A cien años de Psicología de las masas y análisis del Yo
Cristina Rosas Salas1
Resumen
Siempre es un desafío analizar el impacto del paso del tiempo en los textos centrales de una teoría. En el caso del psicoanálisis hay autores que se inclinan por el fundamento de la intemporalidad del inconsciente sosteniendo ideas resistentes a los cambios mientras otros se muestran más interesados en el efecto de la temporalidad en la teoría y en la práctica. En definitiva, en investigar las transformaciones sociales y culturales asumiendo el compromiso de no alejarse de la especificidad del método.
En esta ocasión la idea es abrir una perspectiva de análisis que se estima necesaria para atenuar cierto desfasaje entre nuestras concepciones acerca del hombre, nuestra práctica y los que aparecen como nuevos modos de padecimiento.
Dejo planteada la inquietud para proponer como punto de partida de lo que se denominaran “estados hipnóticos”, que la incidencia de lo que ingresa vía perceptiva desde el mundo externo implica hoy un vasallaje para el Yo de características diferentes a las planteadas por Sigmund Freud, y que el intenso deseo de recobrar el narcisismo resignado es su punto de clivaje.
Siempre es un desafío analizar el impacto del paso del tiempo en los textos centrales de una teoría. En el caso del psicoanálisis hay autores que se inclinan por el fundamento de la intemporalidad del inconsciente sosteniendo ideas resistentes a los cambios o considerando que los cambios son meros ropajes; mientras otros se muestran más interesados en el efecto de la temporalidad en la teoría y práctica. En definitiva, en investigar el efecto de las transformaciones sociales y culturales asumiendo el compromiso de no alejarse de la especificidad del método.
En esta ocasión la idea es abrir una perspectiva de análisis que se estima necesaria para atenuar cierto desfasaje entre nuestras concepciones acerca del hombre, nuestra práctica, y los que aparecen como nuevos modos de padecimiento.
Dejo planteada la inquietud para proponer una hipótesis como punto de inicio de los que se denominaran estados hipnóticos.
Se propone que la incidencia de lo que ingresa vía perceptiva desde el mundo externo implica hoy un vasallaje para el Yo de características diferentes a las planteadas por Sigmund Freud, y que el intenso deseo de recobrar el narcisismo resignado es su punto de clivaje.
Estados hipnoides y el análisis del Yo
Múltiples observaciones en la práctica clínica muestran una fuerte resistencia que se expresa en una uniformidad discursiva que “provoca” al analista, lo demanda a tomar una posición que desafía su neutralidad y lo sume en profundos dilemas éticos. Los temas son variados: los antivacunas, los defensores de acciones violentas, los fanatismos, las adicciones, las acciones discriminatorias, son solo algunos de ellos; y las dificultades para instalar un pensamiento crítico se hacen notorias. Los argumentos son sencillos. Apelan a intereses individuales o de determinados grupos y la renuncia pulsional que implica la vida cultural y colectiva se ve altamente cuestionada. Dichos discursos además se apoyan en condiciones sociales y económicas asociadas con situaciones de inequidad inimaginables, pero sin considerar la complejidad de factores que intervienen en dichas problemáticas.
En la práctica la asociación libre pierde interés y lo catártico es una demanda explícita. O, por el contrario, el silencio y la parquedad hacen pensar que el trabajo analítico es demandado pero será difícil.
Ahora bien, analizar situaciones como la descripta implica considerar perspectivas variadas y es necesario elegir.
En esta ocasión se pondrá el foco de atención en el Yo, en tanto los estados que se describen en Psicología de las masas y análisis del Yo (Freud, 1921) dependen de sus funciones, de sus vasallajes, y su lugar de frontera entre mundo interno y mundo externo.
La más variada gama de procesos psíquicos es atribuible a esta particular posición fronteriza que implica ubicar al Yo como zona de pasaje y transformación, y además porque
[…] hay un punto en que están de acuerdo los sostenedores de teorizaciones opuestas: la consumación del desarrollo del Yo y de la libido se manifiesta, en particular, en la capacidad del Yo para reconocer el objeto como es en sí y no como mera proyección del Yo (Green, 1983, p. 11).
La elección de este enfoque también responde a la inquietud de ver si hay en el psicoanálisis conceptos para el abordaje de fenómenos complejos como son los relacionados con la cultura y la sociedad. Es decir, con qué capital conceptual propio contamos y a partir de ahí hacer las revisiones que se consideren pertinentes.
