1920-2020 (parte 2)

Cambios y transformaciones en la clínica y la técnica psicoanalíticas.

Volumen 77 – Nº 4, 2020.

INDICE

Editorial

Susana Vinocur Fischbein

Relectura y reedición de clásicos

Metapsicología y clínica del duelo. Nuevos desarrollos

Carlos Mario Aslan

Revisitando escritos sobre duelo de Carlos Mario Aslan.

Comentario al trabajo de Carlos Mario Aslan

Yako Román Adissi

Epistemología y estatuto científico del psicoanálisis

Joseph Sandler y el proceso inferencial del psicoanalista

Jorge Canestri

El estatus científico del psicoanálisis

Mark Solms

Las prácticas terapéuticas y sus fundamentos teóricos

Los territorios de la práctica y de la clínica psicoanalíticas

Mirta Goldstein

La experiencia de la Covid-19 como continente y/o contenido

Jani Santamaría Linares

Mesa Redonda

1920-2020: Un siglo de cambios y transformaciones clínicas y técnicas relevantes en la práctica psicoanalítica

Ricardo Bernardi, Rodolfo D’Alvia, Jeanette Dryzun

Jornadas Joseph Sandler. Mayo 2019. APA, IPA, UBA

Vulnerabilidad biológica, respuestas adaptativas del cerebro y mecanismos de reacción al tratamiento en la depresión mayor: implicaciones para los estudios biológicos de las psicoterapias psicoanalíticas

Bradley S. Peterson

Comentario a la presentación de Bradley Peterson “Vulnerabilidades a la enfermedad y cambios inducidos por el tratamiento en el cerebro: Perspectivas de la investigación psicoanalítica”

Juan Pablo Jiménez

Revista de Libros

El juego de las múltiples transformaciones de Beatriz Eugenia Miramón, Ana Terán de Corniglio y Eduardo Marcelino Marín

Por Nancy Moreno Dueñas

La práctica del psicoanálisis. Evolución y actualidad Juan Pablo Jiménez y Josefina Figueroa Cox

Por Susana Vinocur Fischbein

Revista de Revistas

Revista de Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica de Madrid. “Los afectos en la clínica y en los diferentes modelos” Vol. 35, N.º 88, Año 2020

Por Stella Maris Cutain, Berta Kemelmajer de Levin y Rut Pfefferman

Homenajes

Homenaje a Sara Hilda Fernández Cornejo

Por Malú Durrieu

Editorial

El título del último número del Volumen LXXVII: 1920-2020 Cambios y transformaciones en la clínica y la técnica psicoanalíticas continúa con nuestra meta de brindar un panorama de los cambios teóricos y clínicos, algunos de ellos suscitados por circunstancias históricas, tales como la Primera Guerra Mundial. Este provocó gran preocupación e incertidumbre en Freud no solo por el destino de sus hijos en el ejército, y, a continuación, la pandemia de la gripe española que asoló a Europa y devastó a la familia Freud con la muerte de su querida hija Sophie.

En la primera parte de esta secuencia sobre el siglo comprendido entre 1920-2020, abordamos el rol de los modelos en la ciencia en general y en el psicoanálisis en particular, relativos a las nuevas concepciones de la mente y las organizaciones psicopatológicas, para dirigirnos ahora más específicamente no solo a cómo se plasmaron en la clínica algunos de esos modelos, sino, además, a reexaminar una visión epistemológica del lugar del psicoanálisis un siglo después.

En la sección Relectura y reedición de clásicos, rendimos homenaje al escrito de Carlos Mario Aslan “Metaspsicología y clínica del duelo. Nuevos desarrollos” (1995), en el que el autor retoma el trabajo de Freud Duelo y Melancolía (1915) y plantea que los cambios y especialmente la complejización de la teoría son en gran parte obra del mismo Freud.

