El lugar de la sexualidad en el tratamiento y la formación psicoanalítica actual: ¿Podemos observar una desaparición de la sexualidad en los informes de casos y supervisiones?

Rotraut De Clerck1

Resumen

El punto de partida de mi trabajo es la opinión de Sigmund Freud de que la sexualidad se encuentra en laraíz de las neurosis, y por lo tanto en el origen del psicoanálisis. La elucidación sucesiva del material sexual inconsciente o reprimido fue el motor del progreso en el tratamiento de sus pacientes. En los últimos años han aparecido informes periódicos en los medios de comunicación sobre un aumento de la disforia de género entre la población de la generación más joven. Eso nos plantea preguntas: ¿Se refleja tal deriva también en los informes de casos psicoanalíticos y podría significar que los problemas sexuales se empujan hacia los márgenes en la formación psicoanalítica? Además, ¿es que la sexualidad está incluso perdiendo su posición central dentro del psicoanálisis? ¿Podría considerarse que la teoría de la pulsión pulsional de Freud es todavía nuestro punto de referencia relevante cuando se piensa en la sexualidad? En el contexto de nuestra experiencia clínica, discutiremos si tal diagnóstico de los tiempos es verdadero desde nuestra perspectiva, y en qué medida se refleja en las supervisiones y los informes de tratamiento de los candidatos en nuestras instituciones psicoanalíticas.

Introducción

Mi trabajo de hoy surgió en el contexto de la conferencia de supervisores y analistas didactas en Colonia, Alemania, en 2021. Los participantes compartieron la preocupación por la escasa referencia al trabajo sobre la sexualidad en los informes de casos que se requieren a los candidatos (necesitan escribir) para calificar como analistas titulares y miembros de la DPV. Esto me llevó a averiguar en otras sociedades si habían observado la misma tendencia. Hoy tenemos la oportunidad de obtener una imagen más completa de la situación en las sociedades europeas y en el extranjero.

Cuando Burkhart Brosig, entonces director de formación de la DPV, me preguntó si podía presentar un artículo sobre “la desaparición de la sexualidad en los informes de casos y las supervisiones de los candidatos” y, además, en el psicoanálisis contemporáneo en su conjunto, con mi pensamiento sobre “fantasías sexuales, identidad sexual, relaciones sexuales y sexualización en el trauma que reflejan las supervisiones”, me eché para atrás. El campo parecía demasiado amplio, demasiado complejo, demasiado controvertido y demasiado “actual”.

¿Por qué demasiado “actual”? Porque la sexualidad está tan cargada de especulación sobre el Zeitgeist, “el espíritu de la época”, que es difícil hacer una evaluación objetiva. Nosotros mismos, como psicoanalistas, estamos afectados por el derrumbe drástico actual en el área de la sexualidad de la misma manera que nuestros estudiantes y pacientes, quebrantando nuestros conceptos y enfoques familiares sobre la sexualidad hasta ahora.

Surgen fenómenos sorprendentes: Según un pódcast en línea sobre sexo de Die Zeit (Sex in the media, Die Zeit, 25 de septiembre 2017) y otros informes, la actividad sexual de los jóvenes hoy en día está disminuyendo a pesar de la omnipresencia del contenido sexual en los medios. Uno de los artículos estaba ilustrado con una imagen que me causó la mayor impresión: una pareja asiática, vestida con elegancia, yacía inmóvil uno encima del otro, aparentemente sin saber qué hacer en esa posición.

Si hubiera una “volatilización de lo sexual” (usando una palabra del antropólogo y psicoanalista suizo Paul Parin en 1986), ¿cómo encajan las dos caras de la moneda –una difusión mediática ruidosa y a gran escala del sexo por un lado y una disminución de hecho en la actividad sexual de los individuos por el otro–? ¿Es realmente así, y si lo es, cómo se refleja esta aparente contradicción en el material de los pacientes en los informes de casos y en el reflejo de las supervisiones? Tal vez sea precisamente esta aparente contradicción la que dificulta poner en palabras el tema de la sexualidad.

Lucian Freud, Hotel room (París, 1954).

De hecho, la idea de la apatía de los sexos entre sí ha estado circulando desde la década de 1960, la época de la Revuelta Estudiantil. Se atribuyó principalmente a motivos narcisistas: la sexualidad, promovida como mercancía en una sociedad capitalista consumista, siendo más fácil de satisfacer y menos “peligrosa”, es decir, que implica menos ansiedad, culpa y vergüenza que la sexualidad impulsada libidinalmente (Recife, 2004/Sigusch, 2005).

