ¿Reemplazo al juez? ¿Tiene esto efecto en los padres?

Interesante, es ir arribando a la “artesanía” del instrumento conceptual, teórico-clínico del psicoanálisis, que cada vez se juega, y qué se hace con ese resto, que no se ha podido trabajar. Lo que Freud denomina los límites de la interpretación. Estos límites no están de antemano. Se constituyen en el acontecer de cada sesión, lo que no cesa de no inscribirse. Lo Real en juego en el campo analítico. Los límites del instrumento que el paciente no puede tolerar. Ese resto se transforma en el pequeño a. “Son las lágrimas de Eros por las pequeñas y grandes muertes que pulsan hacia arriba los amores, las pasiones y los odios” (Repetto, 1997, p. 883).

¿Cómo opera en el analista, sobre todo en este tipo de consultas, trabajar con un dispositivo que determina cuatro o cinco entrevistas, y con lo enunciado por la Institución de que lo que hacemos no es “terapia”? Entonces ¿cómo juega esta perspectiva en la Institución psicoanalítica?  Algo de lo enunciado hay que cambiar. ¿La intervención es psicoanalítica, aunque no se haga “terapia”? ¿Solo así?, ¿tan fácil?

En el caso de Ricardo, por ejemplo, quedó coagulado el sentido de la muerte como algo inamovible, por un lado; y lo que se jugaba en el derecho a vivir que este paciente ponía en la fuerza de su palabra. El sentido de lo coagulado primó, seguramente fuera más adecuado poder deslindarlo, para no quedar fijado el nivel de la interpretación al límite del real de la vida. Esto es la verdad de nuestro trabajo, oficio de la escucha. Su hija dice: “¿Qué le debo?” En mi lógica, como analista, me quedé debiendo a mí misma y, por supuesto, al paciente que no descomprimió la cristalización del Signo Muerte. 

La Institución

Resulta adecuado dilucidar la propuesta de la Institución como red que sale a la comunidad. ¿Qué consecuencias tiene para los analistas y para los pacientes-personas-consultantes? Una de las cuestiones que surgen es el azar que también vehiculiza la pandemia: hay una propuesta, hay una angustia generalizada, hay personas que llaman y analistas que toman este llamado y procuran una derivación. Pensar en otro profesional que se haga cargo de este pedido, ¿qué habría detrás de todo esto? Institución, pandemia, analistas, red, teléfonos, etcétera. En principio queda claro que puede llamar cualquier persona; y que a esas personas, tanto como a la persona del analista, les puede tocar cualquier otra.

Surgen nuevas líneas que van “subjetivando” el trabajo permanente como pasaje de “signo a significante” (por ejemplo, “derecho”). Además de investigar el sentido de ese significante, también se pone de manifiesto que puede remitir a un cierto tono de “significante de la función paterna” escuchado en el contexto que toma en cuenta cada caso y lo que adscribe a la posición de la escucha.

La deconstrucción del signo coagulado facilita los enlaces mentales y la delimitación del campo de trabajo. Por ejemplo, con Anabela, fue importante elaborar algo de un fallido-palabra en relación con su relato que se condensó en lo siguiente: “algo bueno tiene”. Analizar esto que surgió implica la pregunta de revisar esta posición de residuo y qué podrá implicar en la paciente.

Aproximaciones

Con respecto a estas consultas una cuestión es armar transferencias de “ayuda” para crear pacientes que se puedan pensar desde el dispositivo analítico. ¿Se pide ayuda solo por la pandemia? ¿Qué ilusión generaba la circulación de gente que consultaba en los analistas? “Ilusión” proviene del latín illusio, que significa “engaño”. ¿Nos sentíamos necesitados?

En estos casos relatados el encuentro generó atravesar la inquietud de que los consultantes podían morirse, no responder al llamado, querer que se les diera todo, volverse con analistas previos, y también atravesar el placer del efecto de sentirse escuchados.