Afirma que después de Freud algunos analistas creyeron necesario inventar un otro esquema referencial; sin embargo, él se unió a quienes pensaron que se podía continuar en la misma senda prosiguiendo desde donde Freud la dejó. Con un criterio pluralista, considera que existen elementos de verdad en cada esquema referencial diferente; pero ese mismo criterio obliga de algún modo a cada autor a definir sus términos teóricos. Aslan brinda en este escrito sus aportes metapsicológicos a la teoría del duelo, así como los hechos clínicos y manifestaciones fenoménicas que los expresan. A riesgo de producir una menor claridad expositiva, desea mostrar cómo se construyen las teorías para tratar de explicar los hechos clínicos, normales y patológicos. Una hipótesis central sostiene que

… contrariamente a lo que postula Freud, yo pienso que, en obediencia a su juicio de realidad, [el sujeto] retira masivamente sus investiduras libidinales del objeto interno que representa al objeto externo desaparecido. El objeto interno vivo se transforma en un objeto interno “muerto”. Es con este objeto “muerto” que se produce la identificación recién mencionada (p. 36).

En su inteligente comentario sobre los escritos mencionados, “Revisitando escritos sobre el duelo de Carlos Mario Aslan”, Yako Róman Adissi señala que el autor realizó una elección acertada al utilizar como material clínico el relato del ritual de duelo según un tratado del siglo XVI: Síntesis del Shuljan Aruj. Código de prácticas rituales y leyes judías, de Iosef Karo, judío español nacido en Toledo en 1488. Lo coteja con la fenomenología y metapsicología de dicho proceso, publicado en 1962 por G. L. Engel, con el fin de aproximarse al desarrollo fenoménico y metapsicológico del proceso de duelo y realizar un paralelo, dado que los rituales son costumbres heredadas, relativas a prácticas religiosas que indican un orden que debe seguirse rigurosamente. Realiza un interesante análisis etimológico del vocablo “religión”, puesto que

… las religiones inhiben y limitan el desarrollo emocional e intelectual de los individuos por estar sometidos a prohibiciones relacionadas con el placer, con el conocimiento del propio cuerpo y con las necesidades resultantes de los desarrollos evolutivos, así como con todos aquellos conocimientos que no aceptan la existencia de un protopadre omnipotente (p. 34).

Estos escritos religiosos llegan al extremo de prohibir la excesiva pesadumbre.

Adissi se interroga, además, acerca de la posible correspondencia entre el proceso de duelo ritualizado, el trauma originario y las vivencias de desamparo; y si el duelo así pautado expresaría la dependencia con el objeto perdido originario, emocionalmente significativo.

Podríamos agregar que estas reflexiones son sumamente oportunas, incluso para los no creyentes, en los momentos actuales en los que toda la humanidad está aquejada por la inquietante incertidumbre acerca de nuestra supervivencia y el dolor de las enormes pérdidas causadas por la COVID-19.

En el apartado Epistemología y estatuto científico del psicoanálisis, se ha incluido un trabajo de Jorge Canestri sobre un eminente investigador y clínico, Joseph Sandler, cuyas ponderaciones sobre el proceso inferencial del psicoanalista nos muestran de qué forma llegamos a descubrir la teoría y su construcción a través de los procesos de pensamiento que utilizamos en nuestra práctica clínica. Remite el autor a las ideas de C. S. Peirce, quien define a la abducción como la única operación lógica capaz de introducir una idea nueva, una operación que consiste en el estudio de los hechos y en la concepción de una teoría para explicarlos; en tanto que la inducción determina un valor, y la deducción sirve para mostrar las consecuencias inevitables de la hipótesis pura.