Yo misma he encontrado necesario hacer una distinción conceptual entre “sexo” y “sexualidad” al recurrir a las pinturas de Lucian Freud para encontrar un criterio para diferenciar entre pornografía y arte. Me vi presionada por parte del público que despreciaba la exhibición de sus pinturas de mujeres y hombres desnudos sin entender el significado: el sexo es un proceso superficial momentáneo y bastante inofensivo, mientras que la sexualidad es una implicación que abarca a la persona en su totalidad. La sexualidad es un proyecto de por vida, que va desde la infancia hasta la vejez, una tarea, un desafío, con la posibilidad de fracasar. Eso es lo verdaderamente impactante. Lucian Freud plasmó en la pintura lo que su abuelo Sigmund Freud encontró a través de las palabras en las narrativas de sus historiales, como los conocidos de Anna O., Dora, el Hombre de las Ratas, el Hombre de los Lobos y el adorable Pequeño Hans.

Ilustraciones: Lucian Freud sobre la sexualidad a lo largo del ciclo de vida

Lucian Freud, Esther y Albie (1995). 
Lucian Freud, Cabeza de niño (1952).

Freud en su atelier (2005).

El artista trabajando (1993).

Cambios en la sociedad

Bajo el título Sobreexcitados y desexualizados: Sobre la construcción social del deseo, la socióloga Iris Osswald-Rinner (2011) explica la paradoja: cuanto más la sociedad en su conjunto pierde su vínculo cultural con la pulsión sexual, más llamativas son las imágenes que aparecen en escena. En consecuencia, las expectativas “para rendir” son demasiado altas: el deseo desaparece. En otras palabras, vivir en un mundo sobreexcitado nos hace insensibles al bombardeo de los medios con sexo y desnudez.

Podemos preguntarnos: ¿Es cierto que el deseo está desapareciendo? ¿Sería entonces la desaparición de la sexualidad en las historias de los casos de los candidatos no solo una consecuencia, sino más bien un reflejo de una tendencia más general de la sociedad?

La respuesta parece más compleja; comienza planteando la cuestión fundamental: ¿Qué consideramos realmente “sexual” como psicoanalistas? ¿Cuáles son los contenidos sexuales y qué es “sexualidad”? ¿Qué papel les atribuimos a las fantasías, cuáles son los problemas en los tratamientos y cómo hablamos los analistas sobre el sexo y la sexualidad? ¿Cómo se configura la sexualidad, más de 100 años después de Freud, en el intercambio íntimo entre paciente y analista y en una técnica cambiada bajo la influencia predominante de la transferencia-contratransferencia en el análisis?

Tratar la sexualidad entre colegas implica compartir conceptos. Lo más evidente era asociar la identidad sexual a la diferencia binaria de los genitales primarios: masculino-femenino. Esta conceptualización hoy está en proceso de disolverse. Esto comenzó en los años sesenta. Cuando una supervisora feminista de un caso muy difícil me preguntó si creía que “el cuerpo era el destino”, balbuceé un “por supuesto que no” apenas audible, pero me sentí sola con el caso. Al mismo tiempo, otro supervisor, un hombre, me preguntó si no podía detectar en las “tablas” (pechos planos) de mis pacientes un rechazo al rol femenino. También ahí me sentí sola.

La década de los sesenta en Alemania marcó el comienzo de este cambio drástico. Pasamos de un concepto fijo de identidad sexual a uno fluido. Sin embargo, podría ser que nos hayamos movido más bien desde una cierta interpretación de los textos de Freud con un enfoque en la jerarquía y la autoridad, expresada en la “primacía de la genitalidad” que agrupa las pulsaciones parciales, hacia una nueva perspectiva más flexible. Ya podríamos haber tomado de los estudios de Freud sobre la histeria que la “sexualidad” es un concepto fluido, desconcertante y a menudo se presenta disfrazada. Estos disfraces son obra del inconsciente. Necesitan ser comprendidos en su particularidad, como disfraz para tal individuo. Para este fin, Freud utilizó la técnica de la anamnesis como una “elucidación implacable” de las causas. Su actitud era análoga a la de un médico acostumbrado a buscar una relación causal de la enfermedad. La imagen que Freud tenía de sí mismo era la de un arqueólogo.

En el caso de Dora, Freud retoma un síntoma tras otro para explicar su contenido como actividad sexual autoerótica. Construye una línea desde la investida de Dora en su “zona de los labios sensibles” –Freud reporta que Dora se chupaba el dedo pulgar, haciendo referencia a los primeros placeres eróticos del “pezón en la boca”– pasando por la fantasía adolescente sobre las relaciones sexuales de su padre con la señora K como una “fellatio”, solo para regresar retrospectivamente al reconocimiento de que Dora estaba enamorada homosexualmente de la señora K. Por lo tanto, podemos asumir, un retorno a sus formas más tempranas de satisfacción erótica con un pezón de mama, un ejemplo muy vívido de après-coup.2

Freud describe una cadena de entrelazamientos entre el funcionamiento corporal y psíquico mediados por fantasías (inconscientes). Deduce el vínculo entre un fenómeno anterior y posterior a través de la psico-lógica, llegando al resultado final mediante la técnica de interrogación por parte del analista y el insight  por parte del paciente.

Cambios en la técnica

Hoy en día comprendemos que la investidura sexual de una parte del cuerpo, un síntoma, una fantasía o un sueño no necesita ser “desenterrada”. Freud utilizó la expresión “arrancar a la fuerza”, (entreißen), en el caso de Dora. Más bien, necesita ser redescubierto una y otra vez mediante un método más flexible. Todos sabemos que fue su técnica rígida la que hizo que Dora huyera del tratamiento con Freud. No podía confiar en una figura paterna. Y quería guardar sus secretos para ella misma: sus anhelos por un pecho, no un pene.

Entonces, ¿cómo abordamos hoy en día, desde una perspectiva psicoanalítica, un problema sexual, un síntoma sexual, reconociendo el impacto de las fantasías? ¿Deberíamos “desvestir” las fantasías, como pensaba Freud, “completamente”, rastrearlas hasta su desnudez, su origen, y comunicar verbalmente al paciente lo que hemos encontrado? ¿Conduce a algún lado? ¿No aumenta simplemente la resistencia? ¿No son acaso demasiado grandes y numerosos los obstáculos, como Freud mismo experimentó? En mi opinión, Freud se enredó por un lado al proclamar la inconsciencia del material y por el otro al intentar alcanzarlo mediante una técnica cercana a la comprensión consciente. Freud tuvo que experimentar en el caso de Dora cómo un significado oculta a otro, y detrás de él hay incluso otro, o su opuesto. Y que los significados encontrados posiblemente no eran lo que él “pensaba” que significaban, sino un reflejo de sus propias proyecciones.

Hoy, con el método de “comprender la escena”3 y el análisis de la transferencia-contratransferencia, tenemos más herramientas para comprender el significado de un trastorno. Sin embargo, tenemos que admitir que los cimientos para comprender el papel de las fantasías en nuestra Sexualleben, “vida sexual”, fueron sentados por Freud, con la ayuda de su método científicamente orientado.

Mantengo que la sexualidad sigue estando en los orígenes, en la raíz del psicoanálisis y, por lo tanto, de la neurosis. El tiempo no ha cambiado ESO. El complejo de Edipo no se ha disuelto. Sin embargo, para Freud, se aplicaban dos premisas importantes que hoy en día no son tan evidentes por sí mismas y no son compartidas por todos: una es la naturaleza libidinal de la sexualidad con el complejo de Edipo y, relacionada con esto, la importancia central de la represión. Pero con sus escritos, Freud no solo iluminó el campo del psicoanálisis clínico; para él, a menudo, su preocupación principal era el beneficio científico y social de su trabajo. Para Freud, la tarea de nombrar la represión y el conflicto sexual como las causas de los síntomas patológicos era aún más urgente porque le interesaba mostrar no solo la negación individual, sino también la negación colectiva en la sociedad, incluida la negación de sus consecuencias para nuestra civilización –el surgimiento y la dominación de la agresión que conducen a la guerra y la destrucción–. Además de sus historiales de casos individuales, como Dora, el pequeño Hans y los demás, Freud también contribuyó con sus escritos sociales.4

Entonces, ¿cómo hablar, cómo escribir, sobre la sexualidad? Sin duda el tema más complejo que existe, que involucra al mismo tiempo el cuerpo y la psique en su interrelación, la realidad interna y externa y el papel de la fantasía. No todos son maestros del lenguaje como lo fue Freud, y hemos perdido un lenguaje común como psicoanalistas. ¿Podría esto también influir en la conceptualización de la enfermedad del paciente y posiblemente tener un efecto en el lugar central de la teoría de Freud en el panorama psicoanalítico en su conjunto?

Con la desaparición del diagnóstico de histeria, que en gran medida ha sido reemplazado por la reacción traumática y otros diagnósticos, es posible que hoy no clasificáramos a Dora como histérica. Podemos ver su traumatización en primer plano, el engaño de su padre al usarla, al empujarla hacia los brazos del señor K para justificar su propia implicación erótica con la señora K. Además, en el trabajo terapéutico psicoanalítico de hoy, el enfoque ya no estaría en hacer consciente el contenido sexual reprimido. Estos procesos se centran más en conducir a un cambio en la persona en su conjunto, un proceso de crecimiento que está basado en el desarrollo de la relación terapéutica entre dos personas, el paciente y el analista. Lo que podemos observar como efecto de estos cambios es que la falta de referencia sexual directa en el material se relaciona con un cambio de atención que desplaza la sexualidad hacia los márgenes. Esta es la tendencia en la formación psicoanalítica actual y podría explicar la desaparición de la sexualidad en el espejo de las supervisiones y los informes de casos.

Cuando continué lidiando con el tema de la sexualidad en la actualidad, recordé sucesivamente tres trabajos que me han acompañado desde mi formación hasta el día de hoy: En primer lugar, el ya mencionado trabajo de Freud de 1905, Pegan a un niño, Contribución al conocimiento de los orígenes de las perversiones sexuales, de 1919, y, en tercer lugar, el trabajo de Moses Laufer sobre la fantasía central de la masturbación, La fantasía central de la masturbación, la organización sexual final y la adolescencia, de 1976.

Todos estos trabajos reflejan la emergencia y el desarrollo de fantasías sexuales a partir de la situación edípica, que se inician en la infancia temprana y continúan en la adolescencia, y que contribuyen a comprender la sexualidad adulta, que ahora incluye el funcionamiento de los genitales maduros. A esto se suma mi propia experiencia en el análisis de alta frecuencia con un joven adicto a la pornografía en internet, un trabajo que he discutido con colegas en diversos contextos y publicado bajo diferentes títulos.5 Esto plantea especialmente la pregunta de si las imágenes mediáticas han reemplazado, desplazado o cambiado las fantasías. Se puede cuestionar si la sexualidad realmente “desaparece” de las representaciones que los candidatos hacen de sus casos, o si existen nuevas formas con las que la sexualidad se disfraza. Pienso en el aumento de la bulimia, la anorexia, el cutting (cortes), la automutilación y las afectaciones de la piel en las niñas y adolescentes. Hoy en día, podemos agregar la ola de operaciones de cambio de sexo que pueden ser vistas como expresión de un conflicto histérico, donde las fantasías subyacentes quedan sin desenterrar debido a la carencia de conceptos psicoanalíticos adecuados o su rechazo total.

La universalidad del complejo de Edipo y el conflicto inherente

Existen influencias que reducen el deseo de actividad sexual genital, ya sea la inundación de imágenes de contenido sexual, el agotamiento físico u otras causas como la intrusión física (el beso del señor K en el caso de Dora), la humillación o los ataques manifiestos. Sin embargo, es mérito del psicoanálisis, y por lo tanto de Freud, haber enfatizado la importancia de las fantasías para la sexualidad –la sensación de placer y su inhibición– en el centro mismo de su teoría. Es principalmente debido a la naturaleza conflictiva de la situación edípica, que induce miedos y sentimientos de culpa y vergüenza, que surgen los síntomas.

Según Freud, estos sentimientos de ansiedad, culpa y vergüenza resultan de la naturaleza impulsiva y conflictiva inherente a la situación edípica y, por lo tanto, como dice Freud, dependen condicionalmente de las condiciones sociales circundantes.

Esta afirmación abre la puerta a una comprensión de los orígenes de los arriba mencionados síntomas como histéricos, incluso en la actualidad, a pesar de que, como se ha dicho, este diagnóstico parece haber desaparecido casi por completo en favor del diagnóstico de un desarrollo traumático y otras formas incluidas en la clasificación CID-10. Si fuera retomado por los organismos médicos responsables en la actualidad, podría tener consecuencias de gran alcance para el tratamiento. Podemos detectar y comprender, a partir del contenido de las fantasías de las niñas jóvenes, las medidas de autoprotección que buscan para defenderse contra la intrusión sexual –tanto en la realidad como en la fantasía– del deseo de convertirse en un niño. Esto, Freud lo deja muy claro en su trabajo sobre el masoquismo: Ein Kindwirdgeschlagen (Pegan a un niño),  proceso complejo, difícil de resistir a la simplificación y al reduccionismo.

Conclusiones: Retomando los hilos

¿Qué, entonces, de la complejidad de las cuestiones sexuales, en los casos de los candidatos, se recoge, se pone en palabras y se escribe en sus informes para las supervisiones? ¿Sigue siendo la universalidad de la situación edípica –según Freud– “condicionalmente dependiente de las condiciones sociales circundantes un tema relevante? ¿Se reconoce todavía la centralidad de la sexualidad y, en este contexto, la importancia de la masturbación con el contenido específico de la fantasía masturbatoria, como hemos visto en el caso de Dora, punto que Lauffer refuerza en su concepto de la fantasía central de la masturbación? ¿Reconocemos su significado central para la maduración sexual en la adolescencia y se trabaja en el análisis?

La sexualidad, la sexualidad humana, sostengo, necesita “estudios longitudinales”. En una conferencia reciente sobre neurociencia, alguien hizo el comentario de que los psicoanalistas entendían poco sobre el sexo. Eso puede ser cierto, y recomiendo firmemente la introducción de un curso de sexología en nuestros programas de formación psicoanalítica. Pero lo que los psicoanalistas saben es sobre las fantasías, y deberían hacer uso de este conocimiento en sus consultorios en beneficio de la curación de sus pacientes.

La técnica del uso de la asociación libre por parte del paciente y la atención flotante por parte del analista se basa únicamente en el lenguaje. Sin píldoras, sin manipulación hormonal, sin operaciones de cambio de sexo en el cuerpo. Poseemos todo lo necesario para tratar los síntomas mencionados si se presta atención a las fantasías, y aquellas que están detrás, y detrás… y detrás. El primer lugar para investigar las fantasías sexuales es, por supuesto, el propio análisis en presencia de un analista que esté dispuesto a acompañar, conociendo las limitaciones y asegurándolas.

Posiblemente, es una tesis, hoy, bajo la influencia de las teorías de las relaciones objetales y de Melanie Klein, sea menos peligroso hablar y escribir sobre la agresión que sobre el amor, el deseo, el amor autoerótico y la masturbación. El nivel de intensidad y sofisticación que nuestra técnica ha alcanzado hoy en día, incluyendo la captación de comunicaciones corporales preverbales en el análisis de la transferencia y la contratransferencia, puede tener como desventaja una disminución en hablar explícitamente de contenido sexual: existe el miedo a la acusación, a la transgresión y al “me too» –“ni una menos”.

El “j’appelle un chat un chat”6 de Freud, ¿todavía ocurre?

Si la desaparición de la sexualidad de los informes de casos está relacionada con tales procesos o experiencias similares, es decir, si hay un “precio” que se debe pagar cuando se trabaja en relaciones densas de transferencia-contratransferencia, es un tema para una discusión adicional. Como analistas didactas, es importante crear un espacio donde los candidatos puedan explorar libremente su propia sexualidad y deseos. Evitar o pasar por alto el material sexual puede reforzar la tendencia a evadir o pasar por alto su importancia. Su deseo frente a sus propios casos de formación debe ser traído y entendido profundamente, ya que ayuda a prevenir posibles transgresiones. Este punto ha sido planteado en relación con las violaciones de los límites con los pacientes, pero creo que tiene un significado más general: ¿Cómo encontramos formas de no evadir el tema de la sexualidad entre el paciente y el analista y mantener “la chispa” viva (de Eros)? Es para eso que los pacientes acuden a nosotros, con sus depresiones, ansiedades y compulsiones. Tienen derecho a que nos acerquemos a ellos con la chispa y luego, además, los ayudemos a realizar el trabajo doloroso de renuncia, para que sus propios deseos no sean cumplidos con este objeto de deseo, el analista, tal como no había sido posible que se cumplieran con sus objetos primarios: padre, madre, hermanos, abuelos, tíos y tías, los objetos del deseo sexual infantil temprano, la familia, la constelación edípica. Aún hoy, es el espacio más frecuente donde son producidas las transgresiones.

Esto NO significa que el deseo sea inherentemente malo. Al contrario, es la chispa de la vida, un derivado de la pulsión de vida que no nos es permitido negar a nuestros pacientes por miedo a nuestros propios conflictos edípicos neuróticos no resueltos. A eso debemos prestar atención.

Traducido por Andrea Ikonicoff.
1 rotrautdeclerck@aol.com, GPA, Asociación Psicoanalítica Alemana, Frankfurt.
2 Chervet, B. (2022). Après coup in psychoanalysis. The fulfilment of desire and thought. Lon dres, Reino Unido: Routledge.
3 Un término derivado del teatro, desarrollado simultáneamente en Frankfurt, Alemania, por Argelander, Klüwer y Lorenzer en la década de 1970. Describe lo que sucede en el primer encuentro con un paciente a nivel consciente e inconsciente en ambos participantes. También aplico este método como enfoque al arte. Se asemeja al análisis de transferencia-contratransferencia, pero difiere en el énfasis que se le da a la realidad externa.
4 Con sus escritos, Freud no solo proporcionó iluminación en el campo del psicoanálisis clínico; para él, el beneficio científico y social de su trabajo fue a menudo su principal preocupación: Más allá del principio de placer (Freud, 1920), El malestar en la cultura (Freud, 1930).
5 “El poder de las imágenes», bajo la perspectiva del medio de internet (Anuario de Psicoanálisis, 1965), “Desde la perspectiva del diagnóstico y la génesis psíquica de los trastornos de adicción, perversión o histeria masculina“ (Cybersex, editado por Agatha Merck, 2014) y bajo la perspectiva de la técnica de tratamiento, «Retirada a mundos virtuales» (Anuario de Análisis Infantil, 2019). El uso de la pornografía en internet tiene hoy en día un papel abrumador. Se ha convertido en un factor cultural común e integral.
6 El “j’appelle un chat un chat” de Freud (llamar a las cosas por su nombre) es una frase que enfatiza la importancia de hablar abierta y directamente sobre temas sensibles o tabú, incluyendo la sexualidad.

Descriptores: SEXUALIDAD / PSICOANÁLISIS / FORMACIÓN PSICOANALÍTICA / SEXO / CASO DORA /  FREUD, SIGMUND / FANTASÍA / FANTASIA MASTURBATORIA / TÉCNICA PSICOANALÍTICA  / PACIENTE


Abstract

The place of sexuality in current psychoanalytic treatment and training: is sexuality disappearing in case reports and supervisions?

The starting point of this paper is Sigmund Freud’s view that sexuality is at the root of neuroses, and therefore at the origin of psychoanalysis. The successive elucidation of unconscious or repressed sexual material was the engine of progress in the treatment of his patients. In recent years there have been regular reports in the media of an increase in gender dysphoria among the younger generation population. That raises some questions: Is such a situation reflected in psychoanalytic case reports, and could it mean that sexual problems are pushed to the margins in psychoanalytic training? Furthermore, is sexuality losing its central position within psychoanalysis? Is Freud’s theory of drives still our relevant point of reference when thinking about sexuality? 

In the context of our clinical experience, we will discuss whether such a diagnosis of the present times is true from our perspective, and to what extent it is reflected in the supervisions and treatment reports of candidates in our psychoanalytic institutions.


Resumo

O lugar da sexualidade no tratamento e a formação psicanalítica atual: podemos observar um desaparecimento da sexualidade nos relatórios de casos e supervisões?

O ponto de partida do meu trabalho é a opinião de Sigmund Freud de que a sexualidade se encontra na raiz das neuroses, e, portanto, na origem da psicanálise. A elucidação sucessiva do material sexual inconsciente ou reprimido foi o motor do progresso no tratamento dos seus pacientes. Nos últimos anos têm aparecido relatórios periódicos nos meios de comunicação sobre um aumento da disforia de gênero entre a população da geração mais jovem. Isso origina muitas perguntas: tal deriva se vê refletida também nos relatórios de casos psicanalíticos e poderia significar que os problemas sexuais são empurrados para as margens na formação psicanalítica? Além disso a sexualidade está inclusive perdendo a sua posição central dentro da psicanálise? Poderia considerar-se que a teoria da pulsão pulsional de Freud é ainda o nosso ponto de referência relevante quando se pensa na sexualidade? No contexto da nossa experiência clínica, discutiremos se esse diagnóstico dos tempos é verdadeiro desde a nossa perspectiva, e em que medida se vê refletido nas supervisões e nos relatórios de tratamento dos candidatos nas nossas instituições psicanalíticas.


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