El análisis del Yo
En El Yo y el Ello (1923-1925), Freud dice:
Es fácil inteligir que el Yo es la parte del Ello alterada por la influencia directa del mundo exterior, con mediación de P-CC […] se empeña en hacer valer sobre el Ello el influjo del mundo exterior y se afana en reemplazar el principio de placer por el de realidad. Para el Yo la percepción cumple el papel que en el Ello cumple la pulsión (p. 27).
Por otra parte desarrolla puntuaciones enunciadas en Introducción del narcisismo (1914) que interesa destacar.
1) El Yo tiene que ser desarrollado (p. 74). El desarrollo del Yo es un distanciamiento respecto del narcisismo originario y engendra una intensa aspiración a recobrarlo (p. 96).
2) El Yo se empobrece a favor de estas investiduras (de objeto) así como del Ideal, y vuelve a enriquecerse por las satisfacciones de objeto y por el cumplimiento del Ideal (p. 97).
Estas precisiones permiten poner en debate la tensión entre la realidad externa, la percepción y el narcisismo, cuya consecuencia es una intensa aspiración a recobrarlo constituyendo un punto de clivaje en el sujeto humano. Así lo Uno, y la alteridad al comienzo no reconocida, obliga al Yo a un proceso de discriminación interminable, constituyendo una tentación para la regresión tanto del Yo como de las pulsiones.
Las percepciones y los procesos de discriminación
Las percepciones acústicas y visuales cobran trascendencia tanto en el vínculo del Yo con el mundo interno como con el externo, que es el que tomará en esta oportunidad.
En El Yo y el Ello (1923-1925), Freud sostiene que los restos de palabra provienen en lo esencial de percepciones acústicas y termina con una frase que podría ser un epígrafe: La palabra es el resto de la palabra oída.
En rigor cabe preguntarse si esta idea incluye solo a las palabras estructurantes de lo psíquico, cuya importancia es aceptada en las más variadas posiciones teóricas y clínicas, o las palabras “externas” que ingresan vía perceptiva siguen teniendo efecto en un psiquismo abierto y en transformación. Esta disyuntiva aparece en la misma obra freudiana. Ejemplo de ello es que en el texto citado (1923, p. 26) Freud realiza una presentación topológica en la que mantiene un “ohrkappe”; una placa auditiva que va a desaparecer después en la Conferencia 31 (1933[1932]). En el grafo desaparece el polo acústico y aparece el Superyó en conexión con el Ello, lo que puede pensarse como una vuelta a la idea de un psiquismo cerrado y de una realidad psíquica capaz de protegerse de lo que ingresa vía perceptiva. Las voces están en el Superyó. Tal idea parece una vuelta atrás en una concepción del trauma capaz de ser producido por una realidad efractiva que se fundamentaba en el modelo descripto en Más allá del principio de placer (1920-1922).
Tal efracción desde el exterior no implica volver a la vieja teoría del choque, sino que pone en lo imprevisto, en la impreparación, el posible carácter traumático del suceso (Rosas Salas, 2021). En la perspectiva que nos ocupa se destaca la impreparación, punto que será desarrollado más adelante.
Enamoramiento, hipnosis y masa
Volviendo al texto freudiano en Psicología de las masas y análisis del Yo se analizan “destinos del objeto” (Rosas Salas, 2005) referidos a la cuestión de ser o tener el objeto. No estamos en el campo de su representación sino de la identificación (ser el objeto) y la desmentida (seguir teniéndolo), lo que hace de su contingencia una cuestión a considerar, en particular en los fenómenos descriptos en el texto citado.
Ahora bien, si hay un tema en el que se pone en consideración la tensión entre la percepción, la realidad y el narcisismo, es sin duda el fetiche. Este es un destino del objeto que, luego de un recorrido, Freud asocia con la desmentida y la escisión del Yo, proponiendo a las deformaciones del Yo como el factor más resistente a la cura.
Si se analiza brevemente dicha evolución, es posible delinear un primer momento, centrado en la teoría de la libido, donde se trata de interpretar el fetichismo como perversión, como “sustituto inapropiado del objeto sexual”, y en relación con un factor que es necesario destacar: la sobrestimación sexual.
Ya en este momento puede considerarse que la idea de contingencia del objeto queda cuestionada y es posible ver cómo los viejos amores son convocados y participan en su idealización.
Freud no deja de señalar que dicha “hábil solución” es a costa de una escisión del Yo que permite sostener dos lógicas: una que acepta la castración y otra que la desmiente, lo que produce una escisión del Yo y del objeto, que será al mismo tiempo reprimido y desplazado. El fetiche será entonces triunfo y protección ante la amenaza de castración, e implica una recuperación narcisista que suele ser férreamente defendida. Se puede sostener entonces que no se trata de un objeto reencontrado sino de uno “hábilmente” conservado.
El Yo y el examen de realidad
Otra función atribuible al Yo en la que interviene la percepción en relación con el mundo externo es la idea de que
Se le han confiado en virtud de su nexo con el sistema percepción el ordenamiento temporal de los procesos anímicos y los somete al examen de realidad. Mediante la interpolación del pensamiento consigue aplazar las descargas motrices y regula los accesos a la motilidad (Freud, p. 27).
Tal proceso supone que la consumación del desarrollo del Yo y de la libido se manifiesta, en particular, en la capacidad del Yo para reconocer el objeto como es en sí y no como mera proyección del Yo. “[…] es insoslayable poner en perspectiva el Yo (narcisista) y el objeto; por esa vía se revelan todas las variaciones del espectro que va del enceguecimiento subjetivo al encuentro verídico” (Green, 1983, p. 11).
Entonces es lícito preguntar si esta función puede ser alterada con los cambios en la cultura.
El examen de realidad en la época de la posverdad
El análisis de la percepción y el Yo es un tema de la interdisciplina y aparece en nuestros consultorios de modos variados. Pensado desde su relación con el mundo externo, es evidente que este ha cambiado, y no son pocos los intelectuales que ven el futuro con expectativas poco esperanzadoras.
En esta ocasión se toma para el análisis a la comunicación, en tanto es, sin duda, uno de los grandes cambios ocurridos en el vínculo entre los sujetos, los grupos y las naciones.
En la clínica las consultas por el uso de las pantallas son frecuentes y se oscila entre considerarlas adicciones o estilos de vida propios de la época. Su masividad y sus diferentes formas indican que ya no es suficiente pensarlas entre personas donde hay un emisor, un mensaje y un receptor. Hoy es preciso reconocer que entre el emisor y el receptor opera una estructura intermedia que en general no es neutral, pero a la cual le conferimos o cedemos decisiones sobre múltiples acciones, incluso nuestra capacidad o responsabilidad de decidir.
Un indicador que no es neutral es que hace no muchos años comenzó a circular la idea de posverdad en la comunicación. Según Oxford, este significante se usó por primera vez en un artículo de Steve Tesich publicado en 1992 en la revista The Nation, en el que hablaba de la primera Guerra del Golfo. Tesich lamentaba que “nosotros, como pueblo libre, hemos decidido libremente que queremos vivir en una especie de mundo de la posverdad”, es decir, un mundo en el que la verdad ya no es importante ni relevante.
Eric Sadin, en su texto La inteligencia artificial o el desafio del siglo (2020), sostiene que:
Es importante observar que este asunto de la posverdad, que tiene su importancia, es considerado como una ruptura que perturba nuestra relación histórica con la verdad, mientras que en realidad se trata de la exactitud de los hechos y no de la verdad stricto sensu”.
Y propone que la “aletheia algorítmica”, como la denomina,
[…] procede de un poder de revelación que promete ejercer su ingenio a lo largo de un continuum sin costura que va desde el menor detalle de nuestra existencia hasta las situaciones colectivas como ninguna otra instancia tutelar simbólica lo había podido hacer hasta ahora. De ahí su poderío y la confianza en lo que devela (Sadin, 2021, p. 95).
Pero señala que lo que muestra como verdad no es el resultado de
un saber reflexivo, de una búsqueda inacabable, dando testimonio de la apertura indefinida de lo real, sino que nos muestra una verdad enunciada por sistemas dotados de un poder de experticia supuestamente superior y que tiene como vocación ejercerse en toda oportunidad posible. Lo que distingue a este régimen respecto de sus precedentes históricos es que todos ellos, sin excepción, se exponían a gestos de reapropiación, a procedimientos de negociación, o incluso, en caso de rechazo radical, a maniobras más o menos manifiestas de oposición, y esto incluso en el marco jurídico construido por los monoteísmos o los regímenes autoritarios, como el vigente en la ficción 1984 de George Orwell (Sadin, E., p. 100).
En este mismo sentido disciplinas cercanas hace ya tiempo investigan lo que se denomina inteligencia artificial. Brevemente explicada, se trata de una disciplina científica que nació oficialmente en 1956 en el Dartmouth College, en Hanover (Estados Unidos), durante un curso de verano organizado por cuatro investigadores estadounidenses con el objetivo inicialmente de la simulación con máquinas de cada una de las distintas facultades de la inteligencia, ya sea de la inteligencia humana, animal, vegetal, social o filogenética. Y es la combinación de algoritmos planteados con el propósito de crear máquinas que presenten las mismas capacidades que el ser humano. Una tecnología que ya está presente en nuestro día a día e incluso en nuestra práctica.
Los avances en IA ya están impulsando el uso del big data debido a su habilidad para procesar ingentes cantidades de datos y proporcionar ventajas comunicacionales, comerciales y empresariales que la han llevado a posicionarse como la tecnología esencial de las próximas décadas. Transporte, educación, sanidad, cultura.
La OTAN (NATO, 2021), por su parte, enuncia una nueva forma de guerra: la cognitiva, que busca cambiar lo que la gente piensa y su forma de actuar. Los ataques contra el dominio cognitivo implican la integración de capacidades cibernéticas, psicológicas, la ingeniería social y la desinformación. Su objetivo es sembrar disonancia, instigar narrativas conflictivas, polarizar opiniones y radicalizar grupos.
Organismos internacionales como la UNESCO, en un informe del año 2018, se plantean las cuestiones éticas que devienen de estos avances y sostienen que son de tres órdenes: la escasez de trabajo (que sería ejecutado por máquinas en lugar de seres humanos), las consecuencias para la autonomía del individuo (en especial para su libertad y su seguridad) y la superación del género humano, que sería sustituido por máquinas cada vez más “inteligentes”.
Y concluye señalando un punto de particular importancia: las máquinas no tienen autonomía moral puesto que, si bien podrían despistarnos y confundirnos en el momento de actuar, no poseen voluntad propia y permanecen al servicio de los objetivos que les hemos fijado.
Destaco en el párrafo los significantes “confundirnos” y “despistarnos” y la posibilidad de que las cuestiones morales queden en manos de quienes manejan tales herramientas de comunicación.
En 2018, Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, lanzó un ambicioso proyecto: dar al mundo un marco ético para el uso de la inteligencia artificial. Tres años después, gracias a la movilización de cientos de expertos de todo el mundo y a intensas negociaciones internacionales, los 193 Estados Miembros de la UNESCO acaban de adoptar oficialmente este marco ético. El boletín de dicha organización enuncia que este texto histórico establece valores y principios comunes que guiarán la construcción de la infraestructura jurídica necesaria para garantizar un desarrollo saludable de la IA. Se propone en dicho manifiesto que las tecnologías de la IA están dando resultados notables en ámbitos muy especializados, como la detección del cáncer y la construcción de entornos inclusivos para personas con discapacidad. También pueden ayudar a combatir problemas globales como el cambio climático y el hambre en el mundo, y a reducir la pobreza optimizando la ayuda económica.
Pero la tecnología también está trayendo consigo nuevos retos sin precedentes. Asistimos a un aumento de los prejuicios de género y étnicos, a amenazas significativas contra la privacidad, la dignidad y la capacidad de acción, a los peligros de la vigilancia masiva y al aumento del uso de tecnologías de la IA poco fiables en la aplicación de la ley, por nombrar algunos. Hasta ahora, no había normas universales que dieran respuesta a estos problemas.
El Yo y sus nuevos vasallajes
Entonces, ¿cabe seguir pensando la hipnosis y la creación de masas solo como fenómenos proyectivos?
Por otra parte, ¿no se generan nuevos sufrimientos como consecuencia de estos desarrollos tecnológicos?
Pongo en debate que el Yo tiene un cuarto amo, un cuarto vasallaje, que es esta realidad (Marucco, 1999) que le ingresa vía acústica, vía imagen, con un ritmo y una intensidad que llamativamente recrean una situación similar a la que Freud plantea en el capítulo 7 de La interpretación de los sueños, y que es la posibilidad de que el polo perceptivo y el polo motor se junten, que no haya un tiempo mediado por la reflexión y la impreparación se torne inevitable. Y que se genere entonces una especie de cortocircuito “Percepción–acto” provocado vía perceptiva, y en el que las emociones a desencadenar tienen un papel central.
Esta posibilidad habilita la idea de pensar en estados hipnóticos provocados más allá de la proyección, ejecutados por un Yo tan enceguecido como el que Freud describió hace cien años, aunque el origen sea diferente. Tal situación implica que los psicoanalistas consideremos que, entre el Yo y la realidad social y cultural, entre el Yo y el otro semejante, entre el Yo y el Gran otro, hay una nueva frontera que necesita ser investigada.
Advertidos del futuro
Desde esta perspectiva, ¿cómo no preguntarnos qué lugar habrá para el psicoanálisis?
Este no es un tema menor, en tanto la terapia psicoanalítica requiere de tiempo, de un recorrido, de enlaces, no abjura de la memoria (de una “vía larga”, diría A. Green); mientras que la vía perceptiva actúa o se busca una respuesta con un grado de inmediatez que no siempre está al servicio de fines que aseguren los pactos de convivencia de la vida individual, social y comunitaria.
¿Será el futuro del psicoanálisis aislarse del mundo externo para quedarse como custodio de una realidad psíquica que se supone resistente a todos los cambios? ¿Podrá con la aceleración y/o el retraimiento del narcisismo negativo, cuyas extensiones se corresponden
con todas las valorizaciones de la satisfacción narcisista por la no satisfacción del deseo objetal, en virtud de las cuales aquella se aprecia más deseable que una satisfacción sometida a la dependencia, al objeto, a sus variaciones aleatorias, así como a sus respuestas, siempre insuficientes para las esperanzas que en su cumplimiento se ponen: el narcisismo negativo, digo, me parece que da razón de la mencionada tendencia: voich’éntrate? (Green, 1983, p. 45).
Es más: cabe preguntar si considerar la realidad solo como un resto diurno, la verdad solo como la del deseo inconsciente, y la Hilflosigkeit como inevitable de la naturaleza humana, no participa del funeral de la complejidad en nuestra teoría y en nuestra práctica.
Ante estas cuestiones que giran en torno a las relaciones de lo psíquico con el otro, con el mundo externo, con la cultura, no se trata de hacer valoraciones respecto de los avances tecnológicos, ni de erigirnos en custodios del statu quo.
Los cambios han sucedido y suceden a pesar de nosotros, aparecen en nuestros consultorios y nos comprometen a estudiar los efectos sobre la teoría y la práctica que sustentamos, y el modo singular de sufrimiento que deviene de dichos cambios. El riesgo de patologizar lo que nos resulta heterogéneo a lo estudiado puede generar resistencias del psicoanálisis y el encierro en muros que durante mucho tiempo intentamos derribar.
Por esto los cambios nos comprometen a estar advertidos de que la subjetividad, las deformaciones del Yo en sus luchas defensivas y el propio psicoanálisis están directamente influenciados por este vasallaje vía perceptiva, por este complejo modo de comunicación que crea realidad y propone ideales que no devienen solo de nuestras proyecciones pero que sin embargo hacemos propios.
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1 cristisalas1@gmail.com, Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Descriptores: YO / FUNCIONES DEL YO / PERCEPCIÓN / MASA / FETICHISMO / REALIDAD / VERDAD / ÉTICA / TECNOLOGÍA
Candidatos a descriptores: POSVERDAD / INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Abstract
The temptation to reach the One: 100 years after Group psychology and the analysis of the Ego.
To examine the impact of the passage of time on the essential texts of a theory is always a challenge. In the case of psychoanalysis, some authors tend to believe in the timelessness of the unconscious, sustaining ideas resistant to change, while others are more interested in the effect of temporality on theory and practice; in short, in investigating social and cultural transformations without giving up the specificity of the method.
The idea of this paper is to open a new perspective of analysis (which is deemed necessary) to attenuate a certain gap between our conceptions about the human being, our practice and the new modes of suffering.
It is proposed as a starting point what were called “hypnotic states”: today the incidence of what enters via perception from the external world implies an Ego vassalage whose characteristics are different from those proposed by S. Freud, and the point of cleavage is the intense desire to recover resigned narcissism.
A tentação pelo UNO. Após 100 anos de Psicologia das massas e análise do eu
Sempre é um desafio analisar o impacto da passagem do tempo nos textos centrais de uma teoria. No caso da psicanálise ha autores que se inclinam pelo fundamento da intemporalidade do inconsciente sustentando ideias resistentes ás mudanças, en quanto que outros se mostram mais interessados no efeito da temporalidade na teoria e na prática. Definitivamente em investigar as transformaçôes sociais e culturais assumindo o compromisso de não se afastar da especificidade do método.
Nesta oprtunidade a ideia é abrir uma perspectiva de análise que considerada necessária para atenuar certa defasagem entre as nossas concepçôes sobre o homem, a nossa prática e os que aparecem como novos modos de padecimento.
Deixo lançada aquí a inquietude para propor como ponto de partida, que foram denominados “estados hipnóticos”, que a incidência do que entra via perceptiva desde o mundo externo implica hoje uma vassalagem para o eu de características diferentes às propostas por Freud, e o intenso desejo de recobrar o narcisismo resignado é seu ponto de clivagem.
BIBLIOGRAFÍA