Pasaje a Admisión

Como ya adelanté, en mi rol dentro del espacio desplegado por APA Comunidad, realicé un pasaje de “voluntaria” a “admisora”. Hacer admisiones puso en acto un nuevo aspecto del dispositivo. Alegato para enlazar clínica, teoría, en el relato de la gente que consulta. El circuito incluye: 

  • El manejo tecnológico y burocrático que genera la creación de un lugar de conexión entre el llamado para ser admitido, la comunicación con el consultante, la angustia flotante y el lazo que va creando derivar y conocer a colegas que están formando parte como voluntarios, y diferenciar los pedidos de la gente que pide ser escuchada, gestando el lugar de la admisión.
  • El límite es constante. La ilusión no recubre el vacío, punto de partida para crear. Nuestra imposible tarea de ser, hacer, estudiar, y escuchar a otros. Somos el Ser A Penas – A (a) Penas Ser (Repetto, 1998).

El “pedido de ayuda” viene comprometido por la intensidad, que interpela la posibilidad de dar soluciones rápidas ante la realidad. Frente a esta cuestión no se trata de que la Emergencia-Urgencia sea un elemento particular a analizar, sino de ver cómo esto afecta el “ser-se va haciendo-analista”, qué desprende lo trasuntado por esta tarea, y cómo se resuelve.

En el conjunto de estos casos lo que predomina es una línea directriz: este dispositivo se moviliza como vía de expresión generada por y en la urgencia, y llama a una intervención directa. ¿Qué consecuencia tiene, frente a estas condiciones, la idea de direccionar a la persona? ¿Por qué, supuestamente, lo que haría bien frente a la urgencia sería decir “pruebe con tal cuestión”? ¿Para desmentir el enunciado de que el psicoanálisis se queda en la infancia se genera la respuesta imaginaria de “tenés que hacer esto y esto”? ¿Se puede responder en la urgencia con un intento de resolver lo imposible? Sabemos del paraíso perdido, pero tratamos de mantener cierta posibilidad de ilusión de la que formamos parte. Somos también chicos, que sostenemos este resto. Ante la propuesta de una red de asistencia para los que están asustados por el coronavirus, ¿qué demanda vuelve?¿Se la trata como una urgencia que reclama algo de vida o muerte? ¿Qué hacemos los psicoanalistas? ¿Admitimos? ¿Derivamos? ¿El que pide ayuda se las arregla para no recibirla? ¿Admitir es tomar en cuenta cosas insolubles? Qué le pasa con la hija, con la mujer, son cuestiones que exceden la función de admisora. Son cuestiones de permanente reubicación. El objetivo de ver en perspectiva este camino que se genera entre admisión-seguimiento de “contención que no es terapia”, y transformar este nuevo giro en el que el psicoanálisis va hilando transferencia.

Respecto de este lugar de admisión una primera cuestión que surge es: si la consulta, pedido de ayuda, guarda relación con la oferta comunitaria de la Plataforma APA Covid-19. Cuando le señalo a la gente el alcance en que centrarse, las personas enlazan la consulta a lo que les sucedió en particular con el momento en que emerge esta pandemia, y a partir de esto encuentran cómo articular su palabra.

Cuando hacía las entrevistas de contención me comunicaba con el profesional de la admisión y realizaba una síntesis de continuidad del caso. Establecer comunicación admisor-analista generó una ligazón interesante del equipo de admisión y la articulación con entrevistas.

Por supuesto, además existía una planilla, donde se volcaba el rumbo de los casos vistos. 

Para pensar teóricamente: ¿la cuestión, que se juega en forma permanente, logra despegar el simple volcado de datos en una nueva marca de subjetividad de la persona escuchada?