Tras un muy breve recorrido por las ideas de ciertos pensadores que se ocuparon de la filosofía de la ciencia, Canestri se explaya sobre la propuesta de Sandler, quien privilegia los elementos intracientíficos identificables en la práctica misma del analista cuando ejerce su trabajo clínico y los potenciales heurísticos que puede presentar, hecho que sugiere una forma diferente de confrontar el problema epistemológico. Por medio del estudio de las relaciones entre los conceptos psicoanalíticos y la práctica psicoanalítica, la idea de Sandler es que el analista no solo trabaja con las “teorías oficiales”, sino también con “teorías privadas, preconscientes e implícitas”. Estas ideas, muy reconocidas en este momento a través de su difusión por los diferentes grupos de trabajo clínico que significan los working parties, fueron sumamente novedosas cuando Joseph Sandler las expuso a mediados de los años ochenta. Precisamente, admitir la existencia de las teorías implícitas es un paso remarcable —si bien no el único— en el estudio de los procesos inferenciales del analista. El autor plantea interrogantes que nos impulsan a pensar en cómo nos guiamos en la clínica cuando el análisis contemporáneo comienza a enfrentarse con pacientes más graves, borderline o parapsicóticos: ¿refleja el trabajo clínico con fidelidad una teoría oficial a la que el analista considera que adhiere? ¿o integra conceptos que derivan de diferentes teorías, o crea nuevas, generalmente preconscientes?

Canestri también aborda las ideas acerca del proceso analítico de Freud y Bion, fundamentalmente, sin dejar de lado las de los filósofos de la ciencia, Khun y Lakatos. En una de sus conclusiones, formula un breve resumen de los tópicos que considera esenciales en los procesos inferenciales de los psicoanalistas: la necesidad de adoptar una epistemología antidogmática, posempirista, participativa, no objetivante, y la de construir “modelos temporarios”, “en situación”, modelos con una evolución dinámica y un valor heurístico elevado, a las que denomina “neoteorías funcionales”.

En la conferencia “El estatuto científico del psicoanálisis”, Mark Solms enuncia lo que los psicoanalistas consideramos los principios centrales de nuestra disciplina. Afirma que esta revisión general es indispensable debido no solo a la amplia difusión de conceptos erróneos que circulan, sino, además, a las divergencias entre los mismos psicoanalistas respecto de detalles que desdibujan un cuadro más extenso de coincidencias a las que es posible suscribir. Piensa que el acuerdo sobre dichos principios —que cuentan con un fuerte apoyo empírico— permite defender dichas coincidencias frente al prejuicio de que el psicoanálisis “no se fundamenta en evidencia”.

Sus argumentos se basan sobre tres preguntas centrales: ¿Cómo funciona la mente emocional tanto en la salud como en la enfermedad? Sobre esta base, ¿qué aspira a lograr el tratamiento psicoanalítico? Y ¿qué tan efectivo es? A continuación, Solms detalla los tres principios que considera centrales sobre la mente emocional, a saber: el conjunto de las necesidades innatas del bebé humano; el desarrollo psíquico imprescindible para aprender a satisfacer dichas necesidades en el mundo, lo cual implica que las perturbaciones mentales surgen a partir de los fracasos en el cumplimiento de esta tarea; y qué ocurre con los métodos que empleamos para satisfacer nuestras necesidades emocionales. Son las predicciones subjetivas inconscientes no exitosas las que demandan tornarse conscientes para satisfacer nuestras necesidades y enfrentar los peligros.

En cuanto a su segundo argumento que versa sobre el tratamiento, también se despliega en tres pasos. Dado que los pacientes psicológicos padecen principalmente por sus sentimientos, el propósito principal de un tratamiento psicológico es ayudar al paciente a aprender mejores maneras de satisfacer sus necesidades, lo que conduciría a una mejor regulación de las emociones.

Su tercer argumento explicita en qué sentidos la terapia psicoanalítica difiere de otras terapias, cuán eficaz es, e incluso puede superar a otras, sean las cognitivo-conductuales o las psiquiátricas basadas en evidencia, por el hecho de que los tratamientos psicoanalíticos no están dirigidos primariamente al alivio de los síntomas, sino más bien a lo que podría llamarse el “cambio de personalidad”.

La sección siguiente: Las prácticas terapéuticas y sus fundamentos teóricos es uno de los núcleos de la temática principal de este número. En “Los territorios de la práctica y la clínica psicoanalíticas”, Mirta Goldstein explora el campo de la práctica y la clínica psicoanalíticas, desarrolla diferentes prácticas de intención y extensión y el espacio específico de la clínica. La autora considera que desde la medicina hasta el área de lo inconsciente (Freud) y lo Real (Lacan), el concepto de clínica ha efectuado un recorrido que la ubica en un lugar prínceps de la elaboración psicoanalítica. Entiende la clínica como un proceso de elaboración que realiza el analista a posteriori de su praxis. Se trata de una elaboración a la vez consciente e inconsciente en diferentes tiempos de trabajo psíquico. De este modo, se abren nuevos territorios de intervenciones terapéuticas y sociales.

 Jani Santamaría Linares, en su texto “La experiencia de la COVID-19 como continente y/o contenido”, propone compartir algunas reflexiones sobre el impacto emocional de la llegada de esta pandemia con el fin de establecer una relación con los conceptos formulados por W. Bion. Afirma que se trata de un autor cuyas propuestas generan pensamientos fértiles para configurar y transformar los “hechos” de la pandemia que estamos viviendo en una “experiencia”. Aborda también el impacto del coronavirus en la clínica y en la técnica, que ilustra con breves viñetas. Desde el pensamiento de S. Freud, sugiere la creación de bálsamos individuales y colectivos que siembren conjeturas imaginativas y tolerancia respecto de la incertidumbre actual. Afirma, como conclusión, que el psicoanálisis se sostiene en la medida en que no haya una renuncia a construir bálsamos individuales y colectivos que retraten el rostro de la humanidad con todo y su mezcla de razas, historias y culturas, con sus complejidades y su grandeza.

Nuestra última Mesa Redonda “1920-2020: Un siglo de cambios, transformaciones clínicas y técnicas relevantes en la práctica psicoanalítica” es el preciado broche de la presente revista. La integraron como panelistas: Ricardo Bernardi, Rodolfo D’Alvia y Jeanette Dryzun. Su coordinadora fue María Ester Hodari. La diversidad de los conceptos vertidos hace imposible sintetizar en pocas líneas la riqueza de las ideas presentadas por los expositores.

R. Bernardi, con un enorme esfuerzo de síntesis, se focalizó en lo que consideró los puntos de quiebre en el avance de las ideas psicoanalíticas. Su abordaje se centró en el camino que condujo a la fragmentación teórica del psicoanálisis y que produjo una bifurcación pasible de llevar, por un lado, a lenguajes cada vez más fundamentalistas y herméticos y, por otro lado, a una práctica ecléctica sin referencias teóricas claras. Propuso una articulación dialéctica entre teoría y práctica, basada en un retorno a la práctica clínica como fundamento de un lenguaje teórico compartible. Recordó el rol crucial de W. y M. Baranger al dar forma a la Asociación Psicoanalítica Uruguaya. Siempre con el acento colocado sobre el lugar de la clínica, enfatizó:

El problema de las teorías comienza cuando se convierten en marcos hegemónicos que imponen al material clínico una lectura deductiva basada en determinadas premisas teóricas que son tomadas como verdades a priori, a la luz de las cuales se interpreta todo lo que diga el paciente. Es decir, cuando se la piensa de “arriba hacia abajo”.

Tomó sucesivamente las temáticas de algunos Congresos Internacionales de la IPA para puntualizar los intereses y preocupaciones del psicoanálisis en las últimas décadas, algunas de ellas debidas a la proliferación de teorías; y uno de sus puntos finales fue plantear el trabajo que realiza su grupo de investigación clínica: el Método de los 3 Niveles (3LM).

R. D’Alvia comenzó planteando la dificultad del título de la Mesa que implicaba un desafío. El cambio no generaría algo diferente, sino el reemplazo de una cosa por otra. La transformación proveería una dinámica más compleja, que tomaría lo existente y generaría algo distinto. Significaría un avance evolutivo más procesado que determinaría una no permanencia en un paradigma anterior.

Tomando como base sus cincuenta años de psicoanalista, se refirió en principio al período que abarca de los años 65 a los 70, durante los cuales el psicoanálisis era una weltanschuung, que daba muchas explicaciones, quizá demasiadas. Luego consideró el período del 70 al 75, donde lo posfreudiano surgió y se destacó por ser un período mucho más heterogéneo. Posteriormente, llegó el período del 75 al 85, el de las pruebas y contrapruebas de las teorías en referencia a los campos comparados y a las categorías epistemológicas de las teorías, durante el cual se formularon variados modelos. Destacó que casi en las postrimerías de este período surgieron las inquietudes por las situaciones económico-sociales reiteradas, no muy diferentes de las actuales, que generaban una angustia social permanente.

Retornando al tema de cambio versus transformación, D’Alvia se centró en los nuevos marcos teóricos que ampliaron desde muchas fuentes las teorías del narcisismo y la patología del déficit, ligada a traumas precoces y a mecanismos de defensa, como la escisión y la desmentida, y cómo surge con fuerza la llamada corriente psicosomática. Recalcó lo importante que es crear ciertas condiciones en la relación directa que hay entre la teoría y la clínica, que pasan por una serie de cambios transformativos posibles, sobre todo de los elementos hologramáticos, recursivos y dialógicos —tal como sostiene Edgar Morin—.

Finalmente, Jeanette Dryzun expuso sus ideas acerca de los inmensos cambios ocurridos en el siglo comprendido entre 1920-2020, y revisó las ideas de Freud en 1920, en “Nuevos Caminos”, donde ya resaltaba aspectos de sus ideas y vaticinaba cambios que al releerlos denotan su espíritu de innovar. Por ejemplo, Freud planteaba allí que por fuerza debemos aceptar pacientes hasta tal punto desorientados e ineptos o inermes para la existencia, que en su caso es preciso aunar el influjo analítico con el pedagógico. Dryzun también planteó, como un tema interesante a debatir, cuáles serían las concepciones actuales de las ideas de Freud del “influjo analítico” y de una intervención de “influencia pedagógica”. Su creencia es que Freud estaría satisfecho con los numerosos cambios y derivas plurales que han afectado su legado. Estas transformaciones se fueron dividiendo hacia múltiples escuelas. La expositora afirmó que el mundo cambió radicalmente y, del mismo modo, las maneras de describir y conceptualizar lo que Freud denominó el funcionamiento psíquico, la psicopatología, la miseria neurótica y el malestar en la cultura.

Algunos enunciados de lo social valen de ejemplo cuando se describen con otros términos los cambios culturales y subjetivos, los cuales denotan transformaciones en los modos de pensar el psiquismo y la subjetividad. Sostuvo, además, que el pluralismo abrió interesantes líneas, pero también puso de relieve muchísimas contradicciones acerca de cómo comprendemos los funcionamientos psíquicos y el mundo emocional. Al mismo tiempo que el psicoanálisis diluyó su common ground (terreno común), ganó en complejidad a los fines de la comprensión de este mundo existencial y emocional que hoy se nos presenta para asistir. Además, ya no se ve al psicoanálisis como una figura social pregnante, como una psicoterapia prolongada y profunda debido a la frecuencia de sesiones o por la presencia de un diván. Tampoco son los psicoanalistas identificados en su quehacer asistencial como un terapeuta circunscripto, distante, y al cual no se le puede hacer preguntas.

Otro tema de gran importancia fue el de los cambios referidos al uso más amplio y a las reconceptualizaciones de lo que es el micro y macro proceso de la intimidad de la sesión analítica. Finalmente, trajo los aportes del Grupo de Boston, el conocimiento relacional implícito, la idea de intersubjetividad respecto de las personas reales y de sus formas de ser y estar con el otro en el encuentro clínico, la relación terapéutica y otras intervenciones terapéuticas que van más allá de la interpretación.

Desde ya que estos profundos y valiosos discursos —en parte coincidentes y en parte controversiales— produjeron un animado intercambio con el grupo editor de la revista, que los lectores podrán apreciar en la reproducción completa de la Mesa Redonda.

En el siguiente apartado, es una gran satisfacción poder presentar el último panel de las Jornadas Joseph Sandler realizadas en APA, en mayo de 2019, cumplimentando así nuestro objetivo de dar a conocer en español estos aportes clínicos e investigativos nacionales e internacionales.

 Brad Peterson, un analista y psiquiatra infantil, residente en California, presentó su trabajo sobre “Vulnerabilidad biológica, respuestas adaptativas del cerebro y mecanismos de reacción al tratamiento en la depresión mayor: implicaciones para los estudios biológicos de las psicoterapias psicoanalíticas”. En su exposición, manifestó que un importante desafío que enfrenta la investigación clínica de la neurociencia contemporánea del trastorno depresivo es el de desentrañar las causas de la enfermedad diferenciándolas de los efectos del estrés crónico, las reacciones compensatorias y los efectos de un tratamiento. Un desafío similar plantea identificar los mecanismos cerebrales que producen efectos terapéuticos en las psicoterapias psicoanalíticas.18 Revista de Psicoanálisis

En su trabajo, presentó los hallazgos provenientes de estudios realizados con individuos que tenían un alto riesgo de desarrollar un trastorno depresivo y en los que se distinguieron las auténticas vulnerabilidades cerebrales del estrés crónico y de los efectos compensatorios. Aclaró que otros diseños de investigación han comenzado a detectar los efectos cerebrales de un tratamiento psicoterapéutico y a mostrar cómo intervienen dichos efectos en la respuesta a este último. Es decir, que estos diseños de investigación y hallazgos permitirán planear y conducir estudios que procuren identificar los mecanismos de respuesta al tratamiento psicoanalítico. Lo descubierto hasta ahora sobre la vulnerabilidad biológica, las respuestas compensatorias y los efectos del tratamiento en el trastorno depresivo han revelado, por un lado, las limitaciones biológicas que puede encontrar un tratamiento y, por otro, las notables posibilidades que puede sacar a relucir una terapia (psicoanalítica o no) que sea eficaz.

Juan Pablo Jiménez fue el comentador de la exposición de Peterson. Resaltó que los cambios cerebrales inducidos por el tratamiento psicoanalítico que trajo Peterson son un tema muy apropiado para la conferencia, pero que, al mismo tiempo, la presentación del conferenciante mostraba claramente la brecha que existe entre la investigación en neurociencia y la práctica clínica psicoanalítica, y cuán difícil de entender son los datos expuestos de manera que logren ayudar al clínico en su trabajo diario con los pacientes depresivos. Sus objeciones principales fueron respecto del hecho de que la exposición se basó fundamentalmente en diapositivas —algunas de las cuales los lectores verán reproducidas en el texto impreso— y que el expositor mostró una diapositiva en la que la espiritualidad se presenta como un factor de protección contra el desarrollo de Depresión Mayor en sujetos que tienen la misma vulnerabilidad cerebral que los pacientes efectivamente deprimidos, es decir, una corteza bilateralmente más gruesa. Sin embargo, Peterson no ofreció ninguna definición de lo que se entiende por espiritualidad en ese estudio.

Luego Jiménez se refirió a una supervisión de una investigación doctoral llevada a cabo con una muestra de estudiantes universitarios en Alemania y Chile sobre la religión/espiritualidad, como factor de riesgo o factor protector para el desarrollo de la depresión en estudiantes universitarios. La diferencia se centró en que no había variables biológicas involucradas en esa investigación. Reconoce que pasó meses discutiendo cuál sería la definición operativa de religión y espiritualidad, cuál sería la diferencia entre ambos conceptos, sin mencionar la tarea de encontrar los instrumentos de recolección de datos más apropiados.

Lo que el estudiante de doctorado encontró, finalmente, fueron dos grupos muy bien definidos. Un grupo, identificado con una espiritualidad basada en la confianza, estaba protegido contra la depresión, pero otro grupo, en el que predominaba el miedo al castigo, era el que corría un riesgo mayor de deprimirse y cuando lo hacía sufría una depresión más grave. Para el psicoanálisis estos resultados son fácilmente comprensibles.

A pesar de esta controversia entre autor y comentador, pensamos que la lectura de ambos escritos puede aportarnos conceptos muy importantes y, a la vez, introducirnos en un campo de pensamiento, no muy frecuentado por los psicoanalistas, pero que actualmente no podemos dejar de considerar a riesgo de caer en una actitud de desmentida respecto de los avances de la neurociencia y los lazos que va tendiendo hacia y en favor del psicoanálisis.

En Revista de Libros presentamos dos producciones recientes que, no por casualidad, enfocan cuestiones también relacionadas con modelos de pensamiento y su influjo en la práctica y la clínica.

Los autores, B. Miramón, A. Terán de Corniglio y E. Marín nos aportan, en El Juego de las múltiples transformaciones, los trabajos y desarrollos de Bion que implican, precisamente, poner en juego el trabajo de observar, relacionar, ampliar y transformar el pensamiento y la clínica psicoanalítica. Correlacionan conceptos teóricos y clínicos de Bion con el “nuevo paradigma científico” que surge del entrecruzamiento de la cibernética, las matemáticas fractales, la biología molecular, las ecociencias y la teoría general de los sistemas, lo que permite al lector entender la matriz de sus pensamientos, ampliar el sentido de sus ideas y pensarlas en el contexto actual de la clínica.

La Práctica del Psicoanálisis. Evolución y actualidad, de Juan Pablo Jiménez y Josefina Figueroa Cox, constituye el valioso producto de un trabajo colectivo compartido por colegas psicoanalistas chilenos, partícipes de una experiencia inaugurada hace ya más de treinta años en la Corporación Salvador en Santiago de Chile, cuyo fundador y continuo inspirador es Juan Pablo Jiménez. Uno de sus múltiples méritos es su ruptura con métodos clásicos y consagrados de la práctica clínica, y la instalación, en su lugar, de aperturas a modalidades que responden a las conflictivas epocales y a los tipos de consulta más frecuentes en estos momentos. Esta posición, fundada en una actividad docente muy próxima al ejercicio clínico, ha llevado a los autores de cada capítulo a examinar las relaciones entre teorías y prácticas desde diferentes posturas epistemológicas, que se sostienen no solo en los aportes conceptuales tradicionales, sino que apelan de un modo pluralista a las más recientes perspectivas de los investigadores, psicoanalistas y psicoterapeutas psicodinámicos, intersubjetivistas e interaccionistas.

En Revista de Revistas presentamos una reciente publicación de la Revista de la APM (2020) con la que hemos inaugurado un fructífero intercambio de revistas para reseñas mutuas.

El número elegido está dedicado a “Los afectos en la clínica y en los diferentes modelos”. Los autores basan sus trabajos en S. Freud y en la escuela inglesa, en particular, el grupo perteneciente al Middle Group —W. Bion, M. Klein, M. Khan, D. Winnicott— algunos de ellos considerados como precursores del psicoanálisis relacional debido a sus desarrollos en la teoría de la relaciones objetales (M. Balint y R. Faibairn), también en la escuela francesa (A. Green, J. Laplanche, A. Roussillon, y C. y S. Botella), en la escuela psicosomática de París (M. Fain), en la escuela argentina (W. y M. Baranger, J. Bleger, L. Kanciper) y en la fenomenología (E. Husserl), con aportes al psicoanálisis aplicado a la literatura. En este número se encuentra un análisis de M. Aisenstein a la novela de Yogo Ogawa, Cristalización secreta (1994/2009), y de Utrilla Robles al libro Una pasión rusa, de Monforte (2015).

En general, son trabajos con el acento puesto en la clínica, que es lo que en este caso nos interesa. Algunos de ellos, en particular con mayor énfasis en relación con los afectos, especialmente en la angustia, en la contratransferencia y las construcciones más que en la interpretación. Se seleccionaron para reseñar algunos de ellos.

Para finalizar, incluimos en la sección Obituarios un sentido homenaje de Malú Durrieu dedicado a Sara Hilda Gelon, a quien debemos el enorme y laborioso trabajo de crear y formalizar nuestro Tesauro.

Como posdata, deseo incluir algunas palabras dedicadas a la gestión 2017- 2020 de nuestra muy querida y valorada Revista de Psicoanálisis de APA. Deseo agradecer a la Comisión Directiva, que nos presidió en estos años, el honor de haber podido dirigir con toda libertad a nuestra señera publicación científica. Hemos cumplido con los objetivos de nuestra política editorial de dar a conocer no solo la excelente producción escrita de nuestros miembros a nivel teórico, clínico e investigativo, sino, además, ofrecer las diferentes orientaciones de las expresiones más actuales del panorama psicoanalítico internacional.

 Hemos logrado mantener la invalorable condición de que los trabajos fueran evaluados a doble ciego, excepto aquellos que pertenecen a autores de gran reconocimiento en el universo de la escritura en psicoanálisis.

Pudimos incluir por primera vez investigaciones sobre temas de profunda actualidad y resonancia en estos tiempos, comentadas desde perspectivas clínicas, así como abordar en forma simultánea los conceptos aún vigentes de algunos de nuestros maestros que se adelantaron a los tiempos por venir con su pensamiento. Hemos publicado las conferencias centrales de dos Congresos Internacionales de IPA (2017 y 2019) en cuidadosas ediciones.

Las mesas redondas también mostraron la vitalidad de las ideas de nuestros colegas con intercambios que perdurarán. Hemos cuidado al máximo los aspectos formales y estéticos de nuestros volúmenes, conservando en cada uno de ellos el número habitual requerido para ser incluidos en las bases de datos científicas, y también actualizamos los requisitos de publicación, ajustándolos a los criterios internacionales.

Como ya lo hemos manifestado, por estos motivos tenemos la expectativa de que los lectores amantes del psicoanálisis encuentren en sus páginas el placer del descubrimiento, la profundización de las ideas y el estímulo que siempre nos anima para mantenernos en el aprendizaje y la formación permanentes.

Nuevamente, un especial reconocimiento a la labor realizada por el equipo editor, cuya presencia y trabajo virtual por zoom en el último año nunca claudicó: Cristina Tate de Stanley, Irene Cusien, Susana Taszma, Ana Delgado, Juan José Genaro, Leonardo Solvey, Berta Levin, Rut Pfefferman, Stella Maris Cutain, Cristina Martínez Cipollati, María Ester Hodari.

También nuestro agradecimiento a Silvina Richichi, una secretaria dedicada; a Malú Durrieu, a quien le debemos la idea de la actualización de los requisitos; a Alicia Londoño, nuestra correctora de estilo; a Diego Baracat, que nos enseñó a definir los descriptores según nuestro Tesauro; y, por supuesto a Guillermo Amor, que nos ayudó en la grabación y desgrabación de las Mesas Redondas y, además, nos facilitó el zoom para la última, que ya debió ser virtual.

Muchas gracias a todos ellos.

Susana Vinocur Fischbein

Directora del Comité Editor