EDITORIAL
En este 2023 se cumple el 80.º aniversario de publicación ininterrumpida de la Revista de Psicoanálisis. Hemos asumido el compromiso de preservar tanto su continuidad, como el nivel de calidad en cada uno de sus volúmenes. Lo primero no ha sido fácil, dadas las complejas circunstancias que atravesamos luego de la pandemia. Sin embargo, lo hemos logrado, publicando tanto la versión web como la impresa de todos los números.
A modo de celebración, hemos decidido incluir en cada uno de los números de este año un artículo en honor a la conmemoración del 80º aniversario de la Revista; además del festejo que compartiremos de manera presencial en el contexto de la actividad científica de APA.
Este número 1-2 del volumen LXXX lleva por título el mismo tema planteado por la IPA para convocar al Congreso de este año: “La mente en la línea de fuego”. Una vez más es muy grato para la Revista y para la APA poder compartir con los lectores, de manera anticipada en castellano, las cuatro Conferencias Principales (Keynote Papers) del 53.º Congreso de la IPA que tendrá lugar en Cartagena, Colombia, del 26 al 29 de julio de 2023.
A través de la página web del Congreso, la IPA expuso sus fundamentos para la elección del tema. Las preguntas básicas para este encuentro son: ¿Cómo se cruzan las perspectivas psicoanalíticas del sujeto y de lo social? ¿Cómo se han visto afectados nuestro método y técnica por toda esta realidad?
Si el lector recorre el programa del Congreso, podrá encontrar que la temática de “La mente en la línea de fuego” ha sido abordada desde muy diversos puntos de vista, que mencionaré sucintamente a continuación:
En cuanto a las perspectivas psicoanalíticas del sujeto y de lo social, varios textos se abocan a reflexionar sobre las circunstancias y consecuencias de la pandemia. Se señala que a raíz de sus efectos, tanto individuales como colectivos, se han expresado manifestaciones de angustia ligadas a la confrontación con la enfermedad y el miedo a la muerte, nuevas pérdidas, duelos, nuevos traumas. Se observan sentimientos de perentoriedad, falta de empatía, de deseo, depresión, tendencias suicidas, violencia, abuso de sustancias en aumento. Todo esto plantea preguntas metapsicológicas, técnicas y clínicas. Se muestra la necesidad de un debate en torno a los ideales, procesos identificatorios y transformacionales que tienen lugar en el mundo externo, y las ilusiones y promesas de hallar soluciones de conflicto que no involucren al mundo interno.
Las presentaciones denotan que hay cambios en la subjetividad que necesitan ser considerados: en lo atinente al género y la diversidad sexual, las situaciones de abuso infantil, las particulares vicisitudes de la parentalidad, la maternidad, y las nuevas formas de familia.
El planteo de IPA subraya que, en lo social, y exageradas por la pandemia, las desigualdades sociales, las hambrunas, la pobreza, la violencia, la migración forzada por situaciones políticas con liderazgos autoritarios o por crisis económicas, el racismo, el clasismo, el tráfico humano y sexual, el cambio climático, los homicidios y femicidios, la epidemia de adicciones, fueron parte de una tormenta perfecta de trauma internacional. Algunas ponencias señalan que se observa cómo se avivan sentimientos de impotencia y de miedo a la dependencia, a la vez que en ciertas culturas se fomentan estructuras de supremacía y de excepcionalismo. Las temáticas que se recorren dan cuenta de algunos cambios sociopolíticos que desataron experiencias particulares en pacientes y analistas, como las migraciones, la necesidad de prestar asistencia psicoanalítica en crisis humanitarias y de guerra (tal es el caso del trabajo clínico con refugiados). En diversas regiones del globo las sociedades se vieron arrastradas a una polarización tóxica, y muchas veces determinaron presiones para que los analistas declararan sus propias identificaciones políticas, sociales y sexuales, tomando postura (como, por ejemplo, en condiciones de guerra). Ello hace necesario reevaluar cuestiones relativas a la ética analítica, la neutralidad, la abstinencia, y el tema de la confidencialidad. En cuanto a las instituciones psicoanalíticas, quizá cabe también considerar si el liderazgo psicoanalítico podría estar “bajo fuego”.
En otras propuestas del Congreso se aborda la cuestión de nuestra relación humana con el mundo natural. Lo que se ha dado en llamar “necropolítica”, toda vez que el humano realiza acciones individuales y movimientos sociales hacia la muerte y la extinción, que impregnan tanto su condición psíquica como natural y cultural. En este sentido se consideran tanto los impactos de la pandemia como los del cambio climático.
En cuanto a la pregunta acerca de cómo se han visto afectados nuestro método y técnica por toda esta realidad, a partir del abordaje de todas las problemáticas señaladas anteriormente cabe considerar que, en la clínica, la mente y el cuerpo del paciente y del analista se hallan también inmersos en esas “líneas de fuego”. Diversas ponencias ahondan en reflexiones sobre cambios en el encuadre: el análisis remoto, o teleanálisis, la frecuencia de las sesiones, las variabilidades que se han observado en la presencialidad, entre otros temas.
Acerca de este número
En la sección Sobre la portada y el artista compartimos una semblanza de Tulio de Sagastizabal. Se trata de un prestigioso artista cuyas obras poseen un enfoque abstracto y geométrico con un potente uso del espacio y el color, que resultaron simbólicamente muy sugerentes para la tapa y las portadas de secciones de este número. Ha sido muy generoso al cedernos el uso de sus imágenes. Nos honra poder contar con su obra Navidades, realizada en 2020, en la tapa de la Revista.
En el apartado Homenaje a los 80 años de la Revista de Psicoanálisis Adolfo Benjamín sitúa la fundación de APA y los comienzos de esta publicación en la particular “línea de fuego” de aquella época.
Luego nos adentramos en el 53.º Congreso de la IPA. Los principales oradores en este Congreso serán Jhuma Basak, Jorge Bruce, Steven Marans y Sverre Varvin. Sus textos dan cuenta de intersecciones entre lo subjetivo, lo intersubjetivo y lo social en contextos culturales y psicoanalíticos muy diversos. Sus propuestas introducen distintos aspectos del tema central, acerca de los cuales el lector podrá reflexionar, dialogando con los autores a través de su lectura.
Para aportar una perspectiva local, desde tres colegas miembros de APA, presentamos una Mesa redonda sobre “La mente en la línea de fuego”, en la que dialogan y debaten Jorge Canteros, Norberto Marucco y Ricardo Spector.
En la siguiente sección compartimos con el lector Ensayos, ponencias y trabajos libres del Congreso.
Más adelante, un apartado titulado Prejuicio, discriminación, racismo da lugar a un escrito sobre El poder del lenguaje en los fenómenos sociales. A propósito de Nos habíamos choleado tanto, de Jorge Bruce, en el que se entrelazan textos de Abel Fainstein, Gabriela Goldstein, Mirta Goldstein y Raya Zonana.
Una vez más, resulta grato publicar la monografía galardonada con el Premio Baranger-Mom en 2022, de Cristina Varela. En este caso su temática resulta particularmente afín con el título del Congreso y de la Revista, ya que se ocupa de Fanatismo: Una salida posible a la incidencia de la realidad traumática.
Luego presentamos las habituales secciones Joyas de la Biblioteca y Archivo Prof. Willy Baranger, Revista de libros y Revista de revistas.
En el final, y con mucha emoción, nuestra sección En memoria, en la que homenajeamos a colegas que han partido.
Sobre la mente en la línea de fuego
Los temas que se plantean en las presentaciones del Congreso subrayan el aspecto sociocultural de la problemática actual. Pero lo social no escapa al juego de las pulsiones humanas siempre en conflicto: las del sujeto, las de los otros, las de la cultura. Porque es dentro y fuera de sí, en los otros, que el sujeto puede reconocerse como portador de deseos y encontrar un espacio en lo simbólico social. La comunidad es la que permite identificarse, e identificar como sujeto activo. Es necesario poder interpretar los imaginarios individuales y colectivos que producen sufrimiento o placer, pero también que participan y crean activamente un devenir. Por eso el sujeto no puede “desembarazarse” de su protagonismo en la cultura en la que vive, crea y participa construyendo la memoria histórica. Porque si el hecho social existe, existe también en el imaginario social de los sujetos que lo construyeron, sus sueños, sus fantasías, su irracionalidad, su desmesura, lo erótico y lo tanático en conflicto, lo incendiario de sus propios fuegos.
Respecto de los tiempos encendidos en los que nos toca ejercer nuestra práctica, el trauma colectivo tiene sin duda efectos en el psiquismo de los sujetos que lo atraviesan, y en muchos casos tiene incidencia directa en el trauma en singular. Como lo expresó Marcelo Viñar (2004): “El horror, el dolor extremo, no genera experiencia sino espanto, no genera representaciones y relato sino vacío representacional, y por ello lo ocurrido es difícilmente transmisible y compartible”. De ahí la importancia de reflexionar acerca de estos temas y de las posibilidades de elaboración y acción frente a ellos.
Freud no solo creó el psicoanálisis como clínica, con sentido terapéutico, sino que inauguró un nuevo modo de pensar los problemas culturales. Nos legó sus escritos sociales: desde el Manuscrito N, donde define lo Sagrado en 1897, y durante toda su obra: la Moral sexual “cultural” y la nerviosidad moderna (1908), Tótem y tabú (1913), Psicología de las masas y análisis del Yo (1921), El porvenir de una ilusión (1927), El malestar en la cultura (1930), ¿Por qué la guerra? (1933), Moisés y la religión monoteísta (1938). Además, sus escritos contribuyeron a cambiar el posicionamiento de la sociedad frente a la enfermedad mental, y los conceptos y prejuicios sobre la sexualidad. Muchos de sus descubrimientos acerca de la patología psíquica comenzaron a iluminarse a partir de la atención de Freud sobre la histeria, a raíz de la inquietante experiencia de Breuer con el fuego de la transferencia erótica de Ana O.
En su carta del 9 de abril de 1935 (Freud, E. L, 1992) a una madre preocupada por la homosexualidad de su hijo, Freud escribe: “La homosexualidad desde luego no es una ventaja, pero tampoco es nada de lo que haya que avergonzarse. No es un vicio ni un signo de degeneración y no puede clasificarse como una enfermedad”. Finaliza diciendo: “Lo que el psicoanálisis podría hacer por su hijo es algo muy diferente. Si se siente infeliz, neurótico, desgarrado por los conflictos, inhibido en su vida social, el análisis puede traerle armonía, paz mental, plena eficiencia, independientemente de si sigue siendo homosexual o si cambia”.
Más allá de lo que pueda aportar la mirada psicoanalítica sobre los fenómenos culturales en los que el sujeto está inmerso, interesa subrayar la pregunta que subyace en la mencionada respuesta de Freud: ¿Qué es lo que el psicoanálisis puede hacer por el sujeto doliente, por su mente, su psiquismo “desgarrado por los conflictos”? ¿Cuál es el aporte específico, la posibilidad de acción terapéutica del psicoanálisis y los psicoanalistas, en este contexto “en la línea de fuego”? El eje de la cura psicoanalítica apunta a iluminar lo intrapsíquico, el mundo interior del analizado. Sin duda la propia realidad psíquica del analista entra en juego a través de su trabajo sobre la transferencia y la contratransferencia en el campo intersubjetivo del análisis. Ese encuentro que da lugar a la emergencia de lo inconsciente y a su puesta en palabra íntima y profunda. En ese ámbito se avivan al mismo tiempo el fuego intrapsíquico de las pulsiones y el fuego intersubjetivo de la transferencia; allí donde el fuego ilumina, calienta, pero no abrasa.
Comité Editor de la Revista de Psicoanálisis
Alejandra Vertzner Marucco
Directora
BIBLIOGRAFÍA