Volviendo al tema admisión-seguimiento, no hay planilla, entonces existe un/mi cuaderno donde anoto el nombre y datos tal cual figuran en la solicitud, luego sumo nombre de la persona a quien realizo derivación. ¿Me he convertido en mi propia planilla? ¿Es el lugar que le doy al semejante? ¿Podremos afirmar que escuchar a una persona que responde a la “oferta” de ser ayudada/o, no deja ningún rastro ni secuela en el analista? ¿Qué función tiene este escribir prolijamente datos, e-mail, tipo de prioridad (urgente, alta, normal), número de solicitud, teléfono fijo o celular, además de número de DNI y barrio, provincia o dirección donde vive, etc.? “El origen del amor al prójimo es ese amor primero del Otro; es un movimiento hacia el otro en una afirmación de la existencia, que sucede a la instituyente afirmación de mi vida, de mi ser” (Vegh, 2001, p. 159). En algunos casos, la respuesta que dan los medios de salud enfrenta al consultante con la posibilidad de sentirse autómata, juguete del destino, gente que sigue a las ambulancias, derrotero por guardias, tiempo que hace de descarte… ¿Cuál es la implicancia de esto en el “aparato psíquico”? ¿Qué marca deja el atravesamiento por el trauma? Se escinde, se reniega, se enferma, se arrasa, no significa lo que vive, se recrimina, se autoinculpa, se critica, se victimiza. ¿Qué función tiene el NO? No soy un juguete, esa es mi mujer, esta es mi hija. ¿Quién se responsabiliza de estos hechos soportados al boleo?

El admisor escucha el pedido: ¿interviene? Lo observado como resultado de la marca de la plataforma ¿implica la cuestión de posibilitar una respuesta sucinta que dé “sentido” a la consulta, para que anude otro “sentido” al seguimiento? Funcionamiento burocrático: me asigno el caso, hago la admisión, “ofrezco” la entrevista y solo si es aceptada lo descargo de mi nombre, y lo derivo sabiendo que se lo va a tomar. ¿Funciono como Institución?

El siguiente paso es derivar al Centro Racker o a voluntarios de la lista. Estos analistas (los voluntarios) pueden declinar la consulta; esto origina, según el formato de la solicitud, que el rechazo genere este enunciado: “Consulta expirada”. Ver este formato impreso cuando entro al listado de las solicitudes a trabajar me produce un efecto inquietante: además de los efectos pandemia-muerte, se inscribe en la plataforma “Solicitud expirada” (fin de un plazo). Similar: muerte, óbito, fallecimiento. “Sabemos que esta preocupación por el carácter perecedero de lo bello y perfecto […]” (Freud, 1916[1915], p. 2.118). Con lo cual colijo que algo de la muerte se filtra en el trabajo, y que implica: ¿qué le pasa a nuestro oído que escucha de las muertes y lo muerto que esta pandemia ha generado?

Otro aspecto que surge en “Mi Admisión” no es neutro, es una captación del motivo de consulta y desde ahí realizar pequeños señalamientos que impliquen la facilitación del enlace con la instancia que sigue. Entonces, en perspectiva, debemos explorar: ¿qué implica la admisión, en el analista? Admitir: Escuchar. Ubicar. Organizar. Puntuar. Enlazar. Preguntarse ¿por qué los dispositivos “de borde” atraen a los analistas, por ejemplo, en el trabajo en consultorios externos, internación, juzgados y cárceles? Tal vez algo del propio sufrimiento reparan en el oficio de vivir y escuchar, tal vez lo no entendido de reales propios y con los otros se reúne en este resto para situarse de otra manera. Serán cuestiones no resueltas de los resultados, serán esa marca de enterrar al hermano cuando el mandato es dejarlo a la intemperie (marcas de la crueldad social). ¿Será uno su propio resto? Tal vez, descubrir personas inteligentes, creativas, golpeadas por la manera en que se encadenaron a sus improntas. Infinitas cuestiones. Hay encuentros con los fantasmas y deseos de muerte que también escuchamos, para ver qué dicen de esa marca (Vegh, 2001).

Darle admisión a lo que se asocia es para cada persona su manera de aceptación-responsabilidad-deseo, teniendo en cuenta que Uno acepta ese juego con lo que tiene, con lo que es, y con la particularidad de su Ser. Rescatar de nuestro trabajo: esto que el instrumento analítico es, dejar espacio para plantear interrogantes, lugar a lo que no se sabe, y que en ese lugar uno se haga una pregunta. Y para tener claro que no estamos aislados, sino implicados con el resto.

Otra cuestión frente a esto vivido es pensar qué lugar proporciona la Institución para tramitar este Real en el que nos ofrecimos a estar en la red. “[…] pero lo que sabe ¿puede enseñarlo?” (Lacan, 1962, p. 25). ¿Nos da cobertura? ¿Nos respalda? ¿Da lugar para la elaboración en reuniones? Esperar esto ¿es sostener una ilusión infantil de acogimiento?  ¿Cada analista lo resuelve a su manera? Me hago cargo. Debería ser distinto. ¿Es una ilusión que no tiene lugar? ¿Me hacen bien las decisiones que tomo? ¿Qué familia se va armando?

Concluyendo

La angustia frente a lo que sucedía generó nuevos sentidos, anudamientos, reencuentros, signos, significantes, miradas invocantes y pulsiones. “¿Cuál debe ser el papel de la cicatriz de la castración en el Eros del analista?” (Lacan, 1961, p. 125).

Uno aprende cada vez a hilar más fino, uno se mira dónde está, qué quiere, qué puede, cómo juega la Institución, qué del psicoanálisis armamos en esta propuesta, cuál es nuestra vereda, cuál es el respaldo, con qué se cuenta, pero por sobre todo se aprende a pelearle a ese Padre de la horda Pandémico –Padre del goce, distinto del Padre del deseo y la Ley– que vino y que quiere arrogarse todos los derechos a vivir de nuestra vida, hálito de respirar, encarnando un goce para la muerte. Pudimos limitarlo, intentar correrlo de cada espacio donde se lo reconoce como rival, y se le pelea el territorio, desde nuestros aparatos psíquicos, determinados por ese reconocimiento del “entre la vida y la muerte” que como analistas y sujetos deseantes va configurando un, y nuestro, quehacer. “[…] a saber, que todos los hijos se sabían perseguidos de igual modo por el padre primordial y lo temían de idéntica manera” (Freud, 1921, p. 119).

Otra Muestra-Marca del Ser (a) Apenas. A penas Ser-No Ser: “los litigantes escogieron por juez a Saturno. Y Saturno les dio la siguiente sentencia evidentemente justa: ‘Tú, Júpiter, por haber puesto el espíritu, lo recibirás a su muerte; tú, Tierra, por haber ofrecido el cuerpo recibirás el cuerpo. Pero por haber sido Cura quien primero dio forma a este ser, que mientras viva lo posea Cura’” (Repetto, 1998, p. 191).

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1 “Si se consigue reducir a una minoría la actual mayoría hostil a la cultura” (Freud, 1927).
2 nncavalieri@arnet.com , Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
3 “Soy en el lugar donde se vocifera que ‘el universo es un defecto en la pureza del No-Ser’» ([Paul Valéry]. Lacan, 1966, p.780).

Descriptores: PANDEMIA / COMUNIDAD / ENCUADRE / PULSIONES / ANGUSTIA / TRANSFERENCIA / INVOCACIÓN / ACTO / SUJETO / DESEO DEL ANALISTA


Abstract

Baggage for the analytic journey in a Covid-19 network during the quarantine: a wasteland of one’s own illusion enthroning life?

The institutional experience that took place in the community platform that emerged in the context of the Covid-19 pandemic is here summarized. The development of the device generated the possibility of highly effective psychoanalytic interventions in the middle of anxiety and urgency. Transfers were established that corroborated the unquestionable validity of the psychoanalytic scene and the possibility of creating a certain illusion-disillusion. In a time of extreme living situations, which caused a threatening effect on drives, encounters were welcome.


Resumo

Bagagem da viagem analítica na Rede Covid-19 de quarentena. Páramo da própria ilusão entronizando a vida?

Análise da experiência institucional que ocorre una plataforma comunitária surgida no contexto da pandemia do Covid-19. O desenvolvimento do dispositivo criou um aporte à possibilidade de intervenções psicanalíticas sumamente efetivas no marco da angústia e da urgência. Foram estabelecidas transferências que comprovaram a vigencia inquestionável da cena psicanalítica e a possibilidade de criação de certa ilusão-desilusão favoreceu o encontro em tempos de situações limites para a vida que ocasionava o consequente efeito pulsional ameaçante